El mercado del alquiler en Melilla se encuentra en una situación crítica. Así lo reflejan 36 personas que han participado de forma anónima en una encuesta sobre arrendamiento de vivienda en la ciudad autónoma. Además, de estos 36 participantes, la mayoría de ellos han expuesto un reflejo de la frustración y desigualdad a la hora de poder tener acceso a una vivienda digna, la cual se ha convertido prácticamente en un privilegio para unos pocos. Una de las características de este cuestionario es la variedad de personas que han respondido y quienes viven en diferentes zonas. Destacan personas que residen en el centro de la ciudad, el Barrio de El Rastro, el Real, el Tesorillo, el Barrio de la Victoria o el Industrial. También ha habido respuesta de personas de Calvo Sotelo (Barrio de la Libertad), Carretera Hidum, la Quinta o la Cañada.
Casi la totalidad de las personas encuestadas, concretamente un 97%, considera que el alquiler en Melilla es excesivo (el 50% cree que es muy caro, frente a un 47,2% es caro). Solo un 2,8% opina que los precios son asequibles. Y es que una de las principales cuestiones es el precio medio para poder entrar en una vivienda. Según esta encuesta, el 50% destinan entre el 30% y el 50% de sus ingresos al pago del arrendamiento, mientras que un 13,9% supera incluso esa proporción. Un 30,6% restante dedica menos del 30% de su sueldo a pagar el alquiler, según la encuesta.
Sobre los precios, el 61,1% de los encuestados paga una mensualidad que oscila entre los 500 € y los 700 €, mientras que un 16,7% paga entre 300 € y 500 €, y apenas un 8,3% tiene un alquiler inferior a 300 €. Estos datos no solo se reflejan en una encuesta de casi 40 participantes, sino que también lo corroboran personas como Vanesa Aranda, trabajadora en la inmobiliaria Melilla Urbana: "Ahora los alquileres están por las nubes. Yo no sé que se creen los propietarios de los pisos, que con dos dormitorios piden 750 euros y de tres dormitorios por 900 o más". Aranda indica que un factor es la enorme demanda para acceder a un alquiler, pero denuncia los precios excesivos. "No se puede pedir por un piso de un dormitorio en el centro 700 euros, eso es una burrada", añade.
En un recorrido por plataformas de alquiler de viviendas, como Idealista y Fotocasa, la situación no es mucho más positiva. En estos portales se constata la escasez de la oferta y los altos precios que afectan a diferentes zonas. En Idealista, apenas hay 54 pisos en alquiler disponibles. Los precios oscilan entre los 500 € por un apartamento de 30 m² sin ascensor en San Lorenzo (donde la cama se separa de la cocina solo por una pared tal y como se aprecian en las fotografías) y los 1.500 € mensuales por un piso de 180 m² en el Barrio Industrial.
En Fotocasa, el panorama no es más alentador. Se anuncian estudios de 30 m² en semisótano por 600 € en el paseo marítimo, con requisitos como tener nómina. Según el mapa con el que cuenta esta página web, en el centro de Melilla, encontrar algo decente por menos de 600 € es casi imposible, y en barrios como El Real solo se ha visto una oferta de un piso por 500 euros (de una habitación) lo que confirma la percepción ciudadana de que alquilar en Melilla se ha vuelto un lujo al alcance de pocos.
Dentro de la encuesta, parece que Melilla esté más alejada a la realidad de otras ciudades de gran tamaño: el alquiler por habitaciones. En la ciudad autónoma destaca arrendar el piso completo. Según el cuestionario, el 83,3% de las personas residen en viviendas, frente a un 11,1% que sí paga por una habitación y un 5,6% que afirma vivir en un estudio.
Por otro lado, el 47,2% de quienes respondieron a la encuesta afirma que en la casa donde viven, residen tres o más personas, lo que refleja una estrategia común para reducir costes y poder asumir un alquiler cada vez más elevado. Un 30,6% vive en solitario, y un 22,2% comparte su hogar con una segunda persona.
Además de la cuestión de los precios, hay otro factor importante: las condiciones para acceder a una vivienda. Un 41,7% de los participantes admite haber recibido condiciones abusivas estando de alquiler o buscando un piso en estas condiciones. Algunos ejemplos reseñables son pedir dos o más meses de fianza, avales inasumibles o gastos extra por gestión inmobiliaria. Además, 2 de cada 10 personas, según los datos extraídos, se han visto forzadas a mudarse por no poder asumir el precio del alquiler.
