La Comisión Europea aprobará el próximo miércoles un proyecto legislativo que impulsará una policía europea para el control de sus fronteras. Según ha informado el diario El País, el proyecto constituye el núcleo del último discurso de Jean-Claude Juncker sobre el estado de la Unión Europea, que tendrá lugar el 12 de septiembre en Estrasburgo.
Aunque principalmente se trataría de policías costeros, ya que las fronteras más difíciles de salvaguardar son las marítimas, este cuerpo también tendría entre sus competencias, si fuese necesario, el control del vallado de las ciudades de Ceuta y Melilla, únicos territorios de la Unión Europea en África.
Francia habría sido la impulsora de esta iniciativa, que no ha sido bien recibida por el resto de los Estados, por lo que se prevé que la Comisión Europea cuente con muchas dificultades para lograr el consenso necesario para su aprobación en el Parlamento Europeo.
El proyecto pretende desplegar este nuevo cuerpo de seguridad sólo donde se produjeran crisis migratorias, al menos en un primer momento. Más tarde se plantearía la constitución de esta policía como una fuerza de permanente presencia en los distintos territorios.
Juncker planteará este proyecto en su último discurso del estado de la Unión Europea
Al parecer, existe cierto descontento entre los Estados miembros, ya que, si bien es posible que los extranjeros que entran avancen por los 26 países europeos que conforman el espacio Schengen en principio sin control de fronteras, hay algunos países que aplican de manera laxa los criterios de vigilancia en la frontera, que no cuentan con una política de aplicación común, sino estatal.
Grecia fue muy señalada durante la crisis de los refugiados sirios, hace ahora unos tres años. Frontex, la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas, coordina la labor de vigilancia, pero no cuenta con personal propio y tiene que recurrir a los Estados para solicitarles personal a desplegar en las distintas misiones por el continente.
Si este cuerpo comunitario llegara a llevarse a cabo, supondría la aplicación directa del papel de Frontex con una policía que dependiera de la Unión Europea y no de cada uno de los Estados miembros. Esta verdadera Guardia europea de Costas y Fronteras contaría con la posibilidad de intervenir en terceros países y poderes para participar en las operaciones de devolución de inmigrantes irregulares. Un paso más hacia una política migratoria común.
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