Este 5 de agosto, el encargado de Negocios de la Embajada de España en Rabat, acudió junto a un grupo de diplomáticos a una visita oficial organizada por las autoridades marroquíes a la sede del Buró Central de Investigación Judicial, dedicado a la lucha antiterrorista.
Es la primera vez, desde la marcha sobre Ceuta, que estalló tras la entrada del líder saharaui Brahim Ghali a España, que el Ministerio de Exteriores de Marruecos hace un gesto hacia nuestro país.
Esa deferencia llega tras hacerse público que Marruecos ha comprado drones de combate a Turquía y los tiene en Monte Arruit, apuntando a la espalda de Melilla, con el pretexto de que son para defenderse de sus enemigos en Argelia.
Éste es un primer paso que a los marroquíes les ha costado mucho trabajo dar y tenemos que celebrar que lo hayan dado. Lo de menos es que nos hayan invitado a visitar un centro que trabaja de aquella manera, en base a la información que proporciona la Inteligencia callejera, dependiente de la Dirección General de Vigilancia del Territorio Nacional.
Lo importante es que esa invitación invita a pensar en la normalización de las relaciones bilaterales, tan importantes para Melilla y Ceuta y para Nador y Tetuán.
Este lunes supimos por el ABC que el Gobierno de España no sabe cuántos marroquíes entraron en Ceuta en mayo pasado. Por su parte, la ONU ha hecho cálculos a la baja y estima que fueron 9.185 personas, de las cuales, 750 son menores extranjeros no acompañados y entre 5.000 y 6.000 no han podido ser devueltas a Marruecos. Otras fuentes hablan de muchos más.
Evidentemente nos interesa retomar el diálogo para, entre otras cosas, mandar de vuelta a casa a los marroquíes que entraron ilegalmente en Ceuta en plan marcha verde. No hay motivos para que eso no se haya hecho ya a estas alturas. Como tampoco hay motivos para que casi tres meses después de la invasión no tengamos aún en marcha el Plan Estratégico que supuestamente rescatará ambas ciudades autónomas.
En toda España se habla ya de recuperación económica, menos en nuestros territorios. Hasta el diario El País está elucubrando con que la salida de la crisis pondrá en peligro el impulso del PP, que basa su campaña contra el Gobierno en su solvencia para sacar a España de baches económicos. Lo hizo Aznar, lo logró Rajoy y ahora Pablo Casado quiere repetir la hazaña. El problema es que si no hay nada que salvar, se desinflan porque no tienen otra cosa que ofrecer.
Y yo me pregunto, ¿qué otra cosa mejor que la prosperidad puede ofrecer un partido político? Porque eso es lo que queremos los votantes, vivir mejor, con un salario estable que al menos nos permita llegar a fin de mes. Pues se ve que para la izquierda española eso no es suficiente.
Pero como entre cielo y tierra nada se puede esconder, una encuesta encargada por El Español revela un detalle interesante a tener en cuenta. Sólo los votantes de PSOE y Podemos creen que el Gobierno podrá liderar la salida de la crisis de la Covid-19.
Aquí en Melilla, evidentemente, no nos creemos esa historia ni a nuestros políticos se les pasa por la cabeza decir que hoy estamos mejor que antes del coronavirus. Ni siquiera pueden prometer que lo estaremos antes de las próximas elecciones. Por eso intentan centrar el debate en el derribo del monumento de los Héroes de España. Quien no puede construir, se concentra en destruir.
Tendrán que justificar mucho su actuación porque si bien era una vergüenza mantener en pie una escultura del dictador a la entrada del puerto, no es lo mismo el monumento a los Héroes porque de su tipo, quedan cientos en España. ¿Qué será lo próximo que se propongan derribar? ¿La estatua de Pedro de Estopiñán? Ese no es el camino de la concordia que tanto defiende Pedro Sánchez.
La crisis de la Covid nos cogió en Melilla de capa caída. En tiempos de Imbroda empezaron a bajar las persianas los comercios del centro y no recuerdo que se hiciera nada para frenarlo. Por eso aquella marcha multitudinaria de la plataforma de empresarios, reclamando en mayo de 2018, soluciones urgentes para la crisis que asolaba las dos ciudades autónomas.
En aquel momento, nuestra situación era ya delicada. Tres años después, los 100 millones de pérdidas que el ex presidente Imbroda calculó que se iban a perder con el cierre de la Aduana de Beni Enzar, se han multiplicado. ¿Cuánto dinero han perdido nuestros empresarios desde entonces?
¿A qué esperan nuestros políticos para poner en marcha un plan de choque? El tiempo pasa y seguimos sobreviviendo a duras penas. Llegará el momento en que ya no vamos a poder hacer ni eso.
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