El pataleo marroquí

LA Autoridad Portuaria de Tánger Med ha informado que de ahora en adelante los semirremolques españoles o procedentes de España estarán sometidos al control del Ministerio de Equipamiento y Transportes y deberán tener en orden toda la documentación que acredite que tienen un contrato de colaboración con una empresa marroquí si quieren meter un tráiler (sin cabeza) en Marruecos.

De ahora en adelante, a los semirremolques españoles se les exigirán los documentos de registro y copia de los contratos con empresas marroquíes. Ya no basta con presentar una copia del permiso de circulación.

Según publica la prensa marroquí, los camiones del país vecino que tienen que entrar en España deben presentar el permiso original. Por tanto, consideran que no hay reciprocidad.

La medida estrenada entre ayer y hoy está copiada de las reivindicaciones que en 2012 planteaba el extinto Comité de Liberación de Melilla y Ceuta, que en aquel entonces pedía que se exigiera a una empresa transportista de nuestra ciudad que cumpliera con la exigencia de tener una contraparte en Nador.

Justo en ese año, España y Marruecos firmaron un acuerdo de transporte internacional por carreteras que permitía a transportistas españoles que mantenían un contrato de cooperación con una empresa marroquí, meter en el país semirremolques presentando solo la copia del permiso de circulación.

El movimiento de Marruecos no ha cogido desprevenidos a transportistas de nuestra ciudad. Muchos ya cumplen con este requisito. Es más bien una respuesta de Rabat a los controles que la Guardia Civil está haciendo a los camioneros marroquíes que trafican con combustible.

Digamos que la publicidad que se le ha dado a este supuesto nuevo control es, más o menos, una forma de tocar las narices. De hecho, el diario le360.ma vende la nueva medida como una respuesta recíproca a los controles a los que España está sometiendo a los transportistas marroquíes.

La semana pasada los camioneros marroquíes pidieron a las autoridades de su país que intervinieran ante el supuesto acoso al que los somete la Guardia Civil a su paso por España al querer aplicarles una tasa por incumplir con la normativa europea que estipula que sólo pueden entrar en nuestro país con 200 litros de gasoil en sus depósitos, pese a que sus tanques tienen capacidad para 1.500.

Con la ley en la mano, los 2.000 camioneros marroquíes que atraviesan cada semana nuestro país deberían repostar 1.300 litros de combustible en España, gastándose 350 euros de media por cada camión.

Quienes incumplen con la normativa, y están traficando con un combustible 27 céntimos más barato que en España, se han encontrado con que la Guardia Civil de Algeciras ha arreciado los controles y les está poniendo multas que van de los 200 a los 700 euros. Según informó la Agencia EFE, en la segunda semana de este mes de octubre fueron multados 60 camiones con matrícula de Marruecos.

Rabat ha saltado enseguida, preguntando por qué España está siendo tan severa con una norma que nunca se ha cumplido a rajatabla y ha transmitido sus quejas por lo que considera “decisiones unilaterales”.

Ya ven, el país que cerró unilateralmente la Aduana de Beni Enzar y que cerró a cal y canto la frontera con Melilla y Ceuta sin previo aviso, se queja ahora de que le den de su propia medicina y además, pide una salida negociada al conflicto.

No sé de quién ha sido la idea, pero desde luego, es la mejor respuesta que podemos dar ante la asfixia a la que Marruecos está sometiendo a las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla aprovechando la pandemia.

A Rabat hay que enseñarle que donde se come, no se caga. Si nos ponemos a multar a los 2.000 camiones que cada semana atraviesan nuestro país, no les quedará otra que entrar por el aro. En este caso sólo queda un reproche: ¿Por qué no se ha hecho antes?

Y mientras Marruecos intenta demostrar su cabreo pidiendo papeles originales, en lugar de copias a los transportistas españoles, tenemos en Nador un policía de Tráfico llamado Khalid que, según ha podido saber El Faro, se está ensañando con los melillenses que quedaron atrapados del otro lado de la frontera y a nada que los ve pasar, los cose a multas sin ton ni son.

El problema, comentan los afectados a este diario, es que ese policía trabajaba en la frontera y como ahora está cerrada, compensa las pérdidas sableando a los conductores de Melilla que no han podido regresar a casa.

Con amigos como Marruecos, no nos hacen falta enemigos.

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