Gabriel Rufián (Santa Coloma de Gramanet, 1982), es un político barcelonés de sangre andaluza que encabezó las listas de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) en las pasadas elecciones generales. Con ciertas ínfulas de telepredicador de esos de hace un par de décadas, se ha vuelto especialmente mediático por su taimado e incisivo discurso en defensa de la independencia de Cataluña.
Es uno de los llamados actores de la nueva política española y sus intervenciones, hasta el momento, no han dejado indiferentes a nadie, ni de su bancada ni de la contraria.
Especialmente activo a la hora de reivindicar el respeto de los derechos humanos de los inmigrantes que intentan cruzar a España desde Melilla y Ceuta, comenta a El Faro sus impresiones sobre las políticas migratorias llevadas a cabo por el Estado español.
– Hagamos primeramente como en esas visitas al psicólogo en las que te muestran una tarjeta con una mancha de tinta, en el denominado test de Rochstat. A usted, señor Rufián, ¿qué es lo primero que se le viene a la cabeza cuando escucha el nombre de la ciudad?
– Cuando oigo el nombre de Melilla se me viene a la cabeza la imagen de la barbarie, de la indecencia. De una valla indigna que cercena miembros de aquel que, reclamando asilo o una oportunidad, se dirige hacia un Estado español que les cierra sus puertas.
– Esta opinión de la ciudad es algo que irrita mucho a los habitantes de Melilla, pues la consideran bastante sesgada. Entre los melillenses surge una duda sobre la autoridad moral que tienen tanto usted como su partido para hablar de una problemática que tienen bien lejos, como a un millar de kilómetros.
– A ver, entiendo y respeto todas las opiniones como no puede ser de otra manera. Ahora bien, bajo ese argumento hay un montón de cosas que suceden en un montón de sitios que son completamente indecentes y que no podríamos comentar por esa lógica. En base a ese pensamiento no podríamos hablar de lo que suceda en según qué países que tampoco nos complace.
Guste más o guste menos, estoy convencido de que a la gran mayoría de la buena gente de Ceuta y Melilla no le agrada absolutamente nada que haya centenares de personas que se encaramen cada mes a esa valla, acabando con una concertina entre las piernas. Nadie puede convencerme de que eso no es totalmente indecente. Así que no se trata de tener o no autoridad moral, sino de tener decencia o prescindir de ella.
– Para conocer la realidad de primera mano, y como ya han hecho compañeros suyos de muy diferentes agrupaciones políticas, ¿no contempla acercarse a Melilla a adquirir una conciencia más cercana de lo que sucede en estos 12 kilómetros cuadrados?
– Sí, de hecho lo hemos comentado en muchas ocasiones, incluso con compañeros de otros grupos parlamentarios. La verdad es que es un viaje que tenemos previsto hacer y que seguramente haremos.
– ¿Qué medidas propone ERC para evitar que actuaciones en el perímetro fronterizo de Melilla y Ceuta acaben siendo estudiadas en el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos?
– Nosotros, ante todo, pensamos que no hay ciudadanos de primera ni de segunda categoría. Lo digo, además, por esta cuestión de discrimación que se produce en la valla con los subsaharianos, pues cuando intentan entrar al país se les cierra la puerta. A ellos no se les considera “refugiados”, vulnerándose así las garantías y derechos que poseen.
Además de esto, en Cataluña y en otras partes del Estado español existen los indignos CIEs (Centros de Internamiento de Extranjeros), que son una especie de cárceles en las que hay mucha gente recluida cuyo único delito es ser pobre. La pena con la que cargan es la de haber conocido la miseria en sus vidas, esa miseria que les empujó a llegar al Estado español.
Nuestra política, sin embargo, es la de un mundo realmente sin fronteras, en el que cada cual sea lo que quiera ser sin necesidad de pedir perdón por ello, ni más ni menos. Puede parecer utópico, pero nos han vendido la idea de que todo eso es imposible, o incluso demagogia; cuando no es así, al final nacemos libres e iguales, y a mí me da igual el color de piel que tengas o lo pobre o rico que seas. Al final, en el mundo que nosotros vemos no hay clases, ni razas, ni cualquier otro tipo de distinción.
– Esta libertad a la que se refiere, ¿no se ve coartada al forzar a los trabajadores inmigrantes que piensan residir en Cataluña a que adquieran el catalán como lengua exclusiva? ¿Se imagina que a sus padres se lo hubieran exigido cuando llegaron a la región catalana en busca de empleo? –Entiendo que hay una especie de tótems o de mantras, especialmente provenientes de algunos sectores de la derecha o más reaccionaria, que consideran que el castellano está perseguido o amenazado en Cataluña. Ese idioma que, por ejemplo, yo estoy utilizando ahora mismo y creo que no me cuesta nada hablar.
