El neurólogo Jesús Romero Imbroda, vicesecretario del Colegio de Médicos de Melilla y vocal de Medicina Privada de esta misma institución, explicó a El Faro que Melilla y Ceuta deberían ser “la joya de la corona” por estar aisladas y tener la gestión de la Sanidad el propio ministerio. Destacó que en este año de pandemia habría establecido medidas para evitar que los positivos salieran de casa dándoles todos los servicios que precisaran más que estableciendo multas. Además, apuntó que si la primera ola llegó más tarde fue, entre otras cosas, por un temporal de levante bastante fuerte que retrasó la llegada de viajeros y también evitó que hubiera muchas personas en la calle.
–¿Recuerda cuándo escuchó por primera vez la palabra Covid-19? ¿Cuándo empezaron a hablar de ella en el hospital?
–La palabra Covid-19 la empezamos a escuchar todos a través de los medios de comunicación por las noticias que aparecieron a inicios de año en China. Nos hizo recordar momentos de la historia reciente de la sanidad española con la gripe A y luego, el ébola. Recuerdo cuando también se programó una posible llegada masiva de gripe A a Melilla y cómo se nos entrenó para vestirnos y movernos si se daba un caso de ébola. Sí es cierto que ninguna de estas dos llegaron y Melilla estaba más protegida que Madrid en este sentido. Y es que el ébola, las personas que padecían esta enfermedad en el África subsahariana no tenían posibilidad de llegar con esta patología hasta nuestra ciudad.
Pero tampoco tuvimos mucha información al inicio porque China fue muy opaca en esos momentos. La información que se proporcionaba en esos primeros momentos es que era como gripe y ya está.
Pero yo personalmente, que hago parte de la actividad médica en Melilla y otra parte en Málaga, fui consciente de la gravedad de la enfermedad el 11 de marzo. Estaba de guardia en el Carlos Haya y bajé de madrugada a Urgencias con el jefe del área a ver a los pacientes con Covid-19 o al menos sospechoso. Ahí fue cuando vi casos en gente joven, casos graves, casos de neumonía bilateral con un comportamiento radiológico muy extraño y una situación clínica anormal... Y fue cuando, uno que tenía la inercia de que era sin más una gripe tras escucharlo en los medios de comunicación, vi que en realidad era algo más. Esto era un cuadro respiratorio que podía complicarse hasta una situación dramática. Y ahí ya fui muy consciente de la situación.
A partir de ese momento ya estaba todo el país infectado. No pudimos hacer medidas de prevención porque, se ha ido viendo, y se verá que el Covid llegó a España antes de lo que pensamos. Interpretamos que en enero y febrero ya había pacientes con el coronavirus.
–Tras la primera ola preguntamos a los sanitarios cómo habían vivido esos momentos y contaron que al llegar la enfermedad con dos semanas de retraso respecto a Madrid, los compañeros de otros hospitales ya les iniciaron lo que funcionaba y lo que no con esta patología.
–Cuando se decretó el confinamiento para toda la población, yo pedí permiso en el Carlos Haya para hacer todo el confinamiento duro en Melilla. Primero porque había mucha incertidumbre de lo que iba a pasar. Y segundo, porque si en el caso de que faltaban médicos en mi ciudad estaba para apoyar. Y me permitieron hacer telemedicina desde casa.
Pero en Melilla hubo una serie de circunstancias que hizo que el golpe de la primera hora viniera con latencia, que llegara con cierto retraso respecto a otras regiones. Se juntaron las medidas impuestas y que el primer caso llegó más tarde. Pero también hubo un factor climatológico que ayudó. Y es que hubo un temporal de levante grande de diez días, como uno similar al de hace unas semanas aquí. Luego con las restricciones Melilla quedó aislada. El mal tiempo de esos días previos hizo que la gente no viajara y que la gente no saliera tanto a la calle. Fue un temporal azaroso, pero a la vez protector en esa primera ola.
–¿Cómo vivieron esos primeros días de pandemia en la ciudad?
–Pues verá, ha habido tres momentos significativos en esta pandemia. En la primera ola, no hubo medidas de protección. No había mascarillas ni trajes... Pero luego ya se subsanó. Hubo momentos que fueron dramáticos porque no había mascarillas ni trajes. Pero ya la industria mundial lo ha subsanado. El segundo momento crítico fue cuando no había test. Acceder a un test era algo complicado... Y, en cambio, ahora hay un abanico bestial de test desde antígenos a PCR, por ejemplo, y nos faltan muchos. Y el tercer momento es el actual en el que no hay vacunas.
