En cuestión de una semana, Melilla ha vivido varios sucesos traumáticos que han copado las páginas de la prensa y los espacios informativos de radio y televisión.
Al 'programa' informativo habitual, centrado en la alta presión migratoria que sufre la ciudad desde hace meses y la preocupación existente entorno a la amenaza yihadista que ponen a Melilla en el foco de la noticia, se suman ahora otros sucesos a los que los melillenses no están acostumbrados (y que nunca se deben normalizar, por supuesto). Especialmente, por el carácter violento de algunos de ellos.
El pasado 16 de enero un joven belga de 21 años con residencia en España perdía la vida en un accidente de coche, al precipitarse éste al arroyo Mezquita, detrás de las naves del SEPES. Al parecer el conductor y la víctima pretendían escabullirse de un coche policial de paisano, antes del accidente. El conductor logró huir.
Dos días más tarde, un joven melillense de 24 años fue hallado semicalcinado en un todoterreno en las inmediaciones de la urbanización Mayorazgo. Si bien la muerte se produjo a causa de un incendio declarado en el interior del automóvil, todo apunta a que el fallecimiento fue un fatal accidente. Sin embargo, la Policía aún busca al vigilante del complejo residencial que podría haber sido testigo de lo ocurrido.
La semana parecía transcurrir con relativa tranquilidad, pues ha estado protagonizada principalmente por la climatología.
Pero una vez que el temporal ha amainado, el viernes el empleado de la farmacia de guardia nocturna recibió una brutal paliza. El agresor, que sigue buscando la Policía, utilizó un extintor para noquear a su víctima y así poder llevarse un botín de 200 euros.
Ayer, los melillenses se levantaron con la trágica noticia del fallecimiento de un joven de 25 años por un disparo con arma de fuego que le causó la muerte en el acto. El presunto autor del crimen logró huir.
Uno de los vecinos del lugar de los hechos expresó a El Faro su preocupación por los trágicos sucesos que se están registrando en la ciudad en tan corto espacio de tiempo. Y razón no le falta.
No es frecuente que la tranquilidad de la que disfruta Melilla se vea bruscamente interrumpida con hechos de este tipo, especialmente por las circunstancias tan traumáticas y violentas que los caracteriza.
Las entradas masivas de inmigrantes, por ejemplo, parecen ya formar parte de la rutina, también informativa, y nos vemos, todo hay que decirlo, sorprendidos por la singular violencia de estos acontecimientos. Confiemos en que la impresión de todos, como la de este vecino, cambie en breve. Por el bien de todos.
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