La simpecado es una insignia que, en las procesiones, abre marcha en la sección de cofradías de la Virgen, y que se recrea en el lema 'sine labe concepta, es decir 'sin pecado concebida'.
Es la representación de La Virgen por excelencia y, según el director espiritual de la Hermandad de Nuestra Señora del Rocío de Melillla, el reverendo y jovencísimo padre Javier Velasco, es "la máxima expresión de fe mariana en la Blanca Paloma".
El nombre, que dicen tener procedencia medieval se deriva de los estandartes que portaban las procesiones religiosas que reivindicaban la Inmaculada Concepción de la Virgen María. Un Simpecado que infunda fe tiene que ser elaborado con primor, pero no hay que olvidar que el Sinpecado presidirá procesiones y que normalmente será portado por hombres a pie, lo que implica que su riqueza ornamental no puede ser plúmbea, sino más bien con materiales bien conjugados y de poco peso.
El Simpecado de la Hermandad del Rocío melillense está presidido por la Virgen de Almonte y su hijo en brazos, es el emblema central de y oficial de la institución pero en sus frontales aparecen los símbolos del patrón de Melilla, San Francisco Javier -patrón, por cierto, que se celebra poco de unos años atrás hasta nuestros días-. También aparece, al mismo nivel, el escudo de Melilla.
Las esquinas están dedicadas a las efigies de los cuatro Evangelistas y , en los laterales, en clave de columnatas, aparecen racimos de uvas y brotes de espiga una simbología que se refiere al pan y al vino del principal oficio litúrgico la religión cristiana, la Santa Misa. El Simpecado melillense también luce una cruz de plata y verde en su mástil, cruz que le hizo llegar a Antonia Cerrato, la hermana mayor, la Comandancia de la Guardia Civil de Melilla, Instituto Armado custodio de esta obra de arte.
A partir de ayer, abandona el despacho del teniente coronel jefe del Instituto Armado y ocupa su lugar de honor en la sede social, sita en el baluarte de San Fernando, y no esconden los hermanos y hermanas del Rocío que anhelan viajar con el Simpecado hasta tierras almonteñas, sobre la carreta de Melilla cuando lleguen tiempos de Pentecostés. Cerrato, Agustín Lobato, Miguel Ángel y todos los hermanos están deseosos de vivir ese mágico momento de la presentación del Simpecado a la Señora de las Marismas.
Manolo Lobato, pregonero rociero de postín, admiró ayer el Simpecado y a las gentes de Melilla porque, si difícil y sacrificado es ser rociero de bien, en nuestra ciudad "la vocación mariana tiene, acaso un ápice de dificultad". Ayer fue el día más grande de la Hermandad de Nuestra Señora del Rocío, ayer se simbolizó una mayoría de edad no exenta de casta y fe, así lo reconoce el autor del acto de exaltación del Simpecado, el señor Lobato.
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