Suena a utopía, a canto de sirenas, a ganas de complicar el problema, pero en verdad no deja ser una constatación de la triste realidad consentida por los distintos Gobiernos nacionales que han estado al frente de este país desde la Transición.
La ‘tierra de nadie’ no existe, es un eufemismo, un derecho legal que Marruecos ha pisoteado sin que nadie haya movido un dedo. El propio PP, que ahora propone recuperarla, contribuyó también a que se perdiera cuando el refuerzo de la alambrada fronteriza. El caso de ‘Villa los Abuelos’ quedó para los anales como una prueba de esta triste realidad.
Aún así, las utopías de hoy pueden ser las realidades del mañana, y lo normal es que entre países amigos lo que sucede en torno a nuestra frontera no ocurriera nunca. Marruecos exhibe sin pudor su carácter tercermundista, su falta de praxis democrática y a nosotros nos cuesta pedir apoyo a Europa para poner las cosas en su sitio.
Lo dicho, una utopía hoy por hoy pero no un imposible teniendo en cuenta que la razón, las leyes y la pretensiones europeístas de Marruecos deben obrar a nuestro favor.