Para Cristina Morató, el viaje ha sido la mejor escuela de vida. Ha visitado más de sesenta países, pero lo importante para ella no son los kilómetros realizados o los paisajes contemplados sino las personas que ha encontrado en el camino. El Faro de Melilla entrevista a la escritora de Reinas de Leyenda su último libro.
-Entre todos los libros ha escrito, ¿de cuál se siente más orgullosa?
De Reinas de Leyenda, al que le he dedicado tres largos años de investigación y de escritura. Es mi libro más ambicioso porque he reunido las biografías de cinco reinas y emperatrices de distintas épocas y dinastía: Catalina de Aragón, Isabel I de Inglaterra, Carlota de México, Catalina de Rusia y la emperatriz Cixí. Todas que tienen en común que han sido muy maltratadas por la historia y su leyenda negra pervive hasta nuestros días. Déspotas, libertinas, asesinas, desalmadas, arpías, fanáticas, manipuladoras, locas… Estos son los adjetivos por los que en muchas ocasiones son reconocidas cuando en realidad fueron reinas y emperatrices muy poderosas e influyentes. Más allá de los retratos oficiales en los que las reinas posan con sus suntuosos trajes y cubiertas de joyas, se esconden mujeres de carne y hueso cuyas vidas fueron todo menos románticas. En este libro he querido dar voz a unas soberanas que, gracias a su valor, inteligencia y ambición, consiguieron gobernar en un mundo de hombres. Algunas llegaron a ser reinas por derecho propio como Isabel I de Inglaterra, hija de Ana Bolena, que pasó de ser una princesa bastarda a dar nombre al glorioso siglo en que vivió. O Catalina la Grande, una humilde princesa alemana que llegó al trono de Rusia dando un golpe de Estado y llevó con mano firme su imperio durante más de treinta años. Y su coetánea la emperatriz Cixí, una concubina del harén imperial en la Ciudad Prohibida que acabó gobernando China durante más de cuatro décadas oculta tras una cortina de seda. He intentado mostrar el lado más humano y desconocido de unas mujeres cultas y poderosas que, pese a todos los obstáculos, cambiaron el rumbo de la historia. Y he descubierto que los mejores reyes fueron reinas.
-En su último libro incluye la extraordinaria historia de la emperatriz Cixí también un personaje muy desconocido y con una vida de novela…
-La emperatriz Cixí de China es un personaje fascinante. Una concubina de bajo rango que llegó a la Ciudad Prohibida con 16 años para entrar a formar parte del harén imperial y acabó convirtiéndose en la poderosa y muy temida emperatriz viuda Cixí, que gobernó durante medio siglo un inmenso Imperio. Era una mujer implacable y astuta que sacó a China de su aislamiento y llevó al país a la modernidad. Pero a pesar de ser la soberana más poderosa del Imperio chino tuvo sus limitaciones y se vio obligada a gobernar oculta tras una cortina de seda porque como mujer no podía exponerse a las miradas masculinas. Ni sus ministros ni asesores más cercanos nunca vieron su rostro, solo escuchaban su voz. Solo durante su tercera regencia, y cuando Cixí ya tenía 62 años, pudo gobernar a los ojos del mundo y sentarse en el Trono del Dragón que tuvo en la China del siglo XlX…
-¿Qué ha aprendido de estas reinas o qué cualidad destacaría más en ellas susceptible de ser imitada?
-De cada una he aprendido mucho, de su valor, de su firmeza, de su entrega… Isabel Tudor subió al trono con 25 años y su reinado fue uno de los más largos y florecientes de la historia del país. Gobernó 44 años, forjó un imperio que se convirtió en una potencia militar y política de primer orden y dio nombre a la “ época isabelina”, considerada la edad de oro de la historia de Inglaterra. La emperatriz viuda Cixí gobernó el inmenso Imperio chino durante medio siglo, y sus logros fueron extraordinarios, transformó un imperio medieval en un estado moderno, sacó a China de su aislamiento. Además abolió castigos tan horribles como “la muerte por mil cortes”, puso fin al tradicional vendado de pies y dio los primeros pasos para la liberación de la mujer. Y si hablamos de Catalina la Grande, durante su largo reinado de 34 años expandió las fronteras del Imperio ruso, modernizó el país, impulsó el desarrollo del arte y la ciencia. Carlota, la emperatriz de México, también dejó su huella en este lejano país al que llegó con 25 años y emprendió grandes labores sociales, suprimió los castigos corporales y mejoró las condiciones de vida de los indígenas. Sin duda las cinco se ganaron el corazón de la gente.
