Melilla se encamina a partir de esta semana a dos de sus grandes acontecimientos anuales: el inicio del sagrado mes de Ramadán, previsto para el día 23, y la llegada de la Semana Santa, que comenzará dentro de justamente dos semanas con el Domingo de Ramos. De hecho, el sábado 25 tendrá lugar en el Sagrado Corazón de Jesús el acto de proclamación del Pregón, que este año ofrecerá María Teresa Nogales a partir de las nueve de la noche.
Un año más, Ramadán y Semana Santa coinciden en el tiempo. Y nuestra ciudad vuelve a dar un ejemplo de respeto entre comunidades cuando las luces de la Avenida Juan Carlos I se apaguen entre tanto pasan los tronos semanosanteros. Ya se hizo en 2022 y así será de nuevo en 2023 para dar testimonio al mundo entero de que la convivencia es posible a través de un gesto tan simple como ese.
Las calles del centro ya están preparadas para la celebración musulmana del Ramadán. Este año hay luces nuevas, ya instaladas, que incluyen el túnel de O'Donnell que se utilizó para Navidad y que se ha acondicionado para que adorne también el importante mes de ayudo para nuestros convecinos. Todo está preparado a falta de que se confirme efectivamente la fecha en que comenzará el Ramadán.
Mientras se aguarda ese momento, los melillenses tuvieron este domingo un adelanto de la Semana Santa y el olor a incienso y a primavera se dejó sentir por la mañana cuando la Cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Flagelación y Nuestra Señora del Mayor Dolor salieron del Sagrado Corazón a hombro de sus portadores para dirigirse hasta la Casa Hermandad, en Batería Jota, para esperar allí sus estaciones de penitencia, el Domingo de Ramos, el Jueves Santo y el Domingo de Resurrección.
Fue interesante ver a las vírgenes ataviadas de hebrea y a los cristos sobre andas para realizar el traslado. El pasado mes de julio fueron llevados desde la Medalla Milagrosa hasta el Sagrado Corazón porque la iglesia de Cabrerizas debía cerrarse por el mal estado del edificio. Ahora, los sagrados titulares de la cofradía regresan a su Casa de Hermandad ofreciendo una de las fotos más bonitas de la jornada: el niño, que no tendría más de 7 años, vestido de traje, serio y formal, que no perdía detalle del capataz de trono que dirigía a los portadores.
Ver a ese chiquillo tan metido en su papel semanosantero daba satisfacción porque venía a decir que la Semana Santa de Melilla tiene futuro. No sería de extrañar que dentro de diez años, ese pequeño será portador de trono y dentro de otros diez, ya será capataz. Verlo con su medalla cofrade al cuello, su interés por las órdenes que se daban a los jóvenes del trono, fue una de las mejores cosas de la mañana de un domingo en el que, además, se compitió por la Copa de Europa de Triatlón, situándose de nuevo a la ciudad en el punto de mira de la élite deportiva.
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