Frontera e Inmigración

Refugiados por género, grandes olvidados

  • La Comisión Española de Ayuda al Refugiado celebra unas jornadas para acercar a los ciudadanos la realidad de los desplazados que huyen de matrimonios forzados, mutilación o explotación sexual

De tanto verles llegar en masa en barcazas de plástico abarrotadas, hacinarse en tiendas de campaña o apretarse contra las vallas hemos perdido de vista quiénes son los refugiados que llegan a nuestro país en busca de una nueva oportunidad. No todos lo hacen por un conflicto de guerra. Muchos huyen y llegan a nuestra ciudad por un conflicto más silenciado, menos visible.

Violencia de género, matrimonio forzado, mutilación genital, orientación sexual e identidad de género, femicidio, esterilización forzada, aborto selectivo, crímenes de honor o trata de personas con fines de explotación sexual son “sólo algunas de las principales causas de persecución por motivos de género”. Así se afirmó ayer, en el encuentro ‘Personas refugiadas y solicitantes de asilo por motivos de género. Realidad  y tratamiento informativo’, celebrado en Madrid y  organizado por la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR).

Estas causas no acaban con la vida de las personas a golpe de un estallido de bomba o la lluvia de casquillos de bala, pero sí “les prohíbe vivir en  libertad”. “Huir siempre es la última opción, pero se convierte en la única forma para salvar la vida”, explica a El Faro María Ángeles Plaza, psicóloga del Área Social de la CEAR.

Mujeres

Plaza atiende a las víctimas a su llegada España. Asegura que muchos se ven forzados a dejar todo atrás por pertenecer al colectivo LGTB (lesbianas, gays, transexuales y bisexuales) y no poder expresar libremente su condición sexual, aunque insiste en que son más mujeres las que se ven obligadas a abandonar sus países de origen por el simple hecho de ser mujer. “Es una condición que se da en un montón de países”, apunta.

La psicóloga cuenta que muchas veces no tienen la protección de un hogar, de un país, de las autoridades y que a veces tampoco cuentan ni siquiera con una estructura familiar. “Han tenido que dejar sus casas, sus pueblos y ciudades por la violencia de género, por la persecución política o religiosa.

“Por poner un ejemplo, las mujeres africanas suelen huir de matrimonios forzados. De Honduras y El Salvador llegan cada vez más víctimas por sufrir violencia a mano  de sus parejas y las mujeres iraníes huyen por haber sido detenidas por trasgredir normas sociales relacionadas con la vestimenta o el maquillaje”, explica la psicóloga del CEAR.

“Víctimas constantes”

Plaza señala que las mujeres que deciden abandonar sus países de origen se enfrentan a un largo viaje de huida en el que también se enfrentan a amenazas, discriminación y un alto grado de violencia. “Son víctimas constantes en los países de tránsito”, dice. Plaza alerta de que sufren agresiones, explotación y acoso sexual en todas las etapas de su viaje.

Muchos traficantes de personas atacan a las mujeres que viajan solas, sabiendo que son más vulnerables. “Las mujeres son manipuladas por los hombres y a menudo intentan coaccionarlas para que tengan relaciones sexuales con ellos”, explica.  “Hemos escuchado varios testimonios de mujeres africanas en los que relataban que en su trayecto a Melilla han sido abusadas por policías marroquíes”, continúa.

Además, muchas sufren ataques en los centros donde se resguardan o en los asentamientos donde tratan de subsistir. La falta de intimidad incrementa el riesgo a sufrir abusos.

Unos problemas a los que, según Plaza, la Unión Europea, que afronta por vez primera una crisis humanitaria dentro de su territorio, no pone remedio. “No pone suficiente empeño y no está cumpliendo los compromisos acordados y tampoco se ofrecen las vías seguras para que las personas puedan salir y llegar a un país seguro como sería su derecho”, apunta.

Melilla, ciudad de paso

Según Plaza, las refugiadas que llegan a Melilla quieren salir de la ciudad lo “antes posible”. Buscan un espacio que les brinde “oportunidades”. “Sus destinos suelen ser grandes capitales como Madrid o Barcelona, aunque los trámites burocráticos les impidan que el traslado sea tan rápido como ellas esperaban”.

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