Este lunes sale publicado por Open City (editorial Gradiente) el nuevo poemario del melillense Francisco Santos Muñoz, Vagabundo en la última cena, un inusitado diálogo poético entre Jesús Viñas y Francisco Santos Muñoz que acaso otorgue nuevos significados a las canciones de Viñas, o ahonde en los ya existentes; la clave de este diálogo está en las imágenes poéticas propuestas por Viñas en sus canciones y en la manera que ha tenido de entenderlas el poeta melillense. Según explica éste, "cada poema es una particular respuesta a cada una de las canciones".
Aunque no se trata de la primera vez que el melillense Francisco Santos Muñoz se entrega a la experimentación poética, es tal vez la primera en que el resultado recuerda bastante a la forma de hacer poesía moderna inaugurada por el insigne Walt Whitman, cuyo fantasma, sin duda, el lector descubrirá rondando por los pasillos de este poemario.
Cenizas
Malgastar el último cigarro
es lo peor que le puede pasar a un hombre,
fumar sin que se den las circunstancias
-alineación de planetas o lo que sea-
precisas, necesarias,
y darse cuenta,
como quien se da cuenta de que se acaba el mundo,
de que se trataba de eso:
del último cigarro,
tragedia tan fatal como ineludible.
Por eso el humo inútil,
volátil serpiente,
fantasma que se aleja y permanece,
cordón umbilical entre techo y hombre
(o entre la matriz de Dios y el niño),
por eso, decía,
sabe el humo que nadie,
nadie,
allá arriba en el cielo encapotado,
le está esperando;
y que nadie le va a esperar
y que desde su nacimiento
ya fue su muerte ignorada,
ay, olvidado humo,
olvidada trama
de ayeres y mañanas
que saben, o ignoran, no sé ya,
que allá arriba
en el cielo encapotado
nadie les está esperando
ni les ha esperado jamás.
No avanzo, no avanzo...
¿porque no no quiero avanzar,
porque no puedo?
No sé, de verdad que no lo sé,
tal vez sea yo también fantasma,
serpiente, sea yo humo,
sea humo ya.
Coincidiendo con el lanzamiento del libro se sube a Spotify el primer disco de Viñas, Siempre hacia delante, coincidiendo también con la recuperación para el repertorio actual de algunas de las canciones de éste.
El libro y las canciones, aunque cada cual en su terreno, van unidos ya inextricablemente en la frontera entre lírica y música, donde ambos ámbitos se solapan.
El músico aragonés se ha encargado del prólogo, de donde se puede destacar "Yo arrojaba mis canciones al vasto océano como quien tira una botella desde una isla perdida esperando ser rescatado. Asumía que iba a ser una comunicación unidireccional", lo que resalta que no lo fue, hubo respuesta, al cabo, al mensaje en la botella.
Se trata del vigésimo primer libro de poemas escrito por el melillense afincado en Almería, después del que publicó en 2023, Canciones para que no las cante Javier Bergia.
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