Pero al igual que ha pasado con las medidas de protección y con los test, habrá vacunas. Ahora se aprobará una nueva y luego contaremos con muchas vacunas para que toda la población tenga acceso a ellas.
Ese retraso en la llegada del virus sí que permitió que escucháramos lo que estaban haciendo en otros hospitales. Es que es una reacción pulmonar tan grave que había que combatir con medicinas. Y incluso es que no había ni respiradores en ese momento. Pero eso también se subsanó.
Y a nivel personal viví como mi padre enfermó en esa primera ola. Como médico y como familiar, viendo la incertidumbre y la falta de evidencia científica que había de la enfermedad, sembró bastante inquietud. Gracias a Dios, mi padre fue bien. Todo el personal del Hospital Comarcal de Melilla hizo y hace un trabajo bestial.
La pandemia ha exigido hacer lo que se llama una planificación emergente. Se trata de introducir cambios de forma inmediata ante una realidad sobrevenida que no controlas. Esa planificación emergente pasa por una línea estructural, puesto que todos los hospitales se han vuelto muy plásticos, es decir, con una gran capacidad de readaptar los espacios a las nuevas necesidades tanto en Urgencias como en las plantas. Antes era todo muy rígido. Pero ahora una estancia es una capilla y luego es una UCI... En segundo lugar, hay cambios en relación con el paciente, pues como el resto de la población, no te puedes acercar, hay medidas de protección... Y en tercer lugar es que los equipos se han adaptado, lamentablemente, a lo que estaba pasando. Muchos sanitarios se contagiaban y enfermaban y, por lo tanto, había bajas en los equipos y había que readaptar los equipos. Hubo esta triple exigencia. Además, un hospital se convirtió en una causa y solución de la Covid-19. Inicialmente fue el foco principal de contagio, aunque ya no lo es. Ahora está en la calle.
–¿Por qué cree que ha sido más virulenta la segunda y tercera ola?
–La primera ola fue más floja. Y es por eso, sin duda. En Madrid fue donde más afecto la primera ola y luego en las siguientes ha ido mejor y está siendo modelo de reapertura de comercios y restauración. Digamos que todos los territorios han seguido velocidades de contagios diferentes, pero todos han llegado al mismo sitio. En algún momento el nivel de contagios de la población hace merma.
Nosotros tenemos la ventaja de contar con un perfil epidemiológico de la enfermedad parecido a Canarias y Baleares. Tenemos la frontera cerrada y el territorio está cerrado. Es menos poroso que las autonomías de la península. A la hora de identificar contactos es más fácil. Pero también se podrían haber hecho campañas para insistir en cómo actuar cuando das positivo en Covid-19.
–Pero, a pesar de las restricciones no terminan de bajar los datos de contagios. ¿La gente se salta las normas en el ámbito privado?
–Absolutamente. Lo que ha pasado es que cuando una persona le dices que es positivo, pero tiene un perfil leve de enfermedad y tiene que salir a trabajar, pues la gente se salta ese confinamiento. ¿Habría que hacer medidas sanción a los positivos que se saltan el confinamiento? Pues bajo mi punto de vista no. Y tampoco debería darle un extra de dinero como se dijo en Reino Unido. Lo que habría que hacer es trabajar por parte de todas las consejerías para que, aquellas personas que han dado positivo, puedan recibir ayuda sin que se tengan que mover de casa. Un ejemplo es que cuiden de sus mayores o le lleven fármacos. Eso desde mi punto de vista es lo que se tendría que haber hecho para evitar que esas personas salieran de casa. Todos los servicios públicos deben estar al servicio de los positivos porque una persona con la enfermedad que no tiene grandes síntomas puede ser una forma terrible de contagiarla. Nosotros tenemos la población más joven de España, no se hacen campañas para ellos y no se adoptan acciones para evitar que la gente que es positivo salga de su casa pues ahí es donde está la segunda y tercera ola. Contra esto solo cabe vacunar de forma masiva y eficaz a la población.
–¿Cómo ha cambiado el trabajo en los centros sanitarios?
–Ha habido la necesidad de seguir prestando asistencia sanitaria a otras patologías y se ha desarrollado, como en otras empresas, a través del teletrabajo. Tenemos que atender a pacientes en unas circunstancias sin presencia física. Ha venido para quedarse y creo que está bien. Hay muchas actuaciones burocráticas sanitarias que se pueden hacer desde casa, como renovar una receta o consultar qué hacer con una patología con síntomas leves. Durante el confinamiento duro hubo un periodo que otras enfermedades estuvieron desatendidas, pero la sanidad se ha ido adaptando. La telemedicina se hace con pacientes que están a 100 metros de su casa, le evitas ir al centro de salud y ahorras tiempo tanto para el paciente como para el médico. Es una solución que ha venido para quedarse el desarrollo de la telemedicina. En los centros de salud han implementado soluciones y en el hospital también para hacer el seguimiento de los pacientes, sobre todo, de los crónicos conocidas por el especialista o el médico de Atención Primaria.
–¿Hay miedo a que se agraven enfermedades porque la Covid esté retrasando la realización de pruebas y consultas con los especialistas?
–Eso fue más entre la primera y la segunda ola. En esos tiempos los hospitales estuvieron es shock hasta que llegó la planificación emergente de la que le hablé. La readaptación de equipos para atender a pacientes Covid pasó en todos los hospitales. En Melilla, todos los especialistas de Medicina Interna se dedicaron a esto. Incluso en los hospitales más grandes giró todo a atender a estos enfermos. Y todos hemos aprendido mucho de esta enfermedad, se sabe más de ella y, con más motivo, porque esta infección ha provocado un gran número de avances. Nunca se habían visto esos avances en la historia de la medicina ni con el VIH, ni en prevención ni en atención ni en encontrar una vacuna. Y hacer una campaña de vacunación masiva que nunca había conocido la humanidad. Éste es el reto actual en el que nos encontramos. No se trata de una campaña para niños, sino que queremos vacunar a toda la población del planeta. Eso no se ha visto nunca.
–¿Cómo cree que se tiene que gestionar ahora la pandemia? ¿Qué medidas implantaría en Salud Pública y también qué medidas sanitarias, ya que las dos áreas están separadas en nuestra ciudad?
–En Melilla hay esa disociación de la Salud Pública y de la sanidad clínica que no hay en otras regiones, salvo Ceuta. Afortunadamente, creo, están gestionadas por el mismo partido político y uno piensa que eso implica que sea más fácil el entendimiento, aunque a veces no lo parece. Pero, ¿qué se puede hacer? Pues vacunar a toda la población. Para que se haga una idea, tengo pacientes en mi consulta que se van a ir a Marruecos a vacunarse.
En mi clínica tengo pacientes de Marruecos y le pregunté cómo iba el proceso allí y me dijo que fenomenal. Me explicó que tiene una aplicación de móvil con la que pide la cita y la vacunan. Me parece casi increíble cuando en Melilla aún hay muchos auxiliares de enfermería y otros trabajadores en los centros de salud sin vacunarse y es algo que reclamamos desde el Colegio de Médicos.
La UE aún no ha aprobado las vacunas de China o Rusia, mientras que en Marruecos ya las está utilizando.
Pero lo importante es exigir vacunas. Tanto Melilla como Ceuta somos las regiones con los peores índices de vacunación y de contagios y deberíamos ser los mejores, como las islas, porque, además, la sanidad está gestionada por el Ingesa que depende en primera instancia por el Ministerio de Sanidad.
Y lo que le voy a decir ahora es una cosa que pienso a nivel personal, la directora del Ingesa, que acaba de llegar al cargo y que estuvo en Melilla unas horas, debería trasladarse a Melilla o a Ceuta hasta que la situación la tenga controlada o los datos mejoren.
Deberíamos ser la joya de la corona porque estamos gestionados directamente por el ministerio y tenemos los peores datos del país. Eso es inaceptable y se lo digo como médico y como melillense.
La planificación masiva de vacunaciones debería estar realizada y publicada para conocer cuándo, cómo y dónde se van a poner las dosis. En Melilla esto queda un poco más difuso.
–¿Cómo se encuentra el personal del hospital y de los centros de salud? ¿Ha afectado el número elevado de muertes en esta segunda y tercera ola?
–Han mucho muchos sanitarios en toda España. Los contagios ha golpeado mucho a todos estos profesionales. Ha habido hasta rechazo de algunas personas a sus vecinos que trabajaban en los hospitales y los centros de salud, mientras que luego otras aplaudían en los balcones. Temes por ti y temes por los demás. Yo afortunadamente no me he contagiado y he trabajado desde el primer día atendiendo a mis pacientes y también a enfermos Covid. Y todos mis compañeros, tanto los de la sanidad pública como privada, han hecho una labor impresionante y heroica.
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