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“La realidad en el aula no es como lo dicen los pedagogos”

Tras terminar la carrera universitaria, Ramón Gutiérrez comenzó su andadura sindical en Cartagena, Murcia. Pasó por varios empleos hasta que le surgió la oportunidad de ser profesor en Melilla. Desde entonces continúa en este rincón español en el norte de África, donde da clases de Geografía e Historia a chicos de 2º, 3º y 4º de la ESO en el IES Rusadir. El Faro ha podido hablar con este docente cartagenero, que recibe esta semana el 'Premio Ángel Gutiérrez, a la trayectoria sindical' que entrega la Federación de Enseñanza de Comisiones Obreras de Melilla. Cuenta que recibe este reconocimiento por su carrera sindical con mucha alegría.

–¿Cómo y cuándo decide meterse en un sindicato?

–Yo ingresé en el sindicato en Cartagena, al terminar la carrera. ¿El motivo? Encontrar trabajo, que a veces no tenía nada que ver conmigo porque lo mío era hacer oposiciones en lo que fuera. Esas orientaciones me sirvieron para trabajar en empresas de trabajo temporal. También en Cartagena fui ayudante del secretario de organización, también participé en huelgas generales en Cartagena también por el cierre de toda la industria; y ya después, un día que estaba trabajando en el campo me llamaron para venir para acá y aparecí en Melilla. Aquí en la ciudad he hecho de todo menos de secretario de Educación. He estado varias veces en la ejecutiva del sindicato, he entrado y he salido sin ningún problema. Si me reclaman, soy apto, válido, puedo y tengo las capacidades, no me quedará más remedio que aceptarlo.

–¿Cree que es necesario el sindicalismo?

–Esto puede sonar una cosa arqueológica. Por mi experiencia de vida, he visto pasar de este sindicalismo que cerraba ciudades por huelgas generales a un sindicalismo que es del sector terciario. O sea de despachos y de ir a los juzgados a reclamar cuestiones laborales y ganarlas. Entonces hemos pasado de un sindicalismo de estar en la calle a otro simplemente de despachos y de letrados a un juzgado. Y a esperar la sentencia, claro. Pero sí, hoy en día un sindicato tiene un despacho de letrados, que suelen ser una herramienta bastante considerable y fiable, que frente a uno que se va a un abogado en la calle, que a lo mejor no domina estos temas y sobre todo le va a salir más caro, que cuando se está en el sindicato.

–¿Qué está pendiente por mejorar en la enseñanza?

–En la enseñanza es que tenemos varios problemas. El más significativo y del que siempre se habla son las ratios. No es lo mismo trabajar con quince críos que con treinta, pero claro, el dinero manda, vivimos en una sociedad de libre mercado.

Otro aspecto muy importante es uno que hay dentro de la sociedad: es el desprecio generalizado y hasta bastante elevado hacia el profesor.  A la vez esos que desprecian al profesor quieren que les atienda un buen médico es una contradicción. No es solo un problema de España, en Portugal hasta el año pasado en Oporto pude ver pancartas del profesorado el instituto quejándose de que la sociedad no reconoce la valía y la importancia que tienen en la educación.

Otro problema importante pero también silencioso es el tema de las tecnologías, en este caso es el tema del móvil. Un crío con 14 o 16 años que lleva un móvil de 500 o 1.000 euros en el bolsillo, que no tiene que pagarse el móvil ni las recargas, a ese crío no se le puede exigir ni estimular nada porque todo lo ha conseguido gratis.Luego a los 25 o 30 años entrará en depresión porque de pronto descubren que todo eso tienen que pagárselo.

Esos tres pilares son lo malo que tenemos hoy en la educación, junto que vivimos en la nueva economía de la sociedad de conocimiento, cuanta más gente formada haya, los salarios serán mayores. Pero si vamos a ser un país de turistas y eso solamente requiere camareros y otros servicios más personales el nivel de formación es casi nulo o inexistente.

– En esos problemas que menciona, casi todos están muy relacionados con la educación que los chicos deberían recibir en casa...

–Sí. Bueno, aquí en Melilla no hay problema por la cuestión geográfica pero en la península los padres pueden trabajar muy lejos de sus casas. Yo puedo poner un ejemplo, que siendo de Cartagena, yo voy a sacar el coche de a las 6:30 y al lado del garaje hay una guardería. Ya están los padres dejando al crío ahí. De hecho, la pregunta es: ¿cuántos kilómetros tienen que hacerse los padres para ir a trabajar? Yo sé que por ejemplo en Albacete hay gente que va y viene todos los días a trabajar desde Cartagena. Son dos horas cada viaje, en total son cuatro horas cada día.

Luego también está cierta moda que lleva varios años acerca de la frivolidad de "tengo tener un hijo porque si no no me siento realizado". Ahí se juntan también dos aspectos mentales y laborales que son sobre todo peliagudos. El problema es la distancia  del trabajo de los padres y los críos que están alejados de la mano de Dios.

También enlazamos a lo de antes, el modelo televisivo de triunfo social ya sabemos cuál es: fútbol, los personajes tertulianos de Telecinco, que se pasan todo el día chillando y son los triunfadores sociales. Pero no tenemos a ningún médico, ni ningún astronauta, ni a ningún comandante Cousteau que investigue los fondos de los mares. El modelo de triunfo social deja bastante que desear. Es un modelo, por decirlo simpáticamente, es muy de Torrente.

–¿Qué le diría a esos docentes que en septiembre podrían enfrentarse a su primer día de clase?

– Primero paciencia y que se olviden de todo lo que se le ha dicho porque la realidad es muy diferente. Paciencia y observar a sus compañeros veteranos, o no veteranos, y pedir ayuda sin ningún problema. Ya de ahí empezar a maniobrar.

El docente es como los vinos de reserva: tarda tiempo en hacerse y no hay curso universitario que te oriente para esto. Si vienes de otros ámbitos laborales que han sido más duros que la docencia, el impacto es menor, pero si no has trabajado en nada y has tenido la suerte de aparecer en la primera, el impacto es considerable. Pero sobre todo paciencia y observar al resto de compañeros que llevan más tiempo en el trabajo.

La realidad en el aula no es la que cuentan los pedagogos. Es un mundo muy complejo y que va relacionado con el mundo televisivo de los modelos sociales, y también con el mundo de los videojuegos. Son realidades muy diferentes respecto a las que se vivían hace veinte años. Eso para los alumnos es una llamada de atención y una señal de que tu conoces, aunque sea pobremente el universo en el que se manejan constantemente.

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