La saeta, esa música propia de la Semana Santa, recibió ayer a los sagrados titulares de la Cofradía de Melilla la Vieja que salían de la Plaza de Toros para realizar su estación de penitencia. Eran Nuestro Padre Jesús Nazareno en su Dulce Nombre y María Santísima de los Dolores, más conocida popularmente como la Virgen de Las Lágrimas. Y ella, la saetera, la gran Ana Hernández, que cada Semana Santa pone su particular esencia vocal en las procesiones.
Volvía a ser el turno de la Real Cofradía y Hermandad Franciscana de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores, que saldrá de nuevo a la calle este Viernes Santo con la procesión oficial de la Semana Santa de Melilla: el Santísimo Cristo Yacente o Santo Entierro, y Nuestra Señora de los Dolores en su Soledad.
La comitiva fue de nuevo muy puntual. La Cruz de Guía y el estandarte anunciaba a las ocho y media de la tarde la pronta aparición del Nazareno en la calle. La imagen, un Cristo de túnica granate que lleva a hombros la cruz y cargado a hombros bajo las órdenes del capataz Antonio Zapata, salió desde la puerta principal del coso taurino. Escoltado por los gastadores del Tercio Gran Capitán I de La Legión, la procesión contó con la presencia de los representantes del Cuerpo Nacional de Policía y media docena de "manolas", que hacían su homenaje semanosantero a la mantilla española.
El trono, realizado en los talleres de Pedro Angulo (Lucena) en 2010, está repujado en metal plateado rodeado de bajorrelieves con motivo de la Pasión y la Resurrección de Cristo. En él, la imagen del Nazareno con la cruz sobre su hombro izquierdo, una cruz de madera y pan de oro, se mece a los sones de la Agrupación Musical de la Cofradía.
Se veían portadores muy jóvenes, como muy jóvenes eran los miembros de la Agrupación Musical y el cuerpo de nazarenos, ataviados con túnica morada y capirote blanco. Era un hecho que no pasó desapercibido para las personas que se concentraban en la puerta de la Mezquita del Toreo. El comentario generalizado fue, precisamente, la juventud de los que participaban como actores protagonistas en la procesión.
Y detrás del Nazareno, María Santísima de los Dolores, bellísima en la negra sobriedad de su túnica y de su manto de terciopelo, y llevada casi en volandas por los 40 cargadores que iban bajo el paso, de estilo sevillano, haciendo las delicias de un público entregado, incapaz de contenerse ante la chicotá de salida desde el callejón de la Plaza de Toros. Ella también fue recibida al salir con la saeta
Muy emocionante el momento en que los cargadores entonaron la marcha "Costaleros" a los sones de la Banda de Música Ciudad de Melilla, dirigida por Sergio Rincón. Muchos aplausos por el regalo de estos hombres, que erizaron el vello de los asistentes con su devoción por María transformada en himno procesional.
Ambos titulares de la Cofradía del Nazareno llegaron a la Avenida pasadas las diez de la noche y acompañados por los cientos de melillenses que los seguían desde la Plaza de Toros. En la tribuna de la Avenida Juan Carlos I frente a la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, se llevó a cabo la estación de penitencia. A partir de ahí, camino inverso hasta la Plaza de Toros para la recogida, que se produjo ya de madrugada.
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