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Robles: “En Melilla tenemos de los niveles más altos de obesidad infantil en España”

–¿Cómo surge esta iniciativa para luchar contra la obesidad infantil? 

–Esta es una moción que hemos presentado desde el Grupo Socialista  y que forma parte de  una estrategia nacional, un Plan Estratégico Nacional de lucha contra la obesidad infantil. Y aquí en Melilla lo hemos formulado en una serie de medidas que tienen que ver tanto con  actividades deportivas como con alimentación saludable, así como el fomento de la movilidad sostenible y  el rediseño de nuestras calles pensando más en los jóvenes, así como el crear patios y entornos escolares saludables. 

–Este plan ya estaba puesto en marcha por la Delegación del Gobierno. ¿Qué pretende el PSOE con esta moción?

–Sí, una serie de acciones ya se habían puesto en marcha por parte de la Delegación de Gobierno, pero no de manera  estratégica y transversal, que es lo que estamos pidiendo, porque requeriría un mayor número de recursos y de Administraciones implicadas, como es el caso de la Ciudad Autónoma. 

Hasta ahora, lo que ha hecho la Delegación del Gobierno ha sido, a través de los planes de empleo, tener contratado a personal, sobre todo por las tardes, para tener abiertos los centros escolares y  desarrollar sobre todo actividades lúdicas y deportivas para,  junto con la Dirección Provincial del Ministerio de Educación y Formación Profesional y la Dirección General de Tráfico, fomentar la educación en todo lo que tiene que ver con educación vial. 

–¿Cuál es su objetivo final?

–El plan estaba planteado para que se vaya desarrollando con el objetivo de que mejoren esas estadísticas que el Ministerio de Sanidad nos dice. 

Tenemos  unos altos niveles de obesidad infantil en la ciudad y, para que mejoren,  estaríamos hablando del plazo de una década. Pero  todo esto teniendo en cuenta que la planificación, el diseño y las acciones  tendrían que realizarse cuanto antes para ver ese impacto en una década. O sea que realmente fueran acciones que, de manera continuada y coordinada por las administraciones, se llevasen a cabo durante un tiempo suficiente como para que realmente tuviera ese impacto y ese efecto. 

–¿Y cree que sería posible alcanzarlo? 

–Sí, si se pusieran en marcha todas las medidas y todas las acciones que planteamos en el plan, podría ser muy factible porque cambiaría un poco también la cultura de los hábitos que ahora mismo tiene la juventud, intentando superar ese sedentarismo que ahora mismo existe en los jóvenes y en la infancia.

Eso requiere que la Administración  desarrolle todo este plan con una serie de recursos y supondría la colaboración de diferentes Consejerías porque  tendrían que trabajar Educación, Políticas Sociales, Salud Pública,  Seguridad Ciudadana, Medio Ambiente, Infraestructura y Urbanismo para que todo esto se llevase a cabo como debe ser y tomase la dimensión que tiene que tomar.

–¿Y las medidas se van a desarrollar únicamente en los centros educativos?

–El plan  tiene varias partes. Algunas tienen que ver con los centros escolares y otras tienen que ver con la implicación del rediseño  de calles, el aumento de la movilidad sostenible, el ir al  colegio  y al instituto en pie y en bicicleta. Tiene que ver también,  aprovechando  los comedores escolares, pero no solamente los comedores  escolares,  el que  exista  una  mejor alimentación, una alimentación más saludable, y  eso por un lado afectaría a los colegios, pero también  tiene que ver con todas las medidas que tienen que ver con lo que son las ayudas de  comedor  a las familias. 

–La alimentación saludable juega un pilar fundamental dentro de este plan. ¿Cómo puede conseguirse?

–Primero  tiene que haber tolerancia cero en los centros escolares con los alimentos de bollería industrial, los zumos azucarados de forma artificial y la bebida gaseosa y energética. Para eso debería haber unos  calendarios con una dieta saludable en los centros educativos.  

Después también se quiere potenciar las ayudas para comedores escolares incluyendo, no solamente el  horario lectivo sino también el horario de verano, y que tanto en el seno familiar como en los centros educativos puedan llegar este tipo de ayudas. Para eso habría que mejorar los convenios que ya existen también entre,  por ejemplo, el Ministerio de Educación y la Ciudad Autónoma en cuanto a los comedores escolares para aumentar el número de plazas de los que existen actualmente e impulsar que estos no fueran cerrados, sino, como he dicho, cubriera los periodos vacacionales y, al mismo tiempo, también mejorar la conciliación familiar y laboral. Para eso se tendría que contar con esos convenios favoreciendo la gratuidad para que pueda llegar a los colectivos más vulnerables.

–¿Y hay previstas campañas de información para concienciar sobre ello?

–Claro, en todo este plan es muy importante implicar a toda la comunidad escolar y eso  también implica a los padres y madres de alumnos a través de sus AMPAs y a través de las escuelas de familia. De nada sirve que esto lo estemos fomentando en el seno escolar y después las familias no lleven a cabo estas dietas.  

–La actividad física ocupa una gran parte de estas medidas, tanto practicar más deporte en los centros escolares como fomentar los desplazamientos en bicicleta. 

–Por un lado, habría que comenzar, a través de mayores recursos,  tanto económicos como humanos, actividades dirigidas principalmente a la etapa infantil, que es una etapa en la que  se pretende fomentar el juego y la diversión, pero también desde los 11 hasta los 14 años. 

Cuando hablamos de hacer esos convenios hablamos también de fomentar que en toda esta actividad haya una cogobernanza, ya que, no solamente las administraciones públicas,  sino también las entidades tienen mucho que decir y participar. 

Después, a nivel de desplazamiento, por un lado, queremos hacer campaña informativa de cómo afecta positivamente a la salud el que los desplazamientos sean a pie. Hacer también actividades formativas en los centros educativos sobre el conocimiento de la ciudad en cuanto a la distancia y el tiempo. 

A través de ese metrominuto, que fue una propuesta que en su momento hizo la Viceconsejería de  Medio Ambiente de Paco Vizcaíno y ayudaba a que la gente supiese  lo que su desplazamiento a pie, de un tramo a otro, duraba. Esa herramienta es muy interesante y se tendría que trabajar más en los centros para poner en marcha los caminos escolares. 

En  estos caminos escolares hablábamos de rutas en las que los profesores voluntarios  deciden acompañar a los niños. Pero para esto también hay que implicar a la Ciudad Autónoma, tiene que estar implicado el jefe de Movilidad y  el Ministerio de Educación a través de la unidad de programas  educativos. El caso es que hemos constatado que esos caminos escolares han ido perdiéndose y no se utilizan como cuando al principio  se pusieron en marcha. Para eso deberíamos hacer mayores campañas con cartelería, flyers,  anuncios de televisión, jornadas dirigidas a los profesores y también a las Fampas, e implicar a la Consejería de Seguridad Ciudadana para llevar a cabo una campaña de pacificación del tráfico. 

Hay que tener en cuenta que el 75% del tráfico en Melilla coincide con la salida y la entrada a los colegios. Para ello  habría que eliminar esos espacios de Kiss and Go y sustituirlos por paradas de autobuses. 

Habría también, para el desplazamiento en bicicleta, calmar el tráfico y construir más carriles bici, estacionamientos de bicicletas seguros dentro de los centros escolares y una correcta señalización de la vía.  Para eso Seguridad Ciudadana debería cumplir un papel importante, recuperando señales de peligro en los centros educativos que también han ido desapareciendo.  

Y bueno, deberíamos de recuperar  las campañas de concienciación de las señales y de las prioridades  en la vía, que parece que  también se ha quedado un poco aletargado. Para ello habría que cumplir la normativa y sustituir también las zonas de aparcamiento frente a los centros escolares por zonas verdes. Limitar los aparcamientos y el tráfico en las calles del entorno, muy especialmente  en las inmediaciones  de los centros educativos.  Y,  bueno, pues lo que he comentado antes, vigilar y hacer cumplir estrictamente la normatividad, tanto en la entrada y en la salida, para que los entornos  escolares sean más seguros y permitan que exista una mayor convivencia.  

En eso también ayudaría mucho que los centros educativos revegetasen los patios y haya mayor número de plantas y de arbolados. Sería muy interesante la creación de corredores de acceso libre de coches fomentando la presencia de vegetación, agua, zonas estanciales de encuentro y de juego de espacios públicos. Eso  ya lo recoge el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) para que existan esos corredores verdes. Así que sería cuestión de  ejecutar el PGOU y de ponerlo en marcha.  

Por otro lado,  buscamos  con este plan  que los niños  puedan contar también  con espacios que sean  más cómodos a la hora de desplazarse, especialmente en los barrios, recuperando acera y plaza. Y, para eso, el rediseño de la acera sería muy interesante,  con la colaboración de los propios niños,  pero  incluso con propuestas desde las Administraciones, para que en la acera, por ejemplo, haya juegos de tradicionales, como el twister o el ciriguizo. 

Serían muy útiles para que los  chavales, a través de la diversión del juego, intenten superar esos hábitos sedentarios.  

–¿Y por qué cree que han caído en desuso los carriles escolares que comentaba en una ciudad tan pequeña como Melilla?  

–Porque  Melilla abusa demasiado  del tráfico de motor, y al final, digamos que eso se contagia. Cuando  todo el mundo ve que  se lleva a los niños directamente a la puerta de los colegios con los vehículos  de motor eso genera  inseguridad. Uno de los problemas que tenemos es que esto es un círculo vicioso  porque, al final, que todo el mundo lleve  con vehículos de motor a sus hijos a los centros escolares fomenta la inseguridad con respecto a ir en pie o a ir en bicicleta. Es una pescadilla que se muerde la cola. 

Si fomentáramos el uso del transporte público, el uso del desplazamiento a pie y el desplazamiento  usando las bicicletas estuviese más generalizado, la gente tendría menos miedo a que sus hijos llegaran a pie en bicicleta  a los centros escolares y se utilizaría más. Pero es verdad que estamos ahora mismo en la ciudad del motor, donde hay demasiados vehículos por per cápita, por familia y donde  tendríamos que cambiar todo la cultura y utilizar menos  los vehículos propios, utilizando el transporte público y también intentando desplazarnos todos a pie y en bicicleta para que  las familias también se sientan seguras a la hora de que sus niños utilicen estos medios para ir a los centros escolares.  

–Y  sobre lo de eliminar los espacios de Kiss and Go, ¿cree que esto puede generar cierta controversia con los padres? 

–Ese espacio  impide precisamente tener entornos escolares seguros.  Al final es llevar los coches a la misma puerta del centro educativo. Es también una cuestión de cambiar  la cultura del motor en cuanto a la hora de ir a los centros escolares y es una cuestión de hábitos, es una cuestión de cambiar hábitos. Y, por supuesto, si tú eliminas esos Kiss and Go y los sustituyes por un espacio donde debe, por ejemplo, parar el transporte público o  incluso espacios para que  puedan aparcar bicicletas, se fomentaría no solamente aparcar en el  parking sino que se puedan, como he dicho antes, arreglar las bicicletas.

Y, por supuesto,  un cordón –vamos a llamarlo así–  para que los coches no lleguen al mismo centro escolar y tengan que quedarse a cierta distancia de la entrada de los centros. Esto también ayudaría a que no se generasen esos tapones a la entrada  y la salida de los colegios.  

Es tremendo. Lo que todos los padres quieren es que sus hijos se queden en la puerta  del centro, con el vehículo de motor y eso lo que hace es  fomentar la sensación de inseguridad al llegar a los centros educativos. Además genera un tremendo estrés, incluso en las propias familias y en los propios niños, el tener que llegar con el coche hasta la puerta de los centros escolares. Eso hay que ir cambiándolo, hay que educar no solamente  a los niños y a los jóvenes, sino también a toda la ciudadanía y a los padres y a las madres de los alumnos, por supuesto. 

–¿Cuál cree que pueden ser las  mayores dificultades que se pueden encontrar tanto  las familias como los jóvenes a la hora de adaptarse a estas medidas y conseguir que el plan salga  adelante? 

–Primero, lo más importante es que haya una implicación por parte de las administraciones públicas. Si la Ciudad Autónoma junto con la Delegación de Gobierno, que ya lo está haciendo, y la Dirección Provincial del Ministerio de Educación se toman en serio este plan y ponen en marcha los recursos necesarios para llevarlo a cabo, la propia ciudadanía va a ver que realmente no estamos tomando en serio este tipo de planteamientos y este tipo de planes de reducción de la obesidad infantil.  

Habría que concienciar, y no estaría de más alarmar un poco, sobre el incremento de la obesidad infantil en esta ciudad. Si comparas con otras regiones, en Melilla tenemos uno de los niveles más bajos  de obesidad en la población adulta por las estadísticas del Ministerio de Salud. Sin embargo, cuando llegamos a la etapa juvenil e infantil, estos índices se disparan en comparación con otras comunidades autónomas. 

Pasamos a ser la quinta Comunidad Autónoma con mayor obesidad infantil y sobre todo en niñas, en las que pasamos a ser la segunda o tercera  Comunidad Autónoma en proporción  y prevalencia de la obesidad infantil. Por lo que es para tomárselo muy en serio. No es por alarmar, pero evidentemente las consecuencias negativas de la obesidad infantil ya lo sabemos no solamente para la propia  salud  de cada individuo, sino  para la salud pública en  general, cómo eso después hace que se resiente  todo el sistema público de salud e incluso afecta a la convivencia en los centros educativos. 

Todo esto es importante, también que lo entiendan las familias. Pero claro, actuarán si ven que hay una implicación y una lucha seria por cambiar estos hábitos desde la Administración pública, haciendo partícipe a los centros escolares, a las familias y al alumnado.

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