Los partidos políticos se retratan con su propio elenco de preocupaciones y mensajes a los ciudadanos. PSOE y CpM no han dejado de hacerlo en estos días a costa de un asunto principal como la reunión del PP-A con los populares de nuestra ciudad. Resulta especialmente ilustrativo del parámetro de preocupación de PSOE y CpM que ambos partidos no hayan dicho nada de la nefasta decisión del Gobierno socialista de subvencionar con dinero público de todos los españoles a una organización marroquí que obra abiertamente en contra de la soberanía española de Ceuta y Melilla, y en cambio reiteren durante varios días sus furibundas críticas contra la presencia de los dirigentes andaluces del Partido Popular o la presencia en nuestra ciudad del diputado popular Ignacio Cosidó
Parece claro que ni a socialistas ni a cepemistas les importa que con nuestro dinero se subvencione a quien atenta contra nuestras intereses y sí, en cambio, que un partido político realice una reunión de calado y compromiso con Melilla en nuestra propia tierra, porque según dicen con ello se promueve la confrontación con Marruecos.
Es decir, que si un partido español viene a suelo español a mantener una reunión se provoca al país vecino y, por tanto, según el razonamiento socialista, dicho partido está actuando en contra de los intereses de Melilla y los melillenses.
El argumento del PSOE no puede ser más nefasto políticamente. Explica por qué las expectativas electorales de los socialistas son tan mínimas y por qué el actual Gobierno de Imbroda se muestra tan seguro y henchido ante la más que posible revalidación de su mayoría absoluta en las elecciones de mayo próximo. Pero esto, que al fin y al cabo es especialmente malo para los socialistas y en general para todos -por lo negativo de una oposición pobre frente al necesario juego de tensiones que asegura el preciso equilibrio democrático-, es especialmente peligroso para Melilla y los intereses de los melillenses.
Me explico: si cualquier gesto de apoyo a nuestra ciudad, reunión de valor político extraordinario o cuando menos fuera de la rutina diaria, es una provocación para Marruecos, a sensu contrario hay que concluir que debemos admitir nuestra servidumbre como territorio fronterizo hasta el punto de limitar nuestra libertades democráticas en atención al irredentismo anexionista marroquí y sus anacrónicas pretensiones soberanistas. Una claudicación en toda regla que da pruebas del planteamiento débil y denigrante con que el PSOE sitúa España en las relaciones hispanomarroquíes, y que lejos de favorecer a los melillenses lo que hace es sembrar incertidumbre, inquietud, desamparo y falta de confianza en el futuro de nuestra tierra.
Defender nuestra españolidad sin claudicar, desde una posición de respeto mutuo, no admite reacciones cargadas de complejos inconfensables como los que parecen esconder los socialistas con sus burdos razonamientos y sus desafortunadísimas declaraciones al hilo de la presencia del comité del PP-A en Melilla.
Llamar a Javier Arenas “novio de la muerte que viene a reconquistar Melilla en plan valentón” y “que busca alarmar a los ciudadanos”, es mucho más que una boutade o un mal chiste. Es simplemente una vergüenza que pretende identificar con un furor patriotero anacrónico un gesto de compromiso con Melilla que el PSOE y su Gobierno nacional no han sido capaces de trasmitir mínimamente ni siquiera en los terribles momentos de extrema vejación a las mujeres policía de la frontera. La tardía y forzada reacción del Ministerio de Igualdad dio pruebas sobradas de lo que digo.
Por tanto, no nos engañemos por esa falsa progresía que pretende establecer divisiones entre patriotas responsables, supuestamente los cautos socialistas que no quieren provocar a Marruecos, y los patrioteros de furor guerrero que, como los populares, según PSOE y CpM, sólo buscan provocar a Marruecos. Dejemos las cosas claras porque jugar con estos conceptos es muy peligroso cuando de lo que se trata es de ser consecuentes con una realidad que supuestamente no admite divergencias entre nosotros, tal cual es el estatus de Melilla como ciudad española.
En cuanto a la reacción de CpM contra el diputado del PP Ignacio Cosidó, invitado a las Jornadas sobre Desarrollo y Seguridad en el Mediterráneo, resulta igualmente grave y poco democrático que se juegue con tanta facilidad a estigmatizar a aquellos cargos públicos cuya visión de algunas cuestiones de relevancia no coincide con la de determinados grupos locales, tal cual ocurre en este caso con el de CpM.
En lugar de afrontar el debate y acudir a una sesión abierta al público, donde es posible confrontar pareceres, los cepemistas apuestan por la opción antidemocrática y rígida de demonizar al estigmatizado, sin más alternativa que la de situarlo en una lista negra de personas non gratas en Melilla. El cariz antidemocrático de quienes así actúan admite pocas discusiones y revela además qué preocupa más a unos y a otros y qué discurso merece preferencia para unos, como ocurre con CpM o PSOE, aunque a la postre sean otros, según ellos, los que promueven el enfrentamiento entre los melillenses. Está claro, como dice el refrán, que por la boca muerte el pez.
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