En la calle General O’Donnell, con el sol iluminando las fachadas, un obrero sigue trabajando para Ferrovial “a ritmo de que no pare” a pesar del puente. Mohamed Misian confía en que esa parte pueda estar terminada antes de Navidad, pero es consciente de que “aún queda mucho”. “Para mediados de enero, fijo”, asegura.
Los trabajos sobre el tramo actual de la calle O’Donnell en el que se está trabajando comenzaron hace más de un mes, pero todo es parte de un proyecto más amplio de nueva ordenación de las calles O’Donnell, General Prim, Conde de Serrallo y Severo Ochoa entre la calle Abdelkader y la plaza Reyes Católicos, cofinanciado por la Unión Europea (UE) a través de los fondos Feder y dotado con un presupuesto de 835.755,12 euros.
Así, desde hace ya varios meses se está llevando a cabo el proyecto, que abarca saneamiento, iluminación, agua, árboles con sistema de riego por goteo o fibra para internet. Como dijo Misian, “levantándolo todo en general, todo nuevo”.
Cerca, en la calle Cándido Lobera, las obras siguen su curso pese a la interrupción que hubo, durante dos meses, con motivo de la inclusión de una tubería para la red general de agua. Además, los obreros tuvieron que delimitar unos pasillos con sus plataformas de metal para que los ciudadanos pudieran acceder a los comercios.
El dueño de la constructora, Antonio Estrada, asegura que no puede dar una fecha para la conclusión de los trabajos. Afirma, eso sí, que será “lo antes posible”, si bien advierte de que “salen cosas que no están previstas” mientras señala una pared descascarillada del banco. Estrada asegura que son “obras complejas”, pero cree que “ya queda poco y se hará enseguida”.
Diego Sedeño, de la tienda de fotografía Foto Velox, opina que las obras son “incómodas, pero necesarias”. Así, por ejemplo, a él le entra mucho polvo, lo que le obliga a cubrir las rendijas con toallas mojadas y a limpiar tres o cuatro veces al día. Este ciudadano insiste en que “no se trata de buscar culpables”, sino de que “una obra molesta la hagas donde la hagas”.
Por lo demás, considera que “esto se tendría que haber hecho hace diez o quince años” y está seguro de que “vamos a salir todos beneficiados”. Además, y pese a la incomodidad que puede suponer a los clientes, él asegura que su clientela fija sigue con él “llueve, nieve o truene” y quizás sólo unas pocas personas, posiblemente “mayores o discapacitados”, hayan optado por un sitio más “cómodo”.
En cualquier caso, Sedeño tiene la esperanza de que “terminen pronto” y se marchen al siguiente tramo del proyecto, que, en total, comprende la la nueva ordenación de las calles Roberto Cano, Cándido Lobera y Cervantes y que también está financiado con fondos Feder, en este caso por un valor de 883.012,90 euros.
Una señora que pasa por la calle Ejército Español en ese momento dice que ella vive en el Paseo Marítimo, por lo que no le molesta, pero se queja de que se han quitado plazas de aparcamiento para minusválidos para sustituirlas por espacio para motocicletas.
Charlando, en la acera de la joyería Suiza, Dalia Buen Gusto y comercial Esther, Francisco Santiago, Ahmed Ituuhmein y Marcos Benhamú creen que, si se hubiera contratado a más personal, todo habría ido más rápido. Debido a lo que ellos consideran lentitud, están perdiendo dinero, porque no hay coches ni personas, dicen. Así desde mayo o abril. “Es la ruina más grande”, se escucha al último. Alguno de ellos ha tenido incluso que poner dinero de su bolsillo para cubrir los gastos.
Mientras tanto, en el Rastro, prosiguen las obras de Probisa-Promeco en la calle García Cabrelles. El capataz, Nayim, lleva apenas una semana y no sabe cuándo terminarán.
Un señor observa la escena desde detrás de la valla. A Rafael Nieto, que así se llama este ciudadano, le parece “muy bien” que estén saneando la calle.
A Manuela Muñoz, por el contrario, no le gusta tanto cómo se está desarrollando la reforma, porque “no puede ser que esté todo levantado”, y aboga por haber ido “por partes”, si bien admite que tampoco es que le cause “muchas molestias”. De similar opinión es Mamma Ccraon, quien, además, mucho se teme que los trabajos se vayan a prolongar durante más tiempo del inicialmente previsto. Ella reconoce que hacían falta arreglos, pero no entiende que “hayan levantado Melilla entera”.
De camino a la calle Comandante Royo, un trabajador de Valoriza dice que, para su trabajo, todas estas obras “estorban”, sobre todo en las calles grandes, como la Avenida Alfonso XIII. En Comandante Royo, Ferrovial sí estaba de puente según varios empleados de la empresa Afle que se encargan del mantenimiento de la maquinaria y que estaban trabajando este martes.
En Alfonso XIII, precisamente, se espera que, durante el próximo mes, se comience el proyecto de renovación de las aceras y la capa de rodadura en la calle Benito Feijoo y adyacentes, con una inversión de 495.217 euros.
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