María Dolores Márquez tiene tres hijos y está a punto de ser desahuciada del piso donde vive.
María Dolores Márquez dejó Barcelona y llegó a Melilla con sus tres hijos y su marido hace cuatro años, aunque no se empadronó hasta mucho después.
Nada más pisar la ciudad ingresó en el Comarcal por desnutrición. Los niños llevan tres años escolarizados en el colegio Pedro de Estopiñán. Sin embargo, el volante de empadronamiento dice que hasta noviembre próximo la familia no cumple los tres años en el padrón melillense. Éste es el tiempo mínimo que exigen los Servicios Sociales para prestar ayuda a los melillenses necesitados, que cada vez son más.
“Cuando llegué a Melilla, Cáritas se hizo cargo de mi familia. Veníamos de Barcelona, sin trabajo y sin dinero, pero hace año y medio llamaron a mi marido para trabajar en un plan de empleo y perdimos la ayuda”, apuntó ayer María Dolores Márquez a El Faro.
La mujer, que cobra una ayuda de poco más de 300 euros por una minusvalía que sufre, está a punto de ser desahuciada del piso de alquiler donde vive con sus hijos en el Barrio de la Victoria.
Con las dificultades económicas, la relación matrimonial de 25 años se ha visto resentida, sobre todo por problemas psicológicos del cabeza de familia y María Dolores teme verse sola para sacar adelante a sus hijos en una ciudad en la que no conoce a nadie.
En principio, Cáritas del Barrio de la Victoria ha condicionado la ayuda que puede prestar a María Dolores a que los Servicios Sociales den el visto bueno a su caso. Según la propia afectada, desde Cáritas han llamado a la Consejería de Bienestar Social y ésta rehúsa ayudarla porque no cumple con los requisitos exigidos. “Me dicen que hay más gente necesitada, pero yo creo que no me ayudan porque no soy negra y no lo digo con desprecio a las mujeres de esa raza. Yo estoy casada con un musulmán, pero es lo que pienso”, dijo.
Este periódico se puso ayer en contacto con la consejera de Bienestar Social, María Antonia Garbín, para conocer la versión de su departamento, pero ésta no contestó a la llamada de El Faro.
Según explica María Dolores Márquez, las trabajadoras sociales del colegio Pedro de Estopiñán y Cáritas de El Real y el Barrio de la Victoria están haciendo lo imposible por ayudar a su familia. “Me gustaría irme del piso de alquiler en el que estoy por las buenas, pero no me queda otra opción que esperar a que llegue una orden de desahucio. No tenemos ningún sitio a donde ir”, comentó a El Faro.
Los necesitados, la picaresca y la falta de responsabilidad
Cáritas atiende actualmente en Melilla al doble de personas que antes de que empezara la crisis. Sin embargo, fuentes de la institución aseguran a El Faro que existe un núcleo de familias que acuden a ellos, que “siempre es el mismo”. Se trata, según explican, de gente que lleva tres o cuatro años viviendo de Cáritas sin encontrar trabajo y por si fuera poco, en ese período de tiempo han incrementado la familia. Desde Cáritas les piden responsabilidad. No sólo a ellos, sino también a las personas que acuden a los Servicios Sociales pese a que tienen ingresos en negro y no se dan cuenta de que hay familias que de verdad necesitan esa ayuda. Como ya ha denunciado el Banco de Alimentos, la picaresca también se cuela entre la miseria que azota a muchos hogares melillenses desde que empezó la crisis económica.
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