La iglesia abre sus puertas todas las mañanas para recibir a los más pobres l La parroquia entrega alimentos a 74 familias l Otras 40 están en lista de espera.
San Agustín es una pequeña iglesia situada en uno de los barrios más característicos de la ciudad, El Real. Pero su tamaño no le impide acoger a las decenas de personas que a diario se acercan a la sede que Cáritas tiene esta parroquia para demandar todo tipo de ayudas. El 66,6% de las atenciones que hizo la ONG en Melilla el pasado año se realizaron en esta pequeña oficina. De las 12.000 asistencias y expedientes que se abrieron por Cáritas, unas 8.000 se realizaron en San Agustín. Las puertas de esta iglesia están abiertas todas las mañanas y eso hace que muchos ciudadanos busquen allí la ayuda que no encuentran en otras instituciones.
Cristina Vizcaíno, la trabajadora de Cáritas en esta sede, asegura que la crisis ha disparado la demanda de alimentos, ropa, material escolar y fármacos. En dos años, se ha incrementado el número de atenciones a personas necesitadas en un 37,5%. En muchas ocasiones, no pueden hacer nada por las familias y otras veces, consiguen ayudarlas a mejorar su calidad de vida.
En Cáritas de San Agustín reparten alimentos, fármacos, material escolar, dan clases de apoyo educativo y alfabetización de adultos, acogen a los niños necesitados del barrio en las colonias de verano, visitan a los enfermos, organizan un ropero para donar prendas de vestir a las familias y sobre todo, escuchan las historias de las decenas de personas que superan la vergüenza de cruzar la puerta para admitir que no tienen recursos y solicitar, a veces, con desesperación una ayuda.
En esta sede de Cáritas no tienen suficientes recursos como para ayudar con los pagos de la luz o el alquiler a las familias que lo están pasando mal por culpa de la crisis, pero les ponen en contacto con otras instituciones que sí les pueden echar un cable en estos momentos. Vizcaíno asegura que son el último recurso para muchas familias que se han recorrido la Administración de arriba a abajo sin encontrar alguien que les tienda una mano.
Son la última puerta a la que llaman los ciudadanos y por ello, intentan siempre aliviar la desesperación de estas personas.
40 en la lista de espera
Una de las principales demandas de las familias que llaman a esta sede de Cáritas son los alimentos. Esta parroquia forma parte de la institución Banco de Alimentos y por lo tanto, reparte estos productos a 74 familias, unas 305 personas, que no tienen nada que tomar a la hora de almorzar o cenar.
Pero este año han tenido que solicitar una ampliación de la ayuda que reciben para llegar a otras diez familias más que están en una situación grave de exclusión social. Sin embargo, aunque se incorporen estas diez nuevas familias al Banco de Alimentos, aún habrá unas 30 en la lista de espera. No pueden solicitar alimentos para las 40 unidades familiares porque no tienen espacio en el almacén. Uno de los problemas que impide que San Agustín y otras muchas ONGs incorporen a sus listados a más beneficiarios del reparto de alimentos es la falta de espacio en sus sedes.
Los fármacos
Hace muchos años, San Agustín tenía un dispensario donde se hacían curas a las personas que estaban heridas o que necesitaban cuidados médicos, pero no tenían la posibilidad de ser atendidos en el hospital. Ahora es más fácil recibir atención médica de urgencia, pero no todos los enfermos tienen dinero para pagarse las medicinas. Esta sede de Cáritas tiene un pequeño botiquín donde hay paracetamol, ibuprofeno y medicamentos para patologías del corazón. Son muchas las personas mayores que precisan de esta ayuda para poder tomarse sus medicamentos, así como familias que no tienen dinero ni para comprar un jarabe para aliviar el resfriado de sus hijos. Incluso tienen en este pequeño botiquín de emergencia inyecciones de insulina para diabéticos porque el coste de este tipo de fármacos es casi prohibitivo para algunos ciudadanos que no tienen recursos.
Informar y atender
Otra de las funciones de Cáritas de San Agustín es guiar a los demandantes de ayuda. Cristina Vizcaíno explicó que la mayor parte de las personas que llegan a la parroquia ya han pasado por Bienestar Social y el resto de áreas de la Administración para pedir ayuda, pero no han conseguido nada. La gran mayoría no cumple con el requisito de tres años de empadronamiento, no tienen derechos a los programas de Bienestar Social y por ello, sólo les queda Cáritas. No obstante, esta trabajadora aconseja a estos ciudadanos otro tipo de entidades que también están a su disposición.
Siempre solidarios
Otras familias sólo acuden a esta sede para que les ayuden a rellenar documentos. Son personas analfabetas que no conocen bien el castellano y que desean solicitar una ayuda para la vivienda o la beca de estudios para sus hijos. En este sentido, Vizcaíno explicó que a muchas madres las deriva a Cáritas Interparroquial donde cuentan con ordenadores y conexión a Internet para que puedan usar estos recursos y presentar su expediente para una beca del Estado.
En San Agustín siempre necesitan de la solidaridad de los melillenses. La Navidad pasada, gracias a las donaciones de los ciudadanos, se consiguió ayudar con alimentos, ropa y juguetes a 90 familias, unas 300 personas. Fue la mejor campaña de solidaridad que se ha realizado nunca en la parroquia y eso también es gracias a los voluntarios que dedican su tiempo libre y restan horas al ámbito personal para estar en esta sede de Cáritas echando una mano.
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