Sociedad

Senderos de solidaridad: una ruta por el Marruecos rural

Una furgoneta cargada de regalos salió ayer a mediodía desde la ciudad fronteriza de Beni Enzar para entregar ilusión a quienes menos tienen. En ella va un grupo de melillenses cuyo propósito es aprovechar este puente para repartir diferentes objetos, como material escolar o juguetes, a los niños de las remotas aldeas rurales de Marruecos. Ahmed Raha, colaborador de El Faro, es uno de los integrantes del grupo de senderismo que se encuentra participando en esta iniciativa. La primera parada tendrá lugar en la zona oriental del Medio Atlas, concretamente, en un pueblo llamado Oulad Alí, rodeado por picos de 3.000 metros.

Destino final: Oulad Alí y Jamlia

Posteriormente, el viaje proseguirá rumbo al sur cuyo destino final es el desierto de Tafilalt, muy cercano al conocido desierto de Merzouga. El pueblo, denominado Jamlia, guarda unas características muy especiales: su población es descendiente de los esclavos subsaharianos que, tras liberarse del yugo de los comerciantes españoles y portugueses, decidieron, como hombres libres, quedarse a vivir en esta zona de Marruecos, adaptando las costumbres y formas de vida de la población de la zona, de origen amazigh.

En Khamlia, según explica Ahmed, vive Mohammed, un joven que, hace unos años, hizo construir un aula de adobe para darles clases a los niños del pueblo. “Lo hizo con el fin de evitar que los pequeños mendigaran dirhams a los extranjeros de la zona. Además de recibir una educación propia del sistema marroquí, también tienen clases de español para que, cuando sean más mayores, puedan trabajar dentro del sector del turismo”, dice este experimentado senderista, que asegura conocer bien la zona. “Al ser un puente largo utilizo todos los medios que tenemos ahora para hacer un llamamiento y lanzo un mensaje para que me den todo lo que tienen en casa que ya no utilizan, como ropa, zapatos, juguetes o material escolar”, relata Ahmad. Él será quien, posteriormente, deposite todo el material acumulado en la casa de un familiar de Beni Enzar para, llegado el día, guardarlo todo en el vehículo alquilado en el país vecino.

Este melillense indica que los niños y adultos de estos pueblos acogen las donaciones “con mucha gratitud”. “Sucede algo que, hasta que no lo vives, no te das cuenta de que es así. Y es que la realidad no es que tú vayas a ayudar, sino que ellos son los que te ayudan”, indica.

“Ellos van a asobrevvivir en mejores o peores condiciones, entonces, te agradecen mucho que tengas un detalle con ellos. Además, son bendiciones que, de alguna manera te van a llegar. Esa energía que  generan te llega al alma”, dice.

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