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Rodolfo Ramos: “Quien respeta las normas vivirá como una gran injusticia un segundo confinamiento”

El número de contagios no cesa y el Hospital Comarcal sigue con una alta ocupación en la UCI. Por eso, muchos entienden que hace unos días la Ciudad solicitara el confinamiento domiciliario para toda Melilla. Pero otros ven con recelo que les encierren en casa porque solo salen a trabajar, hacer deporte o a comprar sin dejar de cumplir las normas. ¿Qué efectos tuvo el primer confinamiento? ¿Cómo podemos afrontar un nuevo? Son preguntas que hemos formulado al psicólogo y presidente del Colegio Oficial de Psicología de Melilla, Rodolfo Ramos. Nos asegura que muchas personas vivirán este segundo confinamiento como una injusticia. Cree que se repetirá de nuevo el agravamiento de las patologías de los ciudadanos que reciban atención psicológica y de los conflictos familiares.

–¿Qué secuelas dejó el primer confinamiento?

–El confinamiento de marzo lo que nos enseñó, entre otras cosas, fue que la gente necesita de la atención en salud mental. Una de las cosas que en mayor medida detectamos a través del teléfono que se ofreció a la ciudadanía melillense, no solo sanitarios, sino a afectados por la Covid, fue que mucha gente vio cómo se agravaban sus síntomas previos. Muchas de las llamadas estaban relacionadas con personas que estaban recibiendo tratamiento psicológico o con problemas previos de este tipo y lo que hizo el confinamiento fue agravarlos. Ésa fue una de las primeras conclusiones que pudimos observar: se agravó muchas psicopatologías previas que existían.

Otra que también vimos fue cómo las relaciones interpersonales dentro de las familias en la convivencia afectaron a muchos. Se incrementaron los conflictos y aunque no tenemos datos exactos sobre si hubo más divorcios por culpa del confinamiento, lo que sí sabemos es que los conflictos intrafamiliares se incrementaron de forma significativa. Muchas llamadas tenían que ver con el tema de las relaciones interpersonales y de cómo la gente se veía superada por tener que vivir con una persona y sentía que necesitaba escapar o salir fuera y no podía.

–¿Volvería a pasar de nuevo?

–Todo ese panorama que pudimos observar imagino que se volvería a dar de la misma manera e incluso en mayor medida en el caso de que hubiera un nuevo confinamiento. Es decir, creo que si se plantea un segundo confinamiento debería también de establecerse medidas de atención psicológicas para los ciudadanos y el personal sanitario.

De hecho, ya tenemos pendiente una reunión desde el Colegio Oficial de Psicología de Melilla con el Colegio Oficial de Médicos y el de Enfermería para planificar la atención a los sanitarios. Es que ya estamos recibiendo peticiones tanto por parte de enfermeros como de médicos para recibir asistencia psicológica por el estrés que sufren al estar expuestos a la pandemia, así como de haber asistido a fallecimientos o haber visto a compañeros que se contagian.

Creo que no debería desdeñarse la atención psicológica y, por desgracia no hemos visto en ningún momento que haya habido ninguna preocupación por este aspecto psicológico en el caso de un segundo confinamiento.

Otro aspecto que debemos tener en cuenta ahora es la gente que viviría este segundo confinamiento con un sentimiento de injusticia por el hecho de sentir que ellas han cumplido con todas las normativas que hay, como dejar distancia social y no acudir a actos sociales, que son escrupulosos con las normas, lavándose las manos al entrar y salir de los sitios o nunca se quitan la mascarilla y que, a pesar de eso, van a recibir el mismo trato que aquellas personas que todos vemos por la calle sin la mascarilla o bajada, incumpliendo las normas de seguridad, de fiesta o vemos que se reúnen personas para quedar o fumar cachimbas. Todo eso no va acompañado de sanciones. A nivel personal le digo que yo que salgo a correr he llegado a contar en 500 metros a 37 personas sin mascarilla o mal puesta en el Paseo Marítimo.

