Opinión

¿Qué quiere Marruecos?

La Delegación del Gobierno de Melilla, apelando a la información que asegura que le ha facilitado la Guardia Civil, ha negado hasta en dos ocasiones tener constancia del acoso de las patrulleras marroquíes a barcos de recreo que tienen puntos de amarre en la ciudad. Además, asegura que no hay denuncia de ningún afectado.

Normal. Si tienes un barco en Melilla y te acosa una patrullera marroquí en Aguadú no vas a la Guardia Civil porque interponer una denuncia te puede cerrar las puertas para navegar por las costas marroquíes y ese es el gran atractivo que tiene gastarse una pasta en una embarcación y un punto de amarre en esta ciudad.  Nadie se compra un barco para pasearse por Puerto Noray.

Tampoco tienen constancia ni en el Ministerio del Interior ni en Marruecos del acoso a los barcos españoles. Nadie sabe nada de la lancha de la Marina Real Marroquí fotografiada por un melillense que fue hostigado en Aguadú.

Si todo es mentira, ¿por qué hay un grupo de propietarios de barcos de recreo que está organizando una quedada en Aguadú para protestar por el acoso marroquí?

Mucho habían tardado las patrulleras marroquíes en trasladar a Melilla la presión que ya venían ejerciendo en aguas del Estrecho, donde han perseguido y hostigado barcos españoles que navegaban cerca de Tarifa. Llegaron incluso a invitarlos a abandonar esas aguas porque aseguraron que eran de Marruecos. No lo digo yo: lo recogió la prensa local y nacional.

Aquí ya tuvimos el incidente con el barco marroquí que en noviembre de 2021 obstruyó la maniobra de entrada al puerto de un buque de pasajeros y en ese caso la Delegación del Gobierno también negó la mayor. Sin embargo se chocó de bruces con la foto que un pescador de Melilla hizo del incidente. La imagen retrata la acción beligerante en pleno puerto de la ciudad. Bastó una simple foto para dejar la credibilidad de la institución en mínimos históricos.

Recordad también cuando el Gobierno de España le contestó por escrito al diputado del PP por Melilla, Fernando Gutiérrez Díaz de Otazu, que la piscifactoría instalada por Marruecos en aguas españolas cercanas a Chafarinas no era de su competencia porque la acuicultura depende de la gestión autonómica.

Por menos, José María Aznar metió el Ejército en Perejil, pero ante el agravio de Chafarinas el Gobierno de Pedro Sánchez optó por restar importancia a la provocación marroquí hasta que el tema se le fue de las manos y no le quedó más remedio que reconocer que Marruecos se nos había metido hasta la cocina. Fue entonces cuando elevó una queja a Rabat por el uso de aguas territoriales españolas sin autorización. Además, avisó de que estaba tramitando las sanciones correspondientes.

Lo hizo entregando una nota verbal a la Embajada Marroquí que en aquel momento no tenía embajadora en Madrid porque Karima Benyaich había sido llamada a consultas tras el conato de Marcha Verde sobre Ceuta de mayo de 2021.

Como todos hemos podido comprobar Marruecos usó la nota verbal para limpiar los cristales de su sede diplomática en la capital española.

Y desde ese momento, Rabat no ha hecho más que comerle terreno a España y aprovecharse de la debilidad de un Gobierno de coalición que necesita hacer encaje de bolillos y ceder hasta en los principios para aprobar leyes a golpe de decretazos.

Rabat nos está vendiendo la idea de que las cosas no se enderezarán hasta que salgan los comunistas de Podemos del Gobierno. ¿Cambiarán las cosas con un Gobierno de otro signo político? ¿Podremos recuperar el espacio perdido? ¿Se pueden encauzar unas relaciones después de que el propio rey Mohamed VI diera su palabra de que renunciaba a los actos unilaterales?

Me da a mí que en Marruecos no perdonan a nuestro presidente ni su viaje a Melilla y Ceuta antes de reunirse con Mohamed VI, ni que dijera que no somos una ciudad ocupada sino una ciudad española.

Y tan española que tenemos que sellar el pasaporte para salir de la ciudad. Y hasta donde yo sé, el pasaporte solo se sella cuando se sale al extranjero. Por tanto, Marruecos admite que somos España pese a que intenten vendernos en documentos oficiales como "ciudad arrebatada".

Entendemos que el país atraviesa la peor sequía en los últimos 30 años. La economía marroquí no repunta y los jóvenes solo se plantean un futuro que pasa por la emigración. Y mientras Marruecos vende su humo de que va a construir una costa del sol en el litoral que da al Mar de Alborán, lo cierto y verdad es que el Rif sigue estando a años luz de desarrollo y diferencia de renta de Melilla.

¿De qué viven los gendarmes y aduaneros sin comercio atípico y con sueldos miserables? Probablemente de excederse en sus funciones y hostigar y extorsionar a quienes tienen dinero: los españoles.

Pero eso es solo una hipótesis. Sabíamos que la mención que el guiño que nos hizo Pedro Sánchez desde el Congreso de los Diputados en su discurso del Debate del Estado de la Nación iba a levantar ampollas. De esos polvos, estos lodos.

El acoso a las embarcaciones melillenses no se puede tolerar, esconder ni justificar con la supuesta lucha contra la inmigración irregular. Hay que pedir explicaciones a Marruecos desde la serenidad de quien sabe que por las bravas perdemos todos.

Sería irresponsable permitir que la mecha se encienda y estalle un conflicto que podría solucionarse en los despachos siempre que el problema no se esconda bajo la alfombra. Negar lo evidente puede hacer que toda esta impotencia estalle y si eso pasa, será una catástrofe para todos.

Si no somos capaces de solucionar nuestras diferencias con las autoridades marroquíes por nosotros mismos hay que pedir auxilio a Bruselas. Marruecos tiene que entender que no estamos solos.

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