UN importante dispositivo de agentes de la Guardia Civil ‘tomó’ ayer durante dos horas las inmediaciones del puerto, concretamente la zona de las escolleras, la más próxima a Melilla La Vieja y la Alcazaba. Fue una operación por tierra, mar y aire, como el propio Instituto Armado describe en su nota de prensa. Participaron efectivos terrestres, una lancha y un helicóptero. Se desplegó un módulo de los Grupos de Reversa de Seguridad (GRS), especialistas en control de masas, una compañía de Seguridad Ciudadana, un perro del grupo cinológico, agentes del Grupo de Especialistas en Actividades Subacuáticas (GEAS) y componentes del Servicio de Automovilismo.
Todo este dispositivo sirvió para localizar a 33 niños y adolescentes extranjeros, además de otros cuatro inmigrantes ilegales adultos. Estos últimos fueron puestos a disposición de la Policía Nacional para su expulsión de España. Al resto se les aplicó “el protocolo correspondiente” a los menores de edad. Es decir, fueron llevados a dependencias de la Policía Local. Los agentes se hicieron cargo de ellos. Los trasladaron al Centro de Menores de la Purísima. Allí se les tomó los datos, se tramitó su ingreso y quedaron bajo la tutela de la Ciudad Autónoma. Hecho esto, se dejó a su elección continuar en las instalaciones o abandonarlas y regresar a los escondrijos de Melilla La Vieja donde horas antes habían sido localizados gracias al amplio dispositivo de la Guardia Civil.
Llegados a este punto, la pregunta es evidente. ¿Para qué sirvió la operación realizada ayer en el puerto, las escolleras y Melilla La Vieja? ¿Se ha acabado con la inseguridad que amenaza a estos niños y adolescentes que viven en grutas y escondrijos a la espera de la oportunidad de colarse en algún barco para viajar a la península como polizones? ¿Tienen algún motivo los vecinos de la zona para estar hoy más tranquilos cuando la situación es la misma que ayer?
Quizá no todos estos menores hayan abandonado ya la Purísima, pero es muy posible que lo terminen haciendo junto a otros muchos más porque cuando llegaron a Melilla, no lo hicieron con intención de quedarse en nuestra ciudad. Una vez aquí, probablemente tampoco hayan encontrado ningún motivo para cambiar de opinión. Y, además, no hay ningún problema que les impida intentar una y otra vez el salto a la península.
En consecuencia, ¿cuál fue el motivo de este amplio y costoso dispositivo? Es muy probable que no lo sepan ni en la propia Comandancia de la Guardia Civil o que se trate de una más de las misteriosas operaciones de don Ambrosio, alias ‘Patxi’.
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