Si en algo coinciden todos los actores relacionados con la aduana comercial en Ceuta y en Melilla, sean empresarios, políticos (a excepción del PSOE) y comerciantes, es que se necesita transparencia para saber qué va a pasar con el futuro de las exportaciones. Todos han reclamado que se arroje luz respecto del resultado de las negociaciones con Marruecos para que los sectores afectados puedan saber a qué pueden atenerse de cara a cómo encauzar sus propios negocios.
La CEME que lidera Enrique Alcoba incluso ha pedido que el titular de Exteriores, José Manuel Albares, venga a la ciudad y dé respuestas desde aquí a todas las preguntas que surgen en torno a ese flujo comercial, que no termina de llegar. No es en modo alguno probable que Albares recoja ese guante, si bien el presidente ceutí, Juan Jesús Vivas, ha dicho que podría reunirse hoy jueves con él en Madrid y ser informado sobre la apertura de una aduana en Ceuta, ciudad que jamás ha contado con ese servicio, al contrario de Melilla, que la tenía operativa durante décadas hasta que Marruecos decidió unilateralmente cerrarla en agosto de 2018.
Y todo esto viene a colación de la intervención ante la Diputación Permanente del Congreso que tuvo ayer la diputada del Partido Popular por Melilla, Sofía Acedo, para defender la petición de comparecencia del ministro para que dé explicaciones a los representantes de la soberanía nacional sobre la aduana. Sería muy interesante que, efectivamente, Albares se pronunciara ante todo el país acerca de sus negociaciones con los marroquíes.
Resultaría del todo importante que se conozca qué va a suceder, cuáles son las fases de las que habla la delegada del Gobierno sin especificar nada más, si será o no una exportación regulada exclusivamente por el mercado, si Marruecos aceptará implantar un régimen de viajeros..., cuestiones todas ellas que tienen una repercusión enorme en la economía de Melilla, que sufre una tremenda crisis desde que el país vecino cerró el grifo hace ya seis años y medio.
Pero lo más probable es que Albares siga tirando balones fuera y no entre, ni de lejos, en el meollo de la cuestión. En el hipotético caso de que finalmente compareciera para hablar de la aduana, recurrirá a los argumentos de las buenas relaciones que se mantienen con Marruecos, más excelentes que nunca, que se exportan mercancías por importe de 24.000 millones anuales y que ya se irá viendo cómo evoluciona todo esto. A saber si se atrevería de nuevo a asegurar ante sus señorías que nadie se había quejado del cierre de la aduana hasta 2022, cuando el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, lo puso sobre la mesa de Mohamed VI en Rabat.
Se plantea una gran oportunidad al ministro de ser respetuoso con ceutíes y melillenses, hablar con toda la sinceridad que sea posible, dentro de las limitaciones lógicas por el cargo que ocupa, de cómo está el tema con Marruecos, si la reapertura es real o una fantasía que se saldó con el paso de un pequeño camión el día 15 de este mes y si las limitaciones para la exportación de verdad se van a ir eliminando y para cuándo se prevé que se pueda disfrutar del régimen de viajeros que siempre había existido.
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