Yo creo que estas aseveraciones son algunas de las cosas más absurdas y miserables que se pueden decir por parte de los unionistas. Más que nada porque hablamos de una lengua hablada por más de quinientas millones de personas en el planeta, lo que constituye el tercer idioma con mayor número de parlantes del mundo. Creo que cualquier persona, independientemente de su ideología, entenderá que un idioma así, hegemónico en el mundo, necesita poca protección. Y es fácil de aprender, de entender y de hablar. La mejor manera de querer una tierra es aprender su idioma. Y el idioma de Cataluña no es solo el catalán: es el español, el urdu, el árabe o el chino, entre otros. Ahora bien, estamos hablando de un idioma minoritario como el catalán y tan solo pedimos que haya un poco más de protección y respeto con él.
– Se puede intuir que uno de los anhelos de ERC es aglutinar al mayor número de inmigrantes residentes en Cataluña, atrayéndolos así al ‘procés’. ¿No puede plantearse este interés como algo aprovechado al considerar luego medidas tan exclusivistas como la de obligar a los funcionarios de su región a hablar exclusivamente en catalán?¿No sería abrirles y cerrarles la puerta al mismo tiempo?
– Es una concepción muy nacionalista aquella que todo lo que sea diferente al castellano es un impedimento o una cortapisa, creo que es profundamente erróneo. Le pongo un ejemplo: hay tres afirmaciones que la gente más simple suele hacer con respecto a lo que está sucediendo en Cataluña, y para ir en contra de la independencia.
La primera es ¿qué pone en tu DNI? Como si eso ya nos hiciera ser españoles. Dos: ¿Si te independizas dónde jugará el Barça?; y tres, el castellano está perseguido en Cataluña, no dejáis que la gente hable su idioma.
Bueno, mire, lo que pone en mi DNI es que de momento soy español; llega un día en que caduca y se podrá hacer otra cosa. El Barça jugará la liga que le toque, como el Espanyol o como el Mónaco, que juega la liga francesa siendo de otro país. Y, por último, le puedo asegurar que el castellano está de todo, menos amenazado en esta nación.
Aquel que diga que Cataluña es una tierra o un país excluyente, directamente no la conoce o miente.
– Excluyente, según su partido, es la ley migratoria en Europa. ¿Considera que las políticas practicadas en el perímetro fronterizo de Melilla y Ceuta, y recientemente anuladas por el Congreso, son una especie de experimento para su exportación posterior?
–Totalmente. Al final España, para Europa, es muchas veces un laboratorio donde probar un montón de cosas; sobre todo las unidas al neoliberalismo, la exclusión social, para las reformas laborales más reaccionarias y también, como no, para con las fronteras.
– Hace apenas dos semanas, atacó duramente a la Defensora del Pueblo por su escaso intervencionismo en tragedias como la de El Tarajal (Ceuta). ¿Por qué considera que la Administración no se posiciona más contundentemente en estos asuntos?
– Desgraciadamente, al Estado español aún le queda mucho tiempo para cambiar. Lamentablemente, el Partido Popular sigue ganando elecciones, continúa siendo un partido hegemónico. Seguramente vuelva a ganar estas próximas elecciones del 26 de junio. Eso lo dice todo. La izquierda nacional sigue siendo hoy en día el PSOE, que no es socialista ni obrera; y el cambio y la regeneración para mucha gente es un partido totalmente reaccionario como lo es Ciudadanos, que muchas veces es más de derechas que el propio PP. Así que, lamentablente, al Estado español le queda mucho, mucho, por hacer; y con toda la humildad del mundo, lo que decimos a España es que la buena gente de ese país nos ayude, porque en Cataluña sí que tenemos una mayoría de cambio que está dispuesta a permutar.
– ¿Otra de las declaraciones que desde su partido se ha hecho es aquella que concibe a Melilla y Ceuta como dos antiguas colonias españolas. ¿Considera usted que estas ciudades deberían separarse de España como lo pretende con Cataluña? ¿Aconsejaría la celebración de un referéndum para discernirlo?
– Nosotros siempre vamos a estar a favor de que la gente vote enfrente deuna urna lo que quiera ser. Nosotros no queremos incidir nunca en la soberanía de ninguna ciudad o espacio autónomo. Que cada cual haga lo que considere. Si la gente, en un momento dado, quisiera votar su estatus políticol, le puedo asegurar que ERC estaría totalmente a favor.
– Los indicios apuntan a que, tras el cierre del paso fronterizo de Los Balcanes, el flujo migratorio proveniente de Siria se desplace hacia Melilla y Ceuta para intentar seguir su camino a Europa. ¿Considera que España estaría capacitada para la recepción de un número tan elevado de personas?
