La ministra de Exteriores, Arancha González Laya, confirmó este martes a la periodista Angels Barceló que Pedro Sánchez no tocó el conflicto entre España y Marruecos en su encuentro relámpago con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, durante la cumbre de la OTAN celebrada en Bruselas.
La canciller española matizó que antes de los 45 segundos que Sánchez y Biden pasearon juntos por un pasillo, ambos habían estado hablando (dice ella que durante media hora). Es entonces imperdonable que el socialista no haya abordado en todo ese tiempo el único tema en el que tenemos discrepancias con la potencia más poderosa del mundo: Marruecos.
El líder del PP, Pablo Casado, tan dado a las frases lapidarias, no ha tardado en soltar una verdad como un templo: España ha pasado a la irrelevancia política en el terreno internacional. Yo añadiría que no sirvieron de nada los miles de euros que el presidente Sánchez se gastó en giras internacionales durante sus primeros meses de mandato. A la hora de la foto en la OTAN, estamos en una esquina, en segunda fila, pegados a la puerta.
Y eso pasa por pactar con comunistas y no condenar las dictaduras. Nadie en su sano juicio querría hacerse una foto con el presidente de un país que gobierna con el apoyo de radicales y niega la dictadura cubana cuatro días antes de un supuesto encuentro bilateral con Joe Biden, el liberal más poderoso del planeta.
El presidente de Estados Unidos, asesorado por Alejandro Mayorkas, un inmigrante cubano que hoy es su secretario de Seguridad Interior, sabe que como las cámaras lo pillen en un abrazo con Sánchez, los dos millones de cubanos que residen en Estados Unidos le montan una caravana en Miami en cuestión de segundos.
Biden se encontró con Sánchez tres días después de que un grupo numeroso de exiliados cubanos se manifestara el viernes en Florida frente a la sede diplomática cubana en Miami en contra del apoyo del español Josep Borrell a la dictadura cubana en el Parlamento Europeo. Eso probablemente reventó cualquier posibilidad de “ampliar los lazos” entre Estados Unidos y España.
Hay que sumarle, además, que en el conflicto hispano-marroquí, Estados Unidos ya ha elegido bando y se ha posicionado del lado de Marruecos. No porque esté en contra de España o de Sánchez sino porque huye de cualquier alianza con comunistas y necesita al reino alauí como dique de contención del yihadismo en el Sahel.
Tiene razón Pablo Casado cuando dice que hoy España ocupa un papel irrelevante a nivel internacional. Creo que, por primera vez, el presidente del Partido Popular no exagera. Nuestro papel en el mundo no es el que podría tener el presidente de Haití, pero no le llega ni a los tobillos a Turquía, que sí tuvo un encuentro como Dios manda con Joe Biden en la cumbre de la OTAN.
De la entrevista amable que sostuvo Angels Barceló con la ministra González Laya, me llamó la atención la ‘discreción’ con que la titular de Exteriores asegura que está intentando reconducir la ruptura de relaciones con Marruecos y su aclaración de que no hay nada decidido en torno a la entrada de Melilla y Ceuta en la Unión Aduanera.
Según explicó, en estos momentos, el Gobierno central está explorando la posibilidad de consolidar “el anclaje” de las dos ciudades autónomas a la Unión Europea. Y en este sentido, uno de los pasos que se están estudiando es la incorporación de efectivos de Frontex a la vigilancia del perímetro fronterizo melillense y ceutí, como recogió El País.
El ridículo monumental que hizo Sánchez buscando la foto con Biden pasará a los anales de la diplomacia española como uno de los grandes fracasos internacionales de este país, que deben mucho a la foto antológica de José Luis Rodríguez Zapatero sentado mientras desfilaba la bandera de Estados Unidos el 12 de octubre de 2003.
Si bien Rajoy consiguió mantener una buena sintonía con Obama, en la era Trump España pasó desapercibida. Con Biden vamos por la misma senda.
En Marruecos la resaca del ridículo de Sánchez y su incapacidad de tocar la crisis hispano-marroquí con Biden se tradujo ayer en un salto a la valla de Melilla protagonizada por un centenar de migrantes, en la zona de Dique Sur.
No nos engañemos. Vamos camino de un verano caliente. La discreción a la que ministra apela para hacernos creer que hay contactos con Marruecos no se la cree nadie. Es evidente que los ‘encuentros’ no están consiguiendo su objetivo porque Rabat sigue erre que erre con su obsesión por hacerse con el Sáhara y por ocultar la guerra que en estos momentos hay en esa zona.
El mini-encuentro con Biden vino a demostrar que estamos en el bando equivocado. No sólo tenemos que reconducir la relación con Marruecos, si es que eso es posible sin renunciar a la soberanía de las dos ciudades autónomas. También tenemos que reconsiderar nuestras alianzas. Si queremos apostar por la alianza social-comunista, tenemos que aceptar que nuestros compañeros de viaje serán Rusia, China, Cuba y Venezuela. Alemania, Francia y Estados Unidos nos darán la espalda.
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