Editorial

Reabrir la aduana

La reapertura de la aduana comercial, un reclamo legítimo que va camino de hacerse histórico en Melilla, ha entrado en campaña electoral. Lo hizo este miércoles a las puertas del Congreso de los Diputados, donde Coalición por Melilla (CpM) logró reunir a representantes de la patronal CEME, de asociaciones vecinales, de la iglesia Evangelista, la Comisión Islámica y el sector del taxi.

En Madrid, aprovechando la expectación levantada por la votación de la moción de censura que Vox presentó y perdió frente a Pedro Sánchez, los melillenses, liderados por CpM, se plantaron a las puertas de las Cortes con una pancarta que reivindica mejoras en transporte, frontera y aduana comercial.

Esta es la segunda protesta que los cepemistas llevan a Madrid en esta legislatura (la anterior fue en octubre de 2022) pese a que gobiernan en coalición con el PSOE en Melilla y además se apoyan en Compromís, un partido que también comparte el poder con los socialistas en Valencia.

Es una pena que hayamos tenido que esperar a entrar en precampaña electoral para reclamar la reapertura de la aduana en Madrid, habida cuenta de que Marruecos cortó de manera unilateral el paso documentado de mercancías por Beni Enzar en el verano de 2018. Hemos esperado casi cuatro años para quejarnos.

Así nos va. No somos capaces de unirnos todos, al margen de intereses partidistas, para reclamar lo que por derecho nos corresponde. Tenemos menos poder de convocatoria que los agricultores o los transportistas que en cuanto les tocan el bolsillo se plantan en Madrid y cortan el tráfico.

Melilla está lejos y es un viaje largo y caro, pero si queremos que la aduana comercial reabra, habrá que reclamarlo en Madrid no con 25 personas y una pancarta sino con un mar de melillenses exigiendo respeto a la europeidad de esta tierra.

No se entiende que siendo como somos territorio europeo, Marruecos no respete el compromiso firmado con Europa para dar prioridad a las mercancías procedentes de la UE. No se entiende tampoco por qué nuestro país no pide la mediación europea para un conflicto encallado, de la misma manera que lo pidió tras nuestras diferencias con Argelia.

En definitiva, la protesta por la aduana comercial llega tarde a Madrid y desvirtuada por las campanas que repican anunciando la campaña electoral. Esto no debería ser algo de un solo partido, sino de toda Melilla. Pero para alcanzar el consenso hace falta guardar las siglas en un cajón y tirar del carro en nombre de esta ciudad.

Llevamos cuatro años callados como si nos hubiéramos convencido de que el poder del silencio supera al de los actos y las palabras.

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