El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, fue entrevistado por Jordi Évole en su programa semanal, Lo de Évole, en La Sexta este domingo. Durante un buen rato, Sánchez estuvo contestando a preguntas sobre la campaña electoral, sobre ETA, sus relaciones con los poderes económicos y mediáticos y sobre el nuevo partido formado por la ministra de Trabajo y Economía Social, Sumar, entre otros diversos asuntos.
También fue preguntado el presidente del Gobierno por el periodista sobre el transcurso de esta legislatura y Melilla –y el 24J concretamente- formó parte de ellas. Todo comenzó cuando Évole cuestionó a Sánchez si se arrepentía de alguna de las medidas que se habían tomado durante esta legislatura por parte del Gobierno y, más particularmente, cuando el comunicador se refirió a la modificación de la tradicional posición española sobre el Sáhara Occidental, que varió desde el referéndum de autodeterminación a la autonomía del territorio dentro de Marruecos.
Ante esto, Sánchez respondió negando “la mayor”, asegurando que defiende el interés general de España y recordando que el país, “también con el actual Gobierno”, continúa siendo el principal donante de ayuda humanitaria al pueblo saharaui. Una vez hechas estas puntualizaciones, el presidente del Gobierno constató la “realidad” de que, durante los 50 años que dura hasta ahora el conflicto, no ha habido avances.
Por lo tanto, y dado que la comunidad internacional –singularmente los Estados Unidos y la Unión Europea (UE)- está advirtiendo, según Sánchez, de que “hay que encontrar otras vías para resolver el conflicto” dentro de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) mediante “una solución acordada por las partes del conflicto”, España, cree su presidente, debe mantener “una actitud constructiva”.
Sánchez, quien afirmó que no compartía la visión de Évole acerca del “Rey absolutista de Marruecos”, en referencia a Mohamed VI, recordó que la relación de España con este país es “estratégica” desde el punto de vista comercial, de la seguridad, de la lucha contra el terrorismo y de la inmigración. Interrogado sobre si ese cambio de posición sobre el Sáhara Occidental había tenido alguna contrapartida en esta última materia con el compromiso de Marruecos de retener la inmigración y los saltos a las vallas de Melilla y Ceuta, el presidente se limitó a manifestar que la cooperación entre ambos países “es muy positiva también desde el punto de vista de la política migratoria”.
En este punto, el periodista contrapuso a Sánchez dos hechos. Por un lado, que él fue el presidente que trajo, en 2018, al puerto de Valencia, el barco Aquarius, con 630 inmigrantes que llevaban ocho días por el Mediterráneo tras haber sido rescatados y haberse negado a recibirlos tanto Italia como Malta. Por el otro, que fue él quien estaba en el cargo cuando sucedió la “tragedia” del 24J en Melilla. “¿Cuál de los dos Pedro Sánchez es el de verdad?”, fue la pregunta literal.
Para el presidente del Gobierno, no es justo acusar al Ejecutivo de nada de esto, ya que la política migratoria de estos últimos cinco años ha sido, para él, de las más humanitarias de Europa y de fuera del continente. Así, Sánchez se refirió a la empresa pública Sasemar, que, según él, durante este tiempo ha rescatado a más de 120.000 personas, casi 7.800 de ellas en lo que va de año. Para el presidente, esto prueba que el Ejecutivo central ha mantenido “una aproximación humanista” al fenómeno de la inmigración, y, en relación a ello, añadió que también habían facilitado la integración de los menores extranjeros no acompañados modificando el reglamento de extranjería “para darles esas oportunidades y esos derechos que no tenían antes”.
Finalmente, y ya entrando en el 24J, al ser preguntado sobre si faltó “humanismo” en esta ocasión por su parte y por la del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, Sánchez eludió dar una respuesta clara. Para él, aun admitiendo que fue “un hecho absolutamente lamentable y dramático” y que hay que hacer todo lo posible para que no vuelva a suceder, “las causas de lo que se vivió en Melilla empiezan miles de kilómetros atrás”, en los países de origen de estos inmigrantes, donde no pueden crecer, desarrollarse económicamente y tener un empleo; donde son perseguidos políticamente y sufren las consecuencias del cambio climático. Muchas “inseguridades” son las que sufren estos inmigrantes, en opinión del presidente, que hacen necesario actuar directamente para “construir posibilidades y desarrollo económico en estas naciones” que hagan innecesario que las personas tengan que emigrar de ellas.
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