-Es curioso que una española sea una de las reinas más amadas de Inglaterra…
-Sí, Catalina de Aragón, la hija menor de los Reyes Católicos y la primera esposa de Enrique VIII, es una de las reinas más amadas y recordadas por los ingleses. Está enterrada en la abadía de Peterborough y en su tumba nunca faltan flores rojas y amarillas y ofrendas de granadas, símbolo de su escudo y su fruta favorita en sus tiempos felices de la Alhambra. En una sencilla placa se puede leer: “Una reina amada por el pueblo inglés por su lealtad, piedad, coraje y compasión”. Cuando falleció Catalina la Grande su féretro fue llevado en un solemne cortejo bajo un frío glacial y los habitantes de San Petersburgo salieron de sus casas para despedir y llorar a su “madrecita" Catalina y se arrodillaban en la nieve en señal de respeto.
-En general las vidas de las reinas se han mitificado mucho y sus vidas no fueron un cuento de hadas…
-Efectivamente la mayoría eran apenas unas niñas cuando sus padres concertaban sus matrimonios por el interés de las alianzas políticas. No contaban para nada los sentimientos de estas princesas, obligadas a abandonar su país y a casarse con un extraño al que no amaban. Una vez en la corte se sentían unas extrañas y lo único que se esperaba de ellas es que dieran a luz a un heredero varón. Si no lo conseguían caían en desgracia, como le ocurrió a Catalina de Aragón, a quien su esposo, Enrique VIII, repudió porque no pudo darle un varón. De las cinco reinas protagonistas de mi libro, hubo dos muy marcadas por la desdicha y la fatalidad, pero que consiguieron sobrevivir con ejemplar dignidad en un mundo de intrigas. Ellas fueron Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos y primera esposa del rey Enrique VIII, y una de las reinas más amadas en la historia de Inglaterra. O Carlota de México, quien tras el asesinato de su esposo Maximiliano de Habsburgo, perdió la razón.
-De todas las historias de reinas que narra en sus libros, ¿cuál sería la que más le ha impresionado?
-La historia que más me ha conmovido ha sido la de la emperatriz Carlota de México, un personaje muy desconocido en España. Esta princesa belga, culta y apasionada, era hija del rey Leopoldo I de Bélgica y se casó muy enamorada de Maximiliano de Habsburgo, aunque su vida no fue un cuento de hadas. Junto a su esposo se embarcó en una fatal aventura para ocupar el trono de México y cayeron en una trampa mortal. Fue un matrimonio desdichado, no tuvo el ansiado heredero y el Segundo Imperio fue un sueño efímero. Tras el asesinato de su esposo se quedó viuda con solo 28 años y empezó a padecer trastornos mentales. Durante más de medio siglo la desdichada emperatriz de México vivió confinada en distintos castillos belgas mientras su familia se disputaba sus riquezas. La historia ha sido muy injusta con Carlota, presentándola como una mujer manipuladora, ambiciosa y “loca “cuando en realidad fue la primera mujer gobernante en la historia de México y además estaba muy preparada para llevar las riendas del imperio. Pero al ser una mujer no pudo inmiscuirse en los asuntos de estado y siempre vivió muy frustrada y a la sombra de su inepto marido.
-Sus libros tienen a las mujeres como auténticas y únicas protagonistas de las historias. ¿Por qué escribe siempre sobre mujeres ?
-Porque son las grandes olvidadas de la Historia y es necesario recuperar las hazañas y los logros femeninos. Es tremendamente injusto y refleja la misoginia que aún existe en muchos ámbitos, la invisibilidad de la mujer en los libros de historia. La historia se ha escrito desde el poder y el poder lo tenían los hombres, y ellos han escrito sobre sus proezas y sus hazañas, olvidando lo que hicieron las mujeres. Por fortuna, hoy las cosas van cambiando, las biografías de mujeres están de moda, cada vez se publican más libros dedicados a rescatar el talento, la audacia, la brillantez de mujeres injustamente silenciadas. Nuestros jóvenes, ellas y ellos, necesitan referentes, conocer vidas de mujeres inspiradoras y a lo mejor así se animarán a seguir sus pasos y quizás un día ellas quieran ser arqueólogas, biólogas marina, primatólogas o astronautas. En un estudio reciente publicado en España se demostraba que en los contenidos de los libros de texto tan sólo citan un 14% de mujeres. Es decir a día de hoy, en pleno siglo XXl nuestro jóvenes estudiantes siguen aprendiendo una historia manipulada, sólo de hombres.
