SERRAMAR renuncia al contrato del servicio de vigilancia del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI).
Con ello se resuelve un problema en estas instalaciones, pero no el más importante. El principal quebradero de cabeza de la dirección del centro, de la Delegación del Gobierno y del Ministerio del Interior continúa siendo el elevadísimo nivel de ocupación, casi cuatro veces su capacidad máxima.
Esta circunstancia, el desproporcionado número de inmigrantes acogidos, obligaba a la empresa adjudicataria del servicio de vigilancia a solicitar un constante sobresfuerzo a sus trabajadores, que luego ‘pagaba’ con retraso en el abono de las nóminas. Serramar había logrado superar hace unos meses su falta de liquidez y se había puesto al día con su plantilla en Melilla, pero otra vez han surgido los problemas. La empresa reconoce que debe la nómina de abril, aunque asegura que ayer comenzó a ingresar una parte de los sueldos de la plantilla.
Afortunadamente, el desencuentro económico entre Serramar y sus trabajadores no se ha trasladado al servicio que éstos prestan en el CETI. Al menos, hasta ahora no ha trascendido ninguna información en este sentido. Desde la dirección del centro siempre se ha alabado la labor y la profesionalidad de estos vigilantes. Sin embargo, finalmente la empresa ha decidido renunciar. Llegará otra seleccionada por el Ministerio de Trabajo, según el director de Serramar. Con ello se pone fin al problema de este grupo de trabajadores, pero no se puede decir que todo quede definitivamente resuelto. Por un lado, la principal preocupación del CETI, aunque no tenga relación con este asunto laboral, continúa siendo la sobreocupación y no hay visos de que vaya a solucionarse en breve. Más bien las previsiones apuntan hacia todo lo contrario.
Y por otra parte, Serramar no renuncia al resto de contratos que le han sido adjudicados en Melilla. En consecuencia, toda su plantilla (salvo la del CETI, que ahora dependerá de la nueva empresa) corre el riesgo de continuar sufriendo los retrasos en sus nóminas. A ellos la dirección de Serramar debe explicarles por qué se producen estos retrasos, cómo piensa ponerles fin y si baraja la opción renunciar a estos otros contratos si no es capaz de cumplir el servicio sin hacer recaer sus dificultades financieras sobre los trabajadores.
Hoy UGT tiene previsto anunciar medidas de presión contra la empresa. No es la primera vez que los trabajadores tienen que echarse a la calle. Su paciencia se agotó hace mucho tiempo y sus argumentos son los mismos que los de sus ex compañeros del CETI.
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