Este martes se dará por finalizado, al menos en principio, el debate presupuestario previo al Pleno de la Asamblea, que deberá reunirse próximamente para la aprobación inicial del documento económico elaborado por el Gobierno y que actualmente está pendiente de la resolución en el seno de la Comisión de Hacienda. Los grupos de la oposición tienen precisamente hasta hoy para presentar sus enmiendas, iniciativas y alternativas a lo planeado por el Ejecutivo de Imbroda, que se extiende sobre un total de casi 388 millones de euros si se contemplan las empresas públicas participadas por la Ciudad Autónoma.
En contra de lo esperado, el Gobierno decidió dar varios días más a los grupos opositores para el estudio presupuestario y la elaboración de sus enmiendas. Ello, después de que todos los partidos minoritarios, desde CpM a Somos Melilla, protestaran por el "escaso margen" de tiempo que se les había otorgado para analizar en su totalidad el presupuesto general de la Ciudad Autónoma de 2025.
La queja de la falta de tiempo es algo recurrente todos los años desde tiempos inmemoriales. En este caso, el Ejecutivo local había dispuesto la celebración de tres sesiones de la correspondiente comisión para dar respuesta a las dudas y alternativas de la oposición, si bien decidió alargar el plazo hasta hoy martes para sorpresa de todos ellos, tal y como confesó en tal sentido el cepemista Rachid Bussian.
El caso es que el propio presidente de la Ciudad Autónoma, Juan José Imbroda, se ha comprometido públicamente en varias ocasiones a tener aprobados los presupuestos de 2025 antes de que finalice este mes de diciembre. Su idea es que el nuevo documento esté en vigor para la primera decena de enero próximo, aunque se han producido algunos imprevistos que están dificultando que la agenda del Gobierno pueda cumplirse tal y como estaba planteada. Entre ellos y el más importante, la ausencia por enfermedad del consejero de Hacienda, Daniel Conesa, auténtico artífice y experto en la materia.
Lo que no puede perderse de vista es que Melilla necesita ese tipo de presupuesto en estos momentos de crisis económica por cuanto que incluye medidas dirigidas muy directamente a potenciar las líneas estratégicas del nuevo modelo productivo que se quiere implantar en la ciudad. El aumento de las partidas para la universidad, la formación digital y el turismo, unido al que se llevará a cabo en cuanto a inversiones en obra pública, tiene como objetivo precisamente la generación de puestos de trabajo, algo que está también en el punto de mira de los planes de empleo, tal y como adelantó recientemente el consejero de Economía, Miguel Marín.
La incógnita sigue siendo qué va a pasar a nivel nacional. Todavía no se ha podido garantizar que el Estado pueda contar con sus propios presupuestos generales. Y menos después de que el fugado Puigdemont dijera ayer que no se fía de Pedro Sánchez, al que pide que se someta a una cuestión de confianza en el Congreso si quiere su apoyo para las cuentas públicas.
Sería el segundo año consecutivo en que el Gobierno de Sánchez se ve ante la incapacidad de sacar adelante unos presupuestos y eso no es bueno para Melilla, que sigue a la espera de cuestiones tan importantes como, por ejemplo, saber si se podrían o no contemplar las obras para la ampliación de la pista del aeropuerto y la implantación de un nuevo sistema de aproximación.
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