-Usted ha viajado por todo el mundo y ya en su juventud quiso ser reportera de guerra…
-Cuando tenía 20 años y estaba estudiando periodismo en la Universidad de Bellaterra en Barcelona decidí que quería ser reportera de guerra y viajar con mi cámara de fotos a zonas de conflicto. Elegí viajar a Nicaragua para cubrir la llegada de los sandinistas al poder y así llegué a Managua sin ninguna experiencia anterior, sin apenas dinero y sin un carnet que me acreditara como periodista, pero con muchas ganas de trabajar como reportera sobre el terreno. Fue mi bautismo de fuego y una experiencia muy dura porque visité los campos de refugiados salvadoreños en Honduras y me enfrenté por primera vez a la muerte, a la violencia y a las injusticias sociales. En este viajé me di cuenta que nunca sería una buena reportera de guerra porque ante una situación dramática yo dejaba la cámara a un lado y me ponía a ayudar. Pero también descubrí que me encantaba viajar y conocer otras culturas y así, a partir de entonces, me dediqué a recorrer el mundo, pero fotografiando sobre todo las mujeres en los países en vías de desarrollo, ellas sí son heroínas.
-De todos sus libros, qué personaje le ha sorprendido o cautivado más…
-Hasta la fecha he publicado nueve libros y quizás Divina Lola (2017) sea uno de los que más me costó investigar y para mí fue todo un descubrimiento. Es la primera biografía que se publicó en España sobre Lola Montes, bailarina, aventurera y cortesana del siglo XlX, que tuvo una vida marcada por los escándalos y bajo una falsa identidad. Se casó en tres ocasiones y tuvo una larga lista de amantes, entre ellos el rey Luis l de Baviera, que se enamoró perdidamente de ella. Por su amor el monarca se vio obligado a abdicar en 1848. Oí hablar de ella cuando escribía mi primer libro “Viajeras intrépidas y aventureras”. Encontré que una tal Lola Montes había cruzado sola y a lomos de mula el istmo de Panamá hacia 1853. La describían como una mujer bella e indómita, una experta amazona que manejaba muy bien el revólver. Y es que Lola Montes, además de cortesana, fue una gran viajera y aventurera del siglo XlX. Dio la vuelta al mundo, pasó parte de su niñez en la India, recorrió casi toda Europa con sus danzas españolas y probó suerte en América. En California, en plena fiebre del oro, vivió como una auténtica pionera y hasta llegó a Australia con su propia compañía de teatro. Y realidad era una impostora ni se llamaba Lola Montes ni era española, pero se hizo pasar por exótica bailarina flamenca para triunfar sobre los escenarios y ganarse la vida como artista. Su verdadero nombre era Elizabeth Gilbert y nació en Irlanda. Para escribir su vida recorrí algunos escenarios de su juventud en París y en Múnich y también viajé a California donde vivió como intrépida pionera.
-¿Cuál es su escritora favorita y por qué?
-No tengo una escritora favorita, pero sí autoras que me marcaron en mi niñez y en mi juventud y a las que admiro. Desde Agatha Christie, que despertó en mí la pasión por los viajes, a escritoras como Carmen Laforet, Mercè Rodoreda, Jane Austen, Virginia Wolf, Ana Maria Matute, Isabel Allende, Rosa Montero, Marguerite Yourcenar, Laura Esquivel…
-¿Siempre quiso ser escritora?
-Nunca pensé en ser escritora pero en mi caso fue algo inesperado. Por mi trabajo de periodista ya había escrito muchos reportajes, también tuve durante años una columna de opinión en un suplemento de mujer. Un buen día una editora me encargó un ensayo dedicado a las mujeres viajeras donde yo tenía que narrar mi experiencia de viajar sola por el mundo y algunas anécdotas. Ocurrió que empecé a investigar para saber qué mujeres habían sido pioneras de los viajes en el mundo y para mi sorpresa me encontré tal cantidad de nombres, desde amas de casa, peregrinas, esposas de exploradores, botánicas, antropólogas… que decidí dedicarles a ellas el libro, rescatar sus nombres y sus grandes logros, y así el libro ya no fue un ensayo sino unas breves biografías recopiladas con el título de Viajeras intrépidas y aventureras. El libro para mi sorpresa funcionó muy bien y de ahí me decidí a dejar la televisión y dedicarme solo a la escritura. Mis siguientes libros fueron Las reinas de África y Las Damas de Oriente, dedicados a profundizar más sobre las vidas de grandes exploradoras del pasado.
-Usted siente una gran admiración por las viajeras de antaño que recorrían el mundo con muchas dificultades y gran valor…
-Desde los tiempos más remotos un buen número de mujeres se aventuraron a explorar el mundo aunque la historia las haya olvidado. Peregrinas, conquistadoras, misioneras, aristócratas inglesas, esposas de exploradores y diplomáticos, aventureras, científicas…se lanzaron allí donde los mapas estaban en blanco contribuyendo con sus viajes a un mayor conocimiento geográfico del planeta. Y sin embargo, sus nombres nunca aparecen en los libros dedicados a los grandes hitos de la exploración; ni un monumento ni una triste placa las recuerda en sus lugares de nacimiento o en los escenarios donde llevaron a cabo sus hazañas. Parece que la exploración del ancho mundo, la búsqueda de lo desconocido, fue sólo cosa de hombres. Por fortuna, la otra parte de la historia, la protagonizada por ellas, va saliendo a la luz, y nos demuestra que el “demonio” de la curiosidad no sabe de sexos. Aquellas valientes pioneras no fueron unas “locas y excéntricas” como nos hicieron creer los hombres de ciencia de su época, más empeñados en ridiculizarlas que en reconocer sus méritos.
-¿El ser periodista le ayuda a la hora de escribir sus libros?
-Yo me siento periodista antes que escritora y en realidad yo no hago ficción, escribo biografías muy documentadas. En mi proceso de investigación me ha ayudado mucho saber entrevistar, consultar archivos, documentos y sobre todo a la hora de escribir hacerlo de una manera muy sencilla y directa como si se tratase de un reportaje.
-¿Cree que viajar es importante para la formación de la persona?
-Para mí el viaje ha sido la mejor escuela de vida. He visitado más de sesenta países pero lo importante no son los kilómetros que he hecho ni los paisajes que he contemplado sino las personas que he encontrado en mi camino y que me han enriquecido. Y también han sido muy importantes las lecturas de los libros de grandes viajeras del pasado, de ahí mi interés por recuperar del olvido sus hazañas. Fue en pleno siglo XlX cuando irrumpieron las más grandes viajeras, en su mayoría británicas, en una época en la que se creía firmemente que una mujer no estaba preparada ni física ni mentalmente para viajar. También que el contacto con los nativos “salvajes” podía corromper la pureza de sus almas. En aquella Inglaterra victoriana marcada por los convencionalismos sociales y una rígida moralidad, las mujeres que viajaban solas resultaban un extraño fenómeno. Se las ridiculizaba y se las tachaba de “feas, inmorales y masculinas”. Pero damas como Ida Pfeiffer, Mary Kingsley o Isabella Bird demostraron a los escépticos que la exploración del mundo también era cosa de ellas, aunque en su caso fueran tranquilas amas de casa, viudas o puritanas solteronas. Solas y sin escolta, estas valientes realizaron los primeros estudios de campo entre tribus desconocidas, levantaron mapas y capturaron especímenes para los más importantes museos de historia del mundo. En sus travesías se enfrentaron con humor -y a golpe de sombrilla- a fieras salvajes, caníbales hambrientos y un clima especialmente mortífero para el hombre blanco.
-¿Puede compartir algunos detalles sobre sus planes para futuros libros? ¿Hay algún tema o personaje que esté ansiosa por explorar en su próxima obra?
-Por ahora aún tengo por delante meses de promoción de mi libro Reinas de Leyenda. Del 4 al 10 de marzo estaré de gira en México donde tengo muchos lectores y me hace muy feliz poder regresar a este país que tanto amo y que está tan unido a mi corazón. Yo me casé en la aldea de Zinacantán, mi esposo es español pero un enamorado como yo de Chiapas. Durante años realicé reportajes sobre los textiles mayas y cuando visité Zinacantán me cautivaron sus artesanías, la gran labor que hacen las tejedoras y la hospitalidad de la gente. Así que decidí que si un día me casaba sería allí. Y cumplí mi promesa. Solo puedo adelantar que seguiré escribiendo sobre mujeres porque son las grandes olvidadas de la Historia.
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