EL Informe del Mