La UE ha aprobado un mecanismo para evitar que los países que pongan en riesgo las normas del Estado de derecho puedan recibir fondos europeos. En principio están pensando en la deriva ultranacionalista, antieuropeísta y conservadora de Polonia y Hungría, pero la medida no deja de ser llamativa porque es la primera vez que se exigen garantías democráticas a cambio de inversiones.
La Unión Europea ha movido ficha ante el avance de la ultraderecha y como idea es fantástica. El dinero no puede seguir yendo a los radicales. Lo que recorten por ahí, esperemos que nos caiga por acá. Porque en Melilla hace falta una inyección potente de euros para echar a andar la maquinaria económica de esta ciudad.
Marruecos anunció ayer que amplía su estado de emergencia hasta las seis de la tarde del 10 de diciembre próximo. Damos por hecho que nuestra frontera no abrirá hasta que no abra la suya. Más que nada, porque no tiene sentido abrir para que no entre nadie. Pero, sobre todo, deberíamos abrir, en igualdad de condiciones.
Aunque sólo sea por curiosidad, me gustaría saber si Marruecos tuvo la gentileza de avanzar a nuestros servicios diplomáticos que cabía la posibilidad de que el Consejo de Gobierno de Rabat prorrogara un mes más el estado de emergencia sanitaria para frenar la propagación de la COVID19 por todo el país.
Como país soberano que es, Marruecos no está obligado a hacerlo, pero habría sido, sin dudas, todo un detalle. De esa forma, nuestro Gobierno podía haber anunciado el mismo día que mantiene las fronteras de Melilla y Ceuta cerradas, de mutuo acuerdo con el país vecino.
Sin embargo, la última actualización del cierre de fronteras en las dos ciudades autónomas que ha publicado el Ministerio de Exteriores data del 9 de octubre. Hoy nos podemos poner chulitos y decir que no vamos a abrir las verjas hasta enero de 2021, pero ya hemos quedado, como de costumbre, a rebufo. Se nos nota que si Marruecos dice ven, lo dejamos todo.
Necesitamos la frontera como el comer, aunque no sé si nuestros vecinos querrían entrar en masa en Melilla con las cifras de contagios, disparadas como las tenemos. La gente necesita trabajar. Nuestras tiendas necesitan clientes; pero la salud es lo primero.
Justo ayer nos llegó una noticia que nos puso los vellos de punta. Fue la información de que la naviera Armas trabaja en la renegociación de su deuda para 2023 y 2024.
En nuestra opinión, desde Fomento deberían prestar atención a su caso porque si Armas cae, entre las muchas consecuencias, habría que contar con que nos quedaremos incomunicados en Melilla porque no tenemos un contrato marítimo en vigor que nos garantice la conexión con la península. Esto, por tanto, no es un problema único y exclusivo de la compañía canaria. Es también nuestro.
A día de hoy no tenemos barco a Motril: nos lo quitaron con la llegada de la nueva normalidad, junto con los vuelos a Barcelona. A Almería tenemos dos viajes por semana y aunque Armas se ha dado prisa en enviar un mensaje de tranquilidad, es evidente que estamos preocupados.
En estos momentos no hay contrato marítimo y no tenemos nada que reclamar. ¡Gracias, Ábalos!, aquí nadie dice nada. Menos mal que tenemos a Balearia porque de lo contrario íbamos a tener que promocionar viajes en globo a lo Willy Fog.
Se puede estar mal y se puede estar como nosotros. Lo único que me tranquiliza es que esta preocupación en torno a la refinanciación de la deuda de Armas no es sólo nuestra sino compartida con los pasajeros de Canarias, Baleares y Ceuta. Nosotros no tenemos fuerza en el Congreso, pero Coalición Canaria sí y seguramente peleará todo lo que no seremos capaces de pelear nosotros desde Melilla pese a que el PSOE está en el tripartito local y el ministro de Transportes es socialista. Pero ojo, no es un socialista al uso. Es uno de los pesos pesados del Sanchismo y ni así hemos visto mejora alguna para el contrato marítimo en nuestra ciudad.
Este año ha sido terrible para el puerto de Melilla. Con la frontera cerrada, la entrada de contenedores ha caído en picado. El barco de Marítima Peregar está viniendo de Pascuas a San Juan. Somos el segundo puerto español con mayores pérdidas después del de Baleares. ¿Alguien ha salido a aportar una solución viable? No. Están esperando a que las cosas se arreglen solas y eso no va a pasar.
En más de una ocasión hemos hecho referencia a la necesidad de que el Gobierno central o incluso Europa asumieran compromisos serios con las navieras. Sabíamos que esto que le está pasando a Armas podía pasar y sabemos que ese barco y el de Balearia son imprescindibles para una ciudad como la nuestra.
Pero esa ayuda no ha llegado. Veremos a ver si de la misma manera que todos los españoles rescatamos los bancos y las autopistas en la crisis económica anterior, ahora hacemos piña para salvar empresas esenciales para los territorios extrapeninsulares como son las compañías marítimas.
Tenemos que luchar por lo nuestro. Llevamos tiempo insistiendo en la gravedad de seguir sin contrato marítimo y se han dado tantas largas que al final, nos quedaremos sin barcos. Hemos ido de mal en peor. Es una realidad. Los que dudan de que siempre se puede estar peor, tienen aquí la prueba de que se puede caer infinitamente más bajo.
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