Mientras que no conozca el texto completo de la carta enviada por Pedro Sánchez y se nos explique a los españoles la letra pequeña de las negociaciones mantenidas no voy a valorar ni el método empleado ni la insólita forma de adoptar una decisión que cambia la histórica postura de España en la solución del conflicto derivado del “abandono” de la antigua provincia española del Sáhara.
Espero que lo que haya ofrecido el presidente de nuestro Gobierno a Marruecos respete los compromisos de nuestro Estado con el pueblo saharaui y “que las partes lleguen a un acuerdo mutuo y que ese acuerdo se encuentre dentro del marco de las Naciones Unidas”, como ha dicho la exministra de Exteriores.
La deseable buena vecindad y “la nueva etapa sin precedentes” anunciada por el rey de Marruecos se debe basar en el respeto mutuo y en el beneficioso desarrollo económico y social de los habitantes a ambos lados de la frontera.
Los ciudadanos de Melilla y Ceuta y nuestros vecinos marroquíes así lo hemos entendido y practicado -por razones familiares y económicas- desde hace muchos años y queremos volver a tenerlas. Y eso depende solo de la voluntad del rey de Marruecos que últimamente no ha sido la que todos los españoles -y aún menos los vecinos de ambos lados de la frontera- hubiéramos esperado y deseado de un país considerado amigo.
En todas las negociaciones cada una de las partes pide lo que pretende conseguir y está claro que Marruecos quiere anexionarse definitivamente las arenas del desierto del Sáhara, además de los fosfatos, la pesca, los yacimientos submarinos de telurio y que España le apoye para acabar con el derecho de los saharauis -antiguos españoles- a decidir sobre su futuro.
Pues bien, si ésta es la única forma de acabar con su actitud hacia España y normalizar unas relaciones diplomáticas que nunca debieron ser rotas – aunque no me guste- tendremos que aceptarla, pero a cambio -como en todas las negociaciones- estamos en nuestro derecho a pedirle a nuestro presidente del Gobierno que si cedemos a las pretensiones de Marruecos nos dé a cambio lo que en justa reciprocidad (“do ut des”) nos corresponde.
Ante la falta de información sobre lo negociado pido al presidente del Gobierno de España que se incluya en ese nuevo “Tratado de buena vecindad” de forma explícita e indubitadamente lo siguiente:
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1) Renuncia pública de S.M. Mohamed VI y sus descendientes a sus pretensiones de soberanía sobre las Islas Canarias y sus aguas, Ceuta y Melilla y sus peñones y olvidarse definitivamente del infame término de “ciudades ocupadas” al referirse a ellas.
2) Mantener el control efectivo y permanente de la inmigración “irregular” desde su territorio en las fronteras terrestres de Ceuta y Melilla asumiendo sin ninguna traba la devolución de todos aquellos que asalten la frontera Sur de Europa de forma irregular y cada vez más violenta, así como de los menores no acompañados de nacionalidad marroquí que están acogidos en nuestras ciudades y a los que niegan -injustificada y reiteradamente- el retorno con sus familias.
3) Compromiso de reformar los pasos fronterizos en estrecha colaboración con España, al menos el de Beni Enzar, adecuando la parte ocupada por parte de Marruecos (consentida “de facto” por España) en la denominada “tierra de nadie” o “zona neutral” junto a las fronteras de Ceuta y Melilla de forma que el tránsito de las personas sea fluido y seguro y cumplir con los requisitos que exige la puesta en marcha del SES en todas las fronteras exteriores de la Unión Europea.
4) Renuncia a su anunciada “hoja de ruta” sobre el futuro de ambas ciudades y la asfixia económica y social de sus habitantes.
5) Acatamiento de los tratados bilaterales e internaciones que vienen siendo incumplidos sistemáticamente por parte de Marruecos en lo relativo a las mercancías expedidas por empresas españolas con origen o procedencia en nuestras ciudades y destino Marruecos negándose a aplicar las exenciones establecidas en el Tratado Euromediterráneo a las mercancías con origen comunitario amparadas por el documento de acompañamiento EUR-1.
6) Levantar la prohibición a la importación y exportación de expediciones comerciales documentadas a través de la aduana terrestre de Melilla en funcionamiento -a petición de Marruecos- desde 1957 y negociar el establecimiento de un “Régimen de viajeros” para los transeúntes de dichas fronteras en ambos sentidos.
7) Creación de una Comisión interministerial que junto a la Ciudad Autónoma de Melilla coordinen la puesta en marcha de los programas de actuación recogidos en el Plan Estratégico de Melilla 2020-2029 una vez haya sido aprobado por la Asamblea de nuestra Ciudad y se apruebe un Régimen Económico y Fiscal que recoja las especifidades tributarias de ambas Ciudades dispersas en múltiples disposiciones y se incardine en sus respectivos Estatutos de Autonomía.
Desconozco, en estos momentos que escribo, si los empresarios tendremos oportunidad esta vez de hacerle llegar a Pedro Sánchez nuestras peticiones sobre el futuro de nuestra Ciudad durante su visita a Melilla por ello me permito hacerlo por este medio y le quedaré muy agradecido si las tiene en cuenta.
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