Opinión

Reapertura de la frontera

El Ministerio de Exteriores ha asegurado a El Faro que trabaja en un "horizonte post covid" en el que se contempla la reapertura de la frontera de Melilla con Marruecos.

"Seguimos trabajando en la reapertura", señalaron este miércoles desde el ministerio a preguntas de este diario.

Menos convincente fue la respuesta a nuestra pregunta sobre la posición de Exteriores respecto a la puesta en marcha de la línea marítima Melilla-Argelia, que demandan los empresarios melillenses, asfixiados primero por el cierre de la Aduana comercial en 2018 y luego por el cierre fronterizo con Marruecos desde marzo de 2020, ya en tiempos de pandemia.

El presidente del Puerto, Víctor Gamero, ya había comentado en declaraciones a El Faro que la Ciudad había pedido al Ministerio de Exteriores cambiar el régimen de los residentes en Ghazaouet (Argelia) para que los argelinos pudieran entrar en Melilla sin visado y sólo consiguió el silencio por respuesta.

Al respecto, desde el gabinete del ministro José Manuel Albares aclararon que nunca han manifestado reservas sobre este línea o cualquier otra que haya propuesto Melilla.

"No hemos manifestado posición, pero hay que tener en cuenta la pandemia", dijeron desde Exteriores a este diario. Además señalaron que en este asunto es importante "lo que digan las autoridades competentes", sin aclarar si se refieren al presidente del Gobierno Pedro Sánchez, del que se rumorea que prepara una visita a Melilla. (El Faro ha preguntado a Moncloa si esa visita tendrá lugar los días 22 y 23 de este mes, pero en el momento de publicar este artículo no había recibido respuesta).

Y ahí está el quid de la cuestión: Exteriores no se ha posicionado en contra de la línea marítima Melilla-Argelia, pero tampoco se ha mostrado favorable a que entre en vigor el tratado de buena vecindad con Argelia, que permitiría a los residentes en Tremecén venir de compras a Melilla sin necesidad de visado.

Si Albares llegara a retratarse, seguramente una postura favorable agilizaría mucho la puesta en marcha de esa conexión entre Melilla y Ghazaouet como existe en la actualidad con las conexiones entre Almería y Orán. Sobre todo, teniendo en cuenta que empresarios chinos y marroquíes ya se han interesado por su puesta en marcha.

Pero de momento, nadie mueve ficha. Las aguas revueltas que parecían enturbiar las relaciones entre Marruecos y Argelia y Marruecos y España más que volver a su cauce, parecen estancadas. No se habla del asunto, pero eso no significa que del otro lado de la frontera estén cruzados de brazos a la espera de que el barco de Melilla a Ghazaouet zarpe el día menos pensado.

Nador, la región vecina, está invirtiendo en mejorar su imagen turística. Como nos descuidemos, nos adelantan por la derecha. Aunque es difícil teniendo en cuenta la diferencia de renta que hay entre ambas ciudades, pero no descartamos la posibilidad. Aquí sabemos lo que significa dormirse en los laureles.

Del otro lado están avanzando en su proyecto para hacer un centro comercial, como el que acaba de estrenar Tánger en las inmediaciones de Ceuta. Ellos siguen, pico y pala, apretando el cordón sobre el cuello de Melilla y si no reaccionamos, terminarán ahorcándonos.

Sabemos que las familias que vivían de trabajar en nuestra ciudad también lo están pasando mal con el cierre fronterizo, pero también sabemos lo poco que importa su gente al Gobierno marroquí. La desesperación, sobre todo, de los jóvenes salta a la vista, y también intenta saltar la valla.

Que los marroquíes levanten el muro de Mariguari para frenar los saltos de su propia gente, nos da la medida de lo difícil de la situación del otro lado de la frontera.

Mientras tanto, en Melilla crece el rechazo a la reapertura de la verja. Se oponen especialmente quienes trabajan para el Estado o la Administración con sueldos altos, fijos y estables. Los empresarios quieren otra cosa; los que tienen familia del otro lado, quieren otra cosa; los que tenían casas alquiladas del otro lado, quieren otra cosa; los que adoraban hacer turismo en Marruecos también quieren otra cosa.

El cierre de la frontera ha terminado por dividirnos en más de dos bandos: los que sí, los que no y los que miran el panorama sin mojarse. En cualquier caso, hay que tener en cuenta que muchos de los que se oponen a que abra la frontera, lo hacen sobre todo por temor a que empeoren la seguridad y la limpieza. Quienes apuestan por al apertura, piensan en el abaratamiento de los precios, por el ahorro que representa la llegada de suministros de alimentos, frutas, verduras y áridos desde Nador.

Sin embargo, creo que hay unanimidad en que con el covid no podemos volver a lo que había antes: las colas, el contrabando o los borrachos. Lo bueno sí. Lo malo, que se vaya. Pero eso obviamente no se consigue sólo con proponérnoslo. Como todo, necesita inversión. Para empezar, más agentes de Policía Nacional y Guardia Civil.

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