Por ello, la gente que respeta la distancia social y el resto de las normas, que son un colectivo bastante importante, va a vivir ese nuevo confinamiento, si se produce, como una injusticia bastante grande. No va a entender por qué se le confina y se le aplica la misma medida que aquellos que vemos por la calle sin cumplir las normas.

Los principios básicos del aprendizaje en Psicología son tres: el refuerzo, el castigo y el modelo. Ver a la gente que tiene que ser un modelo para ti cumplir las normas que solicitan es uno. El refuerzo es bastante complicado de conseguir porque sería como el carnet por puntos para conducir para premiar a la gente que sigue las normas y no es posible en este caso. Y luego lo que funciona es el castigo, que es un método de aprendizaje. Si la Policía se pusiera en determinados puntos y no fuera indulgente con las personas que no cumplen con la normativa, sería en este caso la mejor forma de que aprendieran.

–Pero es complicado hacer eso.

–Todos vemos en la calle a gente sin mascarilla y que no respeta la distancia social. Hay policías que pasan cerca y no les dicen nada y entiendo, en estos casos, que hay otras prioridades o emergencias que atender.

Pero hay una teoría llamada de los cristales rotos que habla del hecho de que si en un barrio no se reparan los cristales o las ventanas rotas se incrementa de forma significativa el número de actos vandálicos que se comenten en esta zona. Y es que cuando hay un cristal roto la gente entiende que no hay supervisión o control de las autoridades para vigilar que se cumplan las normas.

Cuando la gente pasa sin mascarilla o con ella bajada delante de la Policía y no les pasa nada, lo que se genera en el resto es una sensación de que todo vale, de que lo que se dice es mentira o de que realmente no pasada nada. Pues si quien tiene que supervisarte y castigarte por una acción que está penalizada, no lo hace, la gente saca una conclusión errónea. Las personas no piensan que la Policía tiene otras prioridades en ese momento, sino que piensan que si no les multan es porque no es tan grave.

–A esa sensación de impunidad se suma otra de malestar cuanto te piden los políticos que hagas de policía y llames la atención a la gente para ponerse la mascarilla.

–Pues sí. Eso me pasa con mis alumnos cuando los veo fuera del instituto con la mascarilla bajada y sin distancia. Y es que me llama la atención que la gente crea que el instituto es un foco de contagio cuando la normativa es muy estricta. En mi instituto, el Miguel Fernández, si algún alumno se le ocurre bajarse la mascarilla sé que va a estar expulsado tres días. En todas las aulas hay desinfectante y se usa de forma continua y hay distancia de seguridad. Es muy poco probable que un alumno se contagie dentro del centro. Pero el problema se da al salir porque ahí ya no están bajo nuestra supervisión.

Los alumnos se bajan la mascarilla, comparten bocadillo, no dejan distancia social y se sientan juntos en cualquier zona. Probablemente sea ése el foco de contagio.

Todos llamamos la atención de los alumnos si les vemos fuera así, pero ellos han visto cómo pasaba la Policía a su lado y no les ha dicho nada. Y ahí es donde se genera esa sensación de impunidad cuando el que tiene que sancionar no lo hace en ese momento.

–¿Y cómo podemos llegar a los adolescentes y a los jóvenes para que se den cuenta de la importancia de seguir las normas?

–Creo que hace falta campañas de concienciación hechas para ellos. Los adolescentes son una población que presenta una serie de características psicológicas y evolutivas completamente diferente al resto de la población. No se puede esperar que un vídeo explicativo científico les llegue, como tampoco lo harán las imágenes de mayores muriéndose. Tienen una incapacidad para planificar el futuro y vive con pasión el presente y el ahora y si lo que le apetece es quedar con sus amigos es su prioridad número uno. No es capaz de entender que sus actos pueden tener una repercusión dentro de dos semanas.

