Medio ambiente

La perdiz moruna: su ocaso y renacimiento en Melilla

Las perdices y el Mediterráneo

La perdiz moruna (Alectoris barbara) es la representante del género Alectoris en el norte de África. Este género es el que agrupa a las distintas especies de perdices, incluyendo la perdiz roja (Alectoris rufa) de la península ibérica. La perdiz moruna se diferencia de ésta sobre todo por su garganta gris azulada y el babero marrón moteado de blanco que luce, que difiere bastante de la garganta blanca y el pecho jaspeado de negro de la perdiz roja. Una particularidad de las perdices es que el área de distribución de sus distintas especies circunda por completo el Mediterráneo, por lo que este mar tiene una especial vinculación con el género Alectoris. La perdiz moruna es la más sureña de las perdices, pues ocupa toda la costa sur del Mediterráneo desde Marruecos hasta Egipto. En Marruecos llega hasta el árido sur, llegando justo al límite del Sáhara. Ha sido introducida en Gibraltar, y se cree que las poblaciones de Canarias y Cerdeña son también introducidas.

Supervivencia en la periferia

En muchos lugares de su área de distribución la perdiz moruna se ha vuelto muy escasa o ha desaparecido debido a la caza, siendo una especie que desde antiguo ha sido perseguida implacablemente. En los alrededores de Melilla sufre una caza desmedida, que está volviendo esta especie cada vez más rara en nuestra zona. Esta circunstancia hacía que durante un tiempo fuera una especie abundante dentro de los límites de la ciudad, donde podía vivir y cuidar sus crías sin la presión cinegética que sufría allende nuestras fronteras.

Había una importante población dentro del perímetro del aeropuerto, hasta que se decidió eliminar la vegetación que rodeaba las pistas y no permitir la presencia de fauna silvestre por seguridad. Durante algún tiempo estas perdices estuvieron intentando establecerse por esa zona, pero los espacios rurales que rodeaban el aeropuerto han sufrido un rápido deterioro en esta última década, pasando a convertirse en escombreras o lugares de almacenamiento de áridos y maquinaria para la construcción. Uno de los mejores lugares de avistamiento de aves de Melilla, el antiguo olivar de la huerta Weil, pasó a ser un gran circuito de entrenamiento de todo-terrenos y motos de enduro, y ha sufrido una gran degradación ambiental de la que tardará décadas en recuperarse del todo. Este lugar no hace mucho albergaba una importante población de tórtola común, perdiz moruna, mochuelo y un sinnúmero de otras especies de aves, incluidas las migrantes que cruzan el estrecho cada invierno y primavera, y que descansaban y recuperaban fuerzas en este olivar.

Aún se puede ver algún grupo de perdices en la periferia de la ciudad, en las graveras y entre las hormigoneras y grúas almacenadas en las antiguas fincas rurales, que hoy en día no recuerdan nada de su pasado rural. Todavía se puede escuchar a algún macho cantar durante el celo, o sorprendernos una hembra perseguida por sus perdigones en fila india, como un símbolo de la vida intentando abrirse camino entre tanto deterioro ambiental.

La importancia de las ZEC

En los espacios protegidos o zonas ZEC (Zonas de Especial Conservación) del Nano y el Quemadero sí que se ha observado un notable crecimiento de la población, un crecimiento que a su vez ha contribuido a que se vuelvan a ver cazar en esos espacios protegidos rapaces de gran y mediano tamaño como ratoneros moros (Buteo rufinus subsp. cirtensis), águilas perdiceras (Aquila fasciata), águilas calzadas (Aquila pennata) y gavilanes (Accipiter nesus)

Las bandadas de perdices se observan siempre en las zonas abiertas ocupadas por matorral y libres de árboles, que es el medio que estas aves prefieren. Es importante tener esto en cuenta para la correcta gestión de estos espacios naturales, pues estos parajes abiertos son vitales también para otras especies tan representativas de nuestro patrimonio natural como el cernícalo vulgar (Falco tinnuculus) y el cernícalo primilla (Falco naumanni)

La conservación de estos lugares debería garantizar que podamos seguir disfrutando de la observación de aves tan bellas como la perdiz moruna en el futuro.

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