Hace ya poco más de once meses que Said Hamad emprendía una nueva aventura para trabajar en lo que más le gusta. El entrenador melillense, en posesión del nivel III, es un apasionado del fútbol, pero sobre todo de la parcela formativa de la base.
El técnico melillense se encuentra disfrutando de unas merecidas vacaciones en su tierra natal rodeado de su familiar y amigos. Dentro de una semana volverá a hacer el equipaje para regresar a Mongolia Interior y seguir con el proyecto que emprendió hace casi un año y que al menos se prolongará como mínimo durante cuatro más como integrante de la 'Academia Nama de Mongolia Interior'.
Said concedió una entrevista a El Faro en la que repasó su trayectoria como jugador y entrenador en España y Marruecos antes de ampliar horizontes. Se le ve satisfecho y seguro de la labor que está realizando, a pesar de las dudas que pudo tener a poco de comenzar esta nueva experiencia, más que nada por la crudeza de la climatología y el desconocimiento del idioma. Ahora lo cuenta de manera relajada y con una sonrisa dibujada en la cara y presume de hablar chino, cosa nada fácil.
“Jugué en las categorías inferiores de la Peña Real Madrid. Mi experiencia como entrenador comenzó realmente en el Colegio León Solá cuando apenas tenía 15 años y mi profesora me pidió que le echara una mano con los niños. Teníamos un buen equipito. Estaba como monitor”, recuerda.
“Entrené en Barcelona. Mis inicios fueron en la cantera del Corvera. Tuve una buena experiencia. Después me vine unos años a Melilla y estuve entrenando y colaborando con el Rusadir y un espacio corto de tiempo en la Peña Santillana. Luego decidí hacer la mochila y coger mi curriculo y marcharme a Marruecos. Trabajé en las categorías inferiores del IRT Tánger. Tuve la suerte de conocer al director de la Escuela Deportiva del club, me ofreció la posibilidad echar una mano y la experiencia, que duró siete meses, fue muy positiva y productiva. Después vino la experiencia de entrenar en Nador al equipo de Segunda División, y posteriormente volví a entrenar al River. Después de la experiencia con el River me tomé un descanso, me marché a Barcelona y ahí tuve una primera entrevista para ir a China”, apuntó.
El espíritu inquieto de Said le valió para comenzar una nueva y enriquecedora experiencia. “Te empiezas a mover, a enviar tu curriculo, empiezas a conocer gente. Fue una apuesta personal de Corominas, un amigo que fue futbolista profesional y que había trabajado anteriormente con él como ayudante, a través de él pude acabar en China. Me dieron la oportunidad, al principio fue muy difícil y complicado, pero estoy bastante contento por cómo ha ido todo. Cambio de cultura, pero creo que lo he asimilado bien. El idioma al principio parecía prácticamente imposible y ahora mismo puedo presumir de que hablo un poco el chino. Ya he empezado a tener sesiones de entrenamientos sin traductor”, manifestó.