Mientras se anda por las calles de la ciudad o en el monte es probable que uno se encuentre con animales, ya sean salvajes o que se han perdido. Y es que hay personas que los recogen sin saber que esta acción les perjudica más que ayudarles. Hay especies que necesitan una alimentación concreta o simplemente no necesitaban ser recogidos. Para saber cómo actuar en cada momento, El Faro ha acudido a Francisco Pérez, responsable de la ONG SEO Birdlife en Melilla.
Pérez explica que las urbes no paran de crecer, e invaden poco a poco terreno que hasta no hace mucho era exclusivo de la fauna y flora local, haciendo que los encuentros entre humanos y animales sean cada vez más frecuentes.
Señala que ciudades como Melilla, rica en diversidad biológica pero con escasez de espacio, es especialmente propensa a estas situaciones y que, por ende, en el mejor de los casos, se saldan con la persona intentando asistir y ayudar a otro ser vivo, pero… “¿Sabemos realmente cuándo necesitan nuestra ayuda? ¿Tenemos claro el protocolo a seguir para socorrerlos? ¿Y la legislación al respecto?”, cuestiona.
Dada la complejidad del mundo natural, Pérez relata algunos de los encuentros más comunes de nuestra ciudad y dará una guía de como actuar y saber a quién debemos acudir en cada caso. “También cuando nuestra involucración puede ser nociva e incluso ilegal”, subraya.
Un clásico dentro de los rescates urbanos son las aves heridas o jóvenes, apunta. Expone que en los meses de veranos es común encontrar pollos fuera del nido, y muchas veces actuamos de buena fe pero inadecuadamente, “por lo que el primer consejo es, a mi parecer, el más importante: si el pájaro tiene plumas (aunque no vuele), no se coge. Solo lo tocaremos en caso de que se encuentre en un lugar de peligro inminente, poniéndolo a salvo en altura (árbol o muro) o retirándolo de carreteras y vías”, explica. En caso de que parezca sufrir una lesión o aún no esté emplumado, hay que recogerlo y ponerse en contacto con personas formadas para saber cómo sacarlo adelante.
“En otras ciudades animaría a llamar al SEPRONA y que estos lo trasladaran a un Centro de Recuperación de Fauna, pero en Melilla, pese a las insistencias de grupos como SEO/BirdLife, somos la única provincia que no posee un centro, y algunos voluntarios como el grupo local de SOS Vencejos, son los únicos que intentar sacar adelante a esos animales que si no perecerían”, recalca.
Como avance, señala, la mayoría de las aves jóvenes se alimentan a base de insectos, nunca el arcaico pan con leche que tantas vidas ha costado. En este punto, enfatiza que las aves no son mamíferos para tomar y digerir la leche, además de que el pan puede fermentar en sus buches causándoles infecciones. Casos como las palomas y similares deben ser alimentado con grano, detalla.
Añade que algo a tener en cuenta es el llamado ‘troquelamiento’, que es cuando un ave rescatada es tratada en exceso por personas y termina perdiendo la identidad de especie, creyéndose un humano y dificultando mucho su puesta en libertad, que debe ser siempre la meta. Por lo tanto, es importante asesorarse de donde y como tener a nuestro inquilino temporal para evitar que se troquele.
Pérez apunta a que es rara es la semana que no aparece un erizo moruno, especie de pequeño mamífero, encontrado muerto o severamente enfermo por alguien en zonas como el Parque forestal y la granja Gloria Fuertes, y es que padecen una extraña enfermedad de la piel, sarna o similar, de origen aún desconocido, que está causando una mortandad altísima de esta emblemática especie. Subraya que “en la España peninsular tienen una especie diferente de erizo, haciendo que los territorios de Ceuta y Melilla sean los únicos en los que se encuentra presente de forma natural”.
Por ello destaca que es tan importante la especie que dos conocidos naturalistas locales preparan un proyecto con el apoyo del Centro de Colecciones de la Universidad de Almería (CECOUAL) para esclarecer el origen del mal que les azota, si se debe a algún tóxico proveniente de insecticidas, herbicidas o fumigaciones; o es una cepa de sarna traspasada de algún animal doméstico o con origen en la cercana granja escuela.
“Si alguien encuentra uno de estos animales enfermos, debe notificarlo al SEPRONA o tratarlo con grupos como SEO/BirdLife que, pese a destacar su actuación sobre las aves, poseen voluntarios capacitados para atender a cualquier animal”, informa.
Si hablamos de especies emblemáticas de nuestra fauna, Pérez subraya que no puede faltar la tortuga mora. “Ese pequeño quelonio relativamente común en nuestra periferia y que cuenta con una especial protección y es que desde el 1 de julio de 2015, la simple posesión de un ejemplar de tortuga está penada con pena de prisión de seis meses a dos años, así como cuantiosas multas”, acentúa.
Explica que en Melilla, como en zonas del sudeste peninsular, la tenencia de tortugas como mascota era algo común y tradicional hace unos años, pero hoy en día a causa del declive altísimo de la especie está completamente prohibido. “Si nos encontramos un ejemplar no debemos cogerlo, como mucho retirarlo de la carretera si se encontrara en ella”, recalca.
A pesar de su alta protección, en Melilla no hay actualmente ningún organismo o lugar que pueda custodiar o albergar esta especie, “por lo que una vez más el centro de recuperación se presenta como una solución necesaria para nuestra fauna”, señala.
Dada la situación, Pérez expresa que “nos apena ver que la falta de información y conocimiento hace que a veces personas queriendo hacer el bien encuentran tortugas en las zonas de campos locales, su casa, y las secuestra para llevarlas a algún lugar donde las mantengan en una artificial semilibertad. Además, el SEPRONA puede actuar sobre su tenencia y, por desgracia, la recuperación de tortugas de manos privadas suele terminar en la eutanasia para los animales, que no pueden volver a la naturaleza por el peligro de portar enfermedades”.
Añade que algo parecido pasa y ha pasado siempre con los camaleones en la ciudad, tan comunes y numerosos antaño y tan escasos hoy en día, que cuesta ver uno. La razón: son animales lentos, que no oponen ninguna resistencia al ser cogidos y que cuentan con el exotismo de su larga y pegajosa lengua, así como su famosos cambio de color, lo que lo hacen propenso a la captura para ser mascotas.
Por todo, Pérez cree que es esencial que cuidemos de nuestra fauna local. En este sentido, subraya que en muchas ocasiones “estos cuidados pasan por echarnos a un lado y dejar que sigan viviendo como llevan haciendo siglos. Si nos encontramos en una situación que creemos que debemos actuar, es esencial siempre asesorarse con un experto o con las autoridades antes de hacer nada. Solo así podremos disfrutar mucho más tiempo de estos animales tan especiales que agrandan nuestro patrimonio natural”.
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