Palazón recalca que “es muy complicado dar una cifra exacta” pero asegura que vuelve a haber concentración de subsaharianos en el monte y en la vecina Farhana.
La presión migratoria sobre la frontera que separa la ciudad autónoma de Marruecos volverá a sufrir un repunte en breve, según señaló en la jornada de ayer el máximo dirigente ONG local Prodein, José Palazón, a este periódico. Según sus palabras, el Gurugú vuelve a albergar a una importante cantidad de subsaharianos que se encuentran a la espera de una oportunidad para intentar saltar la valla.
“Es difícil concretar una cifra, casi imposible. Nadie sabe con certeza cuántas personas se encuentran ahora mismo en el Gurugú, pero el cálculo podría rondar los 500 inmigrantes”, aventuró Palazón. En la misma línea, señaló que también se ha incrementado la presencia de subsaharianos en los aledaños de la vecina Farhana.
La explicación para este nuevo incremento es la de siempre, según el máximo dirigente de Prodein. Cuando los inmigrantes son detenidos por la Policía y el Ejército marroquí, son trasladados a Oujda y luego a la frontera que separa el país vecino de Argelina, donde los abandonan. Al estar cerrado dicho paso fronterizo por razones diplomáticas, los subsaharianos quedan en tierra en nadie y al poco tiempo vuelven a reemprender la marcha hacia Melilla. “No tienen más esperanza que entrar en la ciudad autónoma como sea”, subrayó Palazón.
Por otro lado, explicó que las mafias que trafican con seres humanos han comenzado a maniobrar con el objetivo de lucrarse a costa del sufrimiento y la necesidad de este colectivo. En lo que respecta a las entras por vía marítima, señaló que en muchas ocasiones no se trata de grandes organizaciones criminales, sino de grupos de dos o tres personas que se coordinan para aprovecharse de los subsaharianos.
“En muchos casos son bandas pequeñas que disponen de una zodiac o una embarcación similar y de hacen de oro intentando introducir a los inmigrantes de manera ilegal”, criticó Palazón.
Otro asunto son los saltos a la valla, los cuales suelen estar coordinados por los propios subsaharianos. “Se dividen por nacionalidades y cada grupo suele tener un portavoz o cabecilla. Se ponen de acuerdo para actuar el mismo tiempo y entrar. Un poco de orden dentro del caos de la desesperación”, explicó.
Por otro lado, destacó que uno de los elementos que difiere con respecto a hace siete años, cuando también se produjeron numerosos asaltos a la valla, es la forma que tienen de asentarse los inmigrantes subsaharianos antes de intentar entrar en Melilla de manera irregular.
Mientras que en el año 2005 se formaron en el monte Gurugú grandes grupos organizados en forma de campamentos permanentes, en esta ocasión los inmigrantes han optado por no establecerse en un punto concreto, sino en moverse de manera continua para evitar las patrullas policiales del país vecino, que peinan los alrededores de Nador diariamente en busca de subsaharianos. Hace siete años primaba más la organización, mientras que ahora los inmigrantes intentan saltar la valla “a la desesperada” a causa de la presión que ejercen sobre ellos las fuerzas policiales del país vecino.
“Los movimientos por el Gurugú son continuos, ya que la Policía de Marruecos lo revisa de cabo a rabo varias veces al día. Ya no pueden permanecer a la vista, si los localizan son inmediatamente detenidos y llevados a la frontera con Argelia”, aseveró Palazón.
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