El 21 de marzo fue declarado como Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial de la ONU en 1966, en memoria de quienes murieron o resultaron heridos en Sharpeville, Sudáfrica, durante una manifestación pacífica contra el apartheid (sistema político que le dio todo el poder a los blancos).
En primer lugar, convendría preguntarnos qué entendemos como racismo.
El racismo se define como la “ideología basada en la creencia de que existe una jerarquía entre los grupos humanos, entre las razas”.
Todos los comportamientos que se derivan de esta ideología también se consideran racismo. Esta manera de pensar ha sido la fuente de los peores crímenes contra la humanidad, especialmente en la Alemania nazi, en Ruanda, en Armenia, en Darfur, en Palestina, en Bosnia, etc., donde se han cometido genocidios.
A causa del racismo, hubo también en el mundo, millones de esclavos y segregación racial.
¿Qué entendemos como discriminación racial?
En España, mucha gente es víctima de prejuicios, tanto en la escuela como en el trabajo, a la hora de buscar una vivienda o en la misma calle, simplemente porque su piel no es blanca. ¿Saben ustedes que el valor de una casa disminuye cuando está habitada por una familia de color, gitana o de Oriente Medio? ¿Saben ustedes que algunos empleadores se niegan a contratar a la gente de color, simplemente porque son perezosos o incluso peligrosos? ¿Saben ustedes que los chistes racistas ayudan a reforzar la mentalidad racista? Todo esto es discriminación racial.
En España, todos estamos protegidos por la Carta de Derechos y Libertades y por las Leyes de Derechos Humanos. Con y en base a estas leyes, el Estado protege a los individuos contra el racismo permitiéndoles ejercitar su derecho recurriendo a los tribunales si sienten que han sido objeto de discriminación, un recurso que no existe en todos los países. Desafortunadamente, a pesar de todas las leyes y cartas, la discriminación racial sigue siendo un fenómeno muy real en las vidas de muchas personas.
Setenta y siete años después de la derrota nazi, las palabras que rodean al vocablo racismo han cambiado de registro, se mueven entre la ambigüedad, el eufemismo y el ocultamiento. Es una estrategia bien marcada en el lenguaje discursivo de los neo-racistas. Se trata de una opción de contorno que eligen los teóricos europeos de la ‘extrema derecha’: Frente Nacional en Francia como prototipo, Plataforma Per Catalunya, Somos Identitarios (SOMI), Vox, etc. La fórmula de la ‘preferencia nacional’ es el eje fundamental de la doctrina. ¿No es la formulación de consignas y esloganes de la nueva generación de racistas del tipo: “¡fuera los extranjeros!” pronunciadas lapidariamente por los antepasados espirituales de la extrema derecha un tipo de discurso que tendríamos que desterrar?
Es importante tener siempre presente que la lucha contra la discriminación empieza por uno mismo, por nuestras ideas, por nuestros prejuicios y por nuestra forma de reaccionar.
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