Haría falta una campaña diseñada para ellos y si quieres un impacto real con este colectivo hay que ver su lenguaje y, por ejemplo, buscar figuras de referencia para ellos. Les harán más caso. Y es que ya en todos los centros se ha hablado de esto, de cómo se contagia la Covid, y eso no impide a muchos que no respeten esa distancia social. Pero si es una persona de referencia social para ellos y desean imitarle, como un deportista o un cantante, porque a fin de cuentas, en la adolescencia se buscan modelos que representen lo que quieren llegar a ser, será mucho más efectivo que un mensaje científico o el de un político.

–¿Qué hacemos si volviera ese confinamiento?

–Pues demandar el derecho a la salud mental y hay que solicitar que se pueda recibir la atención desde casa para no ir a peor. Y si son ya pacientes con tratamiento psiquiátrico o psicológico, que no se les deje de atender.

No solo habría que dar un mensaje para los ciudadanos, sino también a los políticos. Hay que recordarles que no se puede abandonar la atención psicológica porque ésta puede garantizar que el confinamiento se pueda llevar con éxito y que la gente cumpla con las medidas que se solicitan.

Si las cosas se hacen con planificación, teniendo en cuenta a los destinatarios, cualquier medida puede multiplicar su eficacia. No es lo mismo hacer una campaña para llegar a jóvenes, adultos o ancianos.

–¿Y qué consejos daría a la gente si vuelve a confinarse? ¿Aprender a hacer pan?

–Pues son las mismas recomendaciones que ya dimos en el primer confinamiento. Deben tener pautas, con más motivo todavía. Hay que intentar mantener un horario y rutinas; hacer actividad física en casa; centrarse en ser un elemento aglutinador de la familia y cuidar de ellos; no pensar que se es una isla y que se vive solo, sino que está en interacción continuar con todo el mundo y la actitud de esa persona influye en el resto. La mirada, los gestos, la amabilidad y los pequeños gestos pueden hacer que una convivencia sea un infierno o que le hogar funcione como una máquina bien engrasada y ajustada. Se recomendarían las mismas pautas, aunque con más hincapié en la necesidad de tenerlas en cuenta para contar con una buena salud psicológica.

Y si ya en el primer confinamiento tuvimos un teléfono de atención psicológica, ahora sería mucho más importante.

 

“Sobre la Navidad poco se puede hacer salvo intentar centrarnos en el presente”

–Se alargan las medidas para restringir las salidas y entradas en Melilla y se mira con miedo a Navidad sin saber si se podrá ver a la familia que está fuera.

–Lo entiendo porque nosotros también pasamos la Navidad fuera. Pero una de las cosas que se trabaja en la psicología de emergencia es la interrupción de la continuidad psicológica. Esto significa que cuando no se puede predecir qué va a pasar mañana, se produce ansiedad o la sensación de incapacidad de afrontar esa situación.

Es normal que haya ansiedad o malestar psicológico, que estés irritable o triste ahora porque los humanos tenemos la necesidad de predecir y de controlar nuestro entorno. En mayor o en menor medida, todos necesitamos saber que como vivo hoy, voy a estar mañana. Y por eso es natural y humano hacer planes para Navidad, Semana Santa o incluso a un año vista. Cuanto mayor eres, más necesidad tenemos de pensar que el entorno permanecerá estable. Y no saber si nos van a confinar o no o sus condiciones, puede provocar, y es normal, que haya gente preocupada, con ansiedad o irritable. Y que eso también genere conflictos internos o externos.

–¿Cómo se puede combatir esa angustia o malestar?

–Pues ahora poco se puede hacer salvo intentar centrarnos en el presente y en el día a día. Debemos enfocarnos en el presente como forma de realización personal. Ir diciendo sí a las oportunidades que tenemos. Yo que soy corredor, por ejemplo, odio hacerlo con mascarilla, pero es mejor eso que no correr nunca más.

Mientras que podamos ser conscientes de las posibilidades del presente y nos centremos en esto, podremos incluso disfrutar y vivir con más intensidad y naturalidad, además de con menos ansiedad que si estamos en el qué pasará mañana. Hay que intentar centrarnos en el presente y no compararlo de forma constante con cómo vivíamos antes de que apareciera el coronavirus, porque eso lo único que hará será generar malestar.

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