– Yo creo que sí. Al final se trata de tener un Estado del que sentirse orgulloso, un Estado que no sea fuerte con los débiles y débiles con los fuertes. Y eso conlleva abrir las fronteras para todos aquellos que lo necesiten. Y creo que estamos de acuerdo en que toda esa gente que está en la frontera de Macedonia con Grecia lo necesita. Estamos hablando de niños que duermen en el barro, textualmente. Entiendo que es prácticamente miserable debatir entre si sí o si no; por supuesto que sí. Hay que dar cabida a todo aquel que lo necesite, hay que ayudar a que los más débiles dejen de serlo.
– Siempre existe la posibilidad de que las políticas migratorias se recrudezcan aún más ante la posibilidad de que llegue una avalancha de personas a las que no se pueda asistir.
– No deberíamos pensar que se vayan a recrudecer este tipo de prácticas, catalogadas no por nosotros, sino por Amnistía Internacional como “criminales”. No son unas lerias de unos cuantos separatistas, como alguno quiere hacer creer. Yo creo que son delitos de lesa humanidad por la que algunos de los que gobiernan habrían de sentarse en el banquillo de algún tribunal de justicia internacional. Lo malo es que , desgraciadamente, volverían a ganar las elecciones más tarde, así que tampoco veo mucho cambio en este aspecto.
– ¿Considera usted, por tanto, que las políticas de la UE distan mucho del interés de los más necesitados y desprotegidos?
– En Europa pasa una proyección de lo que puede observarse en España mismo, que tenemos a un partido (C’s) que quiere ser el nuevo Partido Demócrata y en realidad es el Frente Nacional. Pues en la UE, igual. Creo que se está tomando un camino muy peligroso, en el cual no solo hay ciudadanos de primera y de segunda; sino de tercera, de cuarta y de quinta. Creo que ahora mismo vales lo que tienes, y considero que eso es de todo menos “unión” y “europea”. Así que yo creo que conviene cambiarlo absolutamente todo, y por supuesto la UE.
– ¿Cree usted en este caso, y en base a esta comparación, que la derecha de este país (si consiguen la representación parlamentaria necesaria), podría llevar a cabo acciones como las propuestas por Marine Le Pen (del Frente Nacional) cuando quiso expulsar a los gitanos rumanos de Francia?
– Tanto el PP como su cuña, que es Ciudadanos y defiende atrocidades como negar la asistencia sanitaria a cualquiera dependiendo de su color de piel, podrían estar cerca de estos pensamientos. Muchas veces la gente se pregunta por qué aquí no existe un Frente Nacional, cuando resulta que lo tenemos y desde hace mucho más tiempo que los demás. Por eso creo que vamos hacia un modelo político totalmente reaccionario: de la política, de la economía y también a nivel social.
– ¿Defendería pues, como solución, la adquisición de un marco jurídico más amplio y a nivel comunitario para regular el flujo de entrada de inmigrantes?¿O le provoca desconfianza que pueda seguir los dictados de esa Europa que usted describe como conservadora y reaccionaria?
– Existen modelos muy diferentes, como Latinoamérica, donde se realiza con éxito esta gestión de las fronteras. Pero no quisiéramos tener ese discurso catastrofista de que, según quién o qué puede imponer su modelo en la UE. Creo que las cosas cambian, y aunque estemos viviendo una situación muy complicada, también se están viviendo cambios, como el vivido en Cataluña. Aquí hay una gran mayoría de ayuntamientos catalanes que han expresado su deseo de acoger a refugiados; esto es, de cambiar totalmente la política migratoria que existe en la Unión Europea. Así que también hay un halo de esperanza.
Además, en esta problemática no se trata tanto de razas, sino de clases. Se viven casos de gente que profiere insultos racistas, y lo hace con una camiseta de Benzema enfundada.
– Se celebró la semana pasada en Melilla una manifestación en recuerdo a Emin y Pisly, dos melillenses asesinados por la Marina Real Marroquí. Ante el silencio guardado por el Gobierno, muchos ciudadanos han salido a la calle profiriendo el grito de “¡Marruecos mata; España calla!” ¿Considera, como ellos, que hay ciertas reticencias a enojar a nuestro vecino de al lado?
– Totalmente. A nosotros nos consta -como a tantos otros y en base a estudios internacionales que así lo atestiguan- que España, que está todo el día con la palabra “patria” en la boca, cede soberanía al Gobierno marroquí. Otorga territorio nacional al país vecino a cambio de que haga el trabajo sucio.
Pero bueno, cuando tienes un ministro de Interior responsable de las Fuerzas de Seguridad del Estado que reza en el Valle de los Caídos, y que tiene un ángel de la guarda que le ayuda a aparcar, que condecora lo mismo a una virgen que a Francisco Marhuenda, comienzas a entender según qué cosas.
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