Separados por una prueba de ADN

Una mujer argelina que llegó a Melilla con un niño de tres años deberá esperar a que la genética demuestre si es hijo suyo para volver con él. Ella está en el CETI y el pequeño, en la Gota de Leche.

Llegó a Melilla el sábado pasado. Llevaba un niño de tres años en brazos. Quizás soñaba con encontrar la paz y las oportunidades que no hallaba en Argelia, su país de origen. Sin embargo, pasó aquella noche, y también la siguiente, en Comisaría. Y algo mucho peor: sin el pequeño a su lado.

Salima (nombre ficticio) cruzó la frontera de Beni Enzar con un pasaporte marroquí falsificado. “Es así como entran en Melilla los argelinos, tunecinos o sirios”, cuenta a El Faro José Palazón, líder de la asociación Pro Derechos de la Infancia (Prodein).

Un agente le ordenó detenerse para examinar con detenimiento la documentación. Rápidamente observó que el rostro de la mujer no coincidía con el del pasaporte. Nerviosa, Salima intentó salir del apuro mostrándole su pasaporte argelino. Pero eso sólo complicó más las cosas. Su suerte estaba echada.

Cazada con un documento falso, no le quedaba otra salida que acompañar a los policías a la Jefatura. Y también el peor de los tragos: al haber sido interceptada sin documentación en regla y con un menor a su cargo, la Policía dio aviso a los Servicios Sociales de la Ciudad Autónoma para que se hicieran cargo del niño.

“Lo que marca la ley”

“Se ha hecho lo que marca la ley”, afirma a El Faro Daniel Ventura, consejero de Bienestar Social del Gobierno local. “En la consejería a nadie se le ocurre otra cosa cuando alguien entra (sin documentación en regla) con un niño en brazos”.

“Hay que averiguar si es su hijo o no”, continúa Ventura, añadiendo que “en otras ocasiones se han detectado casos” en los que el menor que acompañaba al adulto no tenía parentesco con éste. “Prima el interés del menor”, apostilla.

Salima, como ya se ha apuntado, pasó dos noches en el calabozo. “El lunes, la Policía la soltó y la dejó en la calle”, relata José Palazón a este diario.

Aquella noche, el dirigente de Prodein la encontró “a las puertas del CETI”. “No le dejaban entrar”, agrega. “Al día siguiente fuimos con ella a Comisaría” y , tras ello, se le permitió acceder al Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes.

“Ella ha pedido que le devuelvan al niño”, cuenta Palazón. Pero conseguir este objetivo no va a resultar sencillo. Por el momento, va a tener que esperar.

“El niño está acogido en la Gota de Leche”, detalla el presidente de Prodein. Ayer, Salima se encontró con el pequeño, pero por el momento no podrán reunirse de forma definitiva. Una prueba de ADN deberá determinar si realmente el menor es su hijo, y ese trámite fue llevado a cabo ayer en dependencias de Servicios Sociales.

“Ha sido un drama”. Así describe José Palazón lo que contempló al acompañar a la mujer a hacerse la prueba. Tras practicársela, Salima y el niño se fundieron en un abrazo interminable.

“Era un llanto continuo” del chaval, agrega Palazón. “Ha sido un abrazo de más de media hora. No había forma de separarlos”. Según afirma, este episodio muestra “el poco interés de la Consejería por hacer bien las cosas”. Y asegura que el personal de Servicios Sociales “ni se ha inmutado. Ha sido tremendo”.

Tras este trago, el dirigente de Prodein acompañó a Salima de vuelta al CETI. En Servicios Sociales le dijeron “que tiene que esperar 30 días al resultado de las pruebas de ADN”.

El consejero de Bienestar Social apuntó que el tiempo de espera será “de no más de 20 días” y que así lo permite el convenio que tiene la Ciudad con la Universidad de Granada para hacer estos análisis.

A la espera del resultado

Aunque admitió desconocer que la mujer se encuentra en el centro de inmigrantes, Ventura subrayó que si la prueba de ADN demuestra que el niño es hijo suyo, éste sería “evidentemente” trasladado al CETI.

Según José Palazón, la mujer “está embarazada de tres meses”. Mientras, espera que una prueba de laboratorio le devuelva el niño con el que un día entró en Melilla.