La Playa de Aguadú recibe su nombre de los famosos acantilados de Aguadú en la ciudad de Melilla. En esta zona del litoral melillense muchos son los ciudadanos que aprovechan este lugar para practicar la tradición de la pesca junto a sus familiares.
En los 'Cortados de Aguadú', extremo norte del perímetro fronterizo, su recorrido merma en una depresión de 100 metros y un ancho de 20 metros de promedio hacia el mar Mediterráneo desde la zona más alta de la ciudad.
Así, en estos acantilados de caliza donde anidan gaviotas y otras especies de aves, sus aguas tienen un oleaje moderado- fuerte donde hay, además, vigilancia costera.
De la corriente marítima esta playa también sufre el despropósito de la suciedad que genera el ser humano; sobre todo visible cuando baja la marea y se pone el levante.
El Faro se trasladó hasta el interior de esta playa para conocer la opinión de los ciudadanos melillenses que acuden a esta zona con la intención de conocer sus costumbres más típicas y el motivo por el que prefieren Aguadú al resto de playas de la ciudad.
En mitad de las rocas, preparando el cebo para lanzar la caña de pescar se encontraba un vecino de la ciudad junto a su padre y su hija. De costumbre y tradición, desde el barrio de Reina Regente, este hombre suele visitar con frecuencia la playa de Aguadú para bañarse, pescar y estar alejados de la ciudad.
"Yo vengo aquí cada vez que vengo con mi padre y mi hija. Mi padre lleva toda la vida de pescador y es una tradición ya venir hacia aquí para ponernos a pescar. A mi hija también le gusta y aprovechamos para venir los tres juntos. Es donde se está más tranquilo y el agua más limpia", explicó el ciudadano melillense.
Su padre Nahabib, pescador de toda la vida con los barcos españoles, tiene 71 años y se escapa hacia esta playa de Aguadú cada vez que puede. Aquí, junto a su hijo y su nieta, recuerda la tradición de la pesca para enseñársela a ellos.
Este medio pudo comprobar de primera mano como la experiencia de este pescador cae sobre la experiencia de su hijo. Nahabib cuenta con melancolía su largo recorrido en los mares mientras señala a su familia.
Asimismo, subraya el melillense que prefiere ir hacia Aguadú porque ya en Marruecos es "imposible ir a pescar" porque no quiere esperar las largas colas de "cuatro a cinco horas" que se forman en la frontera.
"Estuve pescando en los años cuando estaban los barcos españoles en el callejón de revoltosa. Ahora ya estoy en tierra y con 71 años, ¿Dónde voy a ir? Me quedo aquí a pasar un ratillo en vez de ir a Marruecos a esperar largas colas, aquí estoy mejor con mi familia", aseguraba el vecino.
También la pequeña de la familia, Liliana, se animó a contestar las preguntas encuestadas por este diario. La melillense tiene por gusto acompañar a su padre junto a su abuelo a este lugar idílico de Melilla para aprovechar la pesca cuando se pone el levante.
Así pues, afirma que esta playa está mucho mejor cuidada que el resto de las que se pueden encontrar en el litoral melillense. Cuando no pesca, se baña y disfruta del trampolín que está al comienzo de la playa.
"Sí siempre me deja tirar la caña hacia el mar y me deja recoger la pesca. Siempre pasamos tiempo aquí porque la playa está mucho más limpia. Además, cuando no hay levante y no podemos pescar, aprovecho para bañarme bajando las rocas o me tiro desde el trampolín que hay. La otra vez cogimos 16 peces muy grandes, y otras veces hemos llegado a pescar 20 unidades. Tenemos la suerte que siempre logramos pescar.
La limpieza de las playas de Melilla destacan por la suciedad que traen las aguas. También por la generan los propios ciudadanos. Sin embargo, en esta playa de Aguadú, la basura no es el principal problema. En los 100 metros de recorrido de la playa se tienen localizados contenedores y papeleras para alojar la basura.
No obstante, entre las rocas que se encuentran a la bajada de la playa sí se localizan restos de comida proveniente de ciudadanos que dejan rastro a su paso por la suciedad generada.
La propia Liliana denuncia que en el resto de playas de Melilla la suciedad abunda por su naturaleza, destacando así que en la zona de Aguadú los ciudadanos son más cívicos y recogen su propia basura.
"En las otras playas de la ciudad la gente hacen sus cosas allí y dejan mucha basura. Aquí recogemos nuestras cosas y lo dejamos más limpio para no manchar la playa", recalcó la pequeña melillense.
Ya a principios de año, al mando del ex Ejecutivo se llevó a cabo un proyecto financiado por los fondos Feder y la Ciudad Autónoma de Melilla. A través del ex consejero de Medio Ambiente Hassan Mohatar se realizaron mejoras en la zona de la playa de Aguadú donde se destinaron 400 mil euros para su mejora y la del Barranco del Río Nano con la intención de mejorar "los espacios naturales de la ciudad".
"En Aguadú se han puesto más de 450 metros de valla rústica de madera, se ha rellenado el suelo de manera general, limpiado de la zona marina porque había muchos restos, se han reparado los tablones de madera para la señalética, también mejorado los senderos de acceso y se han aportado más senderos. También se ha hecho un desbroce de las plantas exóticas invasoras, se han puesto bebederos de agua para aves y nidos. Esta actuación ha tenido un coste de 196.000 euros", declararon.
El propio Nahabib señalaba a este medio la necesidad de mejorar el vallado de las rocas del acantilado para evitar así los desprendimientos que se producen en la zona.
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