Un testigo en un juicio por tráfico de drogas monta un auténtico ‘show’ al prestar declaración.
“Señoría, no me interrumpa, que me va a pillar en la mentira”. La última de las vistas celebradas ayer en el Juzgado de lo Penal número 1 transcurría con normalidad hasta que llegó el testigo H. N., el autor de esta frase para la posteridad.
Se juzgaba un delito contra la salud pública consistente en tráfico de drogas. El acusado, que responde a las iniciales M. A., no había comparecido y los testigos desfilaban ante la juez relatando lo que habían presenciado un día de agosto del año pasado en el Rastro.
Pese a la ausencia del acusado, que se halla en paradero desconocido, la Fiscal solicitó la celebración de la vista. Según explicó a El Faro al final del juicio, la pena de prisión solicitada era inferior a dos años (“un año y seis meses”). En estos casos, la ley permite que el juicio siga adelante a pesar de la incomparecencia del denunciado.
Los testigos de la acusación eran tres agentes de la Policía Nacional. Según el primero en declarar, cuando se encontraba patrullando con sus compañeros “en la calle García Cabrelles”, observaron a dos individuos “con actitud evasiva”. Uno de ellos era H. N.
Tráfico de estupefacientes
El agente, que al igual que sus dos compañeros acudió de paisano al juzgado, subrayó que la zona del Rastro donde sorprendieron a esas dos personas es “un punto negro del tráfico de estupefacientes” en nuestra ciudad.
De acuerdo con el testigo, H. N. llevaba cigarrillos de kifi. Al ser interrogado por ello, afirmó que se los había vendido M. A., que ya estaba escapando y fue atrapado por otro de los agentes.
El capturado portaba hasta “39 cigarrillos de kifi” y “dinero fraccionado”, afirmó el segundo de los agentes en declarar.
El tercero y último de los policías confirmó que H. N. había dicho que el acusado M. A. le había vendido los cigarrillos.
Y en esto llegó el espectáculo. La juez llamó a testificar a H. N., quien hizo su entrada en la sala de modo triunfal: “Os vais a quedar asombrados”, le espetó a la magistrada antes de que ésta le concediera la palabra.
H. N. declaró que el acusado es primo suyo y negó que le hubiera comprado droga. “Le estaba dando cinco euros que le debía”, aseveró ante la juez.
“Y qué hacía su primo con 39 cigarrillos de kifi encima?”, le preguntó la fiscal. La respuesta, contundente: “Pues se los fuma”.
H. N. interrumpía constantemente cuando le preguntaban y la juez intentaba poner orden. Pero H. N. opinaba que el turno de palabra que no se estaba respetando era el suyo propio. De ahí que pronunciara esa frase para enmarcar: “Señoría, no me interrumpa, que me va a pillar en la mentira”.
Tras unos cuantos aspavientos de H. N., la juez, que a duras penas podía contener la risa, dejó marchar al testigo. Y el juicio a su presunto primo quedó visto para sentencia.
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