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Peatones en peligro

LA Jefatura Provincial de Tráfico de Melilla mostró ayer su preocupación ante el aumento del número de peatones víctimas de atropellos graves en la ciudad. En sólo un año Melilla pasó de no registrar ningún atropello de gravedad en 2012 a contabilizar catorce en 2013. Eso ha hecho que el incremento resulte escandaloso (100%), pero sobre todo nos lleva a reflexionar seriamente partiendo de la experiencia que cada uno de nosotros tiene como conductor o peatón.
En Melilla va camino de hacerse habitual, por una parte, que los viandantes se abalancen sobre el paso de cebra sin mirar si viene o no un coche o que atraviesen la vía por cualquier punto de la calle, incluso, acortando camino por detrás de un vehículo cuyo conductor maniobra para aparcar. Y desgraciadamente estas imprudencias se pagan.
Por otro lado están los conductores que circulan por algunas vías de la ciudad, digamos la avenida de El Tesorillo o Duquesa de la Victoria, por citar dos ejemplos, a mayor velocidad de la permitida. Y desgraciadamente esta temeridad también se paga.
Para poner coto al asunto, la Jefatura Provincial de Tráfico de Melilla ha decidido organizar campañas de concienciación dirigidas tanto a peatones como a conductores y así evitar que los atropellos graves vayan a más.
La práctica nos ha demostrado que las campañas de la Dirección General de Tráfico suelen ser muy efectivas e impactantes, pero no podemos dejar toda la responsabilidad en manos de la Administración y de la publicidad.
Cada uno de nosotros es responsable de su vida. Y algo tendremos que aportar para solucionar un problema que no teníamos hace dos años.
En todo caso, no nos vendrían mal más señales de velocidad máxima en las calles de la ciudad o llamadas a la atención de los conductores en los puntos donde se haya concentrado el mayor número de atropellos graves.
Tráfico tiene por delante un duro trabajo. Lo primero será identificar qué tipo de peatones son los más imprudentes y qué clase de conductores pisan el acelerador con ahínco. A ellos habrá que dirigir la campaña.
Pero también habrá que seguir incidiendo en la educación vial de los niños y los mayores, que son los colectivos más vulnerables.
Luego está la labor que cada uno de nosotros esté dispuesto a hacer. Nadie en su sano juicio se atrevería a cruzar la calle en Alemania por cualquier sitio porque acapararía la mirada inquisidora del resto de peatones. Igual deberíamos copiarlo porque nos ahorraríamos dinero y, sobre todo, disgustos.
Vivimos en una ciudad que se presta a los paseos. No podemos soñar con una Melilla sostenible en la que, como te descuides, te dejan hecho un fiambre sobre el paso de peatones. Es así de sencillo. Todos tenemos algo que aportar a la solución de este problema. Nos va en ello la vida.

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