Los encuestados resaltan que la ciudad tiene poca vivienda pública, y escasa promoción. La opción de vivir con mascotas también es casi escasa, según otra respuesta. " Debería haber un tope al alquiler para que todo el mundo tuviera derecho a una vivienda digna", dice una persona encuestada. "Al final si puedes, te renta comprar", dice otra respuesta.
Además de datos cuantitativos, no se puede obviar las experiencias de las personas que viven de alquiler o buscan un piso en esta condición. El elevado precio de los alquileres no es el único obstáculo para acceder a una vivienda digna en Melilla. Los encuestados también coinciden en señalar que las condiciones de muchos inmuebles son, sencillamente, inaceptables. “La situación lamentable en la que se encuentran los pisos es escandalosa”, afirma una persona que incluso se vio obligada a mudarse. “He llegado a barrer todos los días trozos de pintura que se caían de las paredes y no me lo solucionaban”, denuncia. La situación no va de casos aislados. Otro encuestado relata lo siguiente: “Vi una casa, un bajo de una habitación en la que la pared se estaba desconchando y se veía la estructura de piedra. Me pedían 450 euros y ninguna garantía de que fueran a arreglar esos agujeros”.
Las críticas apuntan también al abandono generalizado por parte de los propietarios. Algunos encuestados señalan que no invierten lo mínimo en mantener sus viviendas en condiciones. “Solo quieren ganar sin invertir”, lamenta un participante. “Falta aire acondicionado, los muebles están viejos o rotos, hay cosas inservibles, falta menaje…”, enumera.
En muchos casos, las viviendas se alquilan mal amuebladas o en estados deficientes, pero con precios más propios de zonas céntricas de grandes capitales que de una ciudad con una oferta habitacional limitada. “Los precios son abusivos y la demanda muy alta. Muchos propietarios aprovechan esa situación para inflar los precios de viviendas que, ni de lejos, valen lo que piden”, advierte una de las respuestas más contundentes.
Una de las quejas más repetidas en la encuesta sobre el alquiler en Melilla es la exclusión sistemática de quienes no trabajan como funcionarios. En un mercado que destaca cada vez más por la escasez de oferta y la especulación, muchos propietarios imponen requisitos casi imposibles de cumplir para una parte de la población activa. Aunque la ciudad autónoma tenga un nivel alto de trabajadores dentro del sector público, este factor facilita la segregación y discriminación de aquellas personas que trabajan en el sector privado o que se encuentran en una situación laboral diferente.
“Es un abuso que pidan como requisito que seas funcionario”, denuncia una joven encuestada que trabaja en el sector de la estética. “Tengo un buen sueldo, fijo todos los meses. No entiendo la exclusión que tenemos que pasar por querer optar a una mejor vivienda”, añade. Otro participante del cuestionario apunta una realidad cada vez más común: “El alquiler en piso compartido es asequible, pero para los que queremos alquilar un piso en solitario es prácticamente imposible, a no ser que seas funcionario”.
La presión no se limita a una persona. En algunos casos, se exige incluso que la pareja del inquilino también trabaje en el sector público o algún familiar si actúa como avalista. “He llegado a encontrarme con listas de espera y requisitos extremos de algunos caseros como si esto fuera Madrid u otra gran ciudad”, explica otro participante de la encuesta. “Muchos propietarios aprovechan que hay poca oferta y que en Melilla hay muchos funcionarios para inflar los precios de viviendas que están en condiciones deplorables”, señala.
Los efectos sociales de esta realidad también son devastadores: “Mi hija tuvo que emigrar porque aquí no encuentra trabajo, y si lo encuentra no le alquilarán por no ser funcionaria. Y con el sueldo que cobran los no funcionarios aquí, tampoco llegaría para pagar el alquiler y los gastos”, lamenta una respuesta de la encuesta.
Este patrón de discriminación indirecta convierte a Melilla en una ciudad donde la estabilidad laboral pública se ha convertido en la llave casi exclusiva al derecho a la vivienda, expulsando del mercado a quienes trabajan en el sector privado o son autónomos, independientemente de si su situación es más o menos solvente.
La encuesta, junto a la información de portales web y una inmobiliaria, evidencia que Melilla vive una crisis de acceso a la vivienda. La combinación de escasa oferta, altos precios, malas condiciones y criterios de exclusión empujan a muchos ciudadanos a situaciones de precariedad o directamente a dejar la ciudad. “Nos están robando y se están enriqueciendo los cinco que alquilan”, resume otro encuestado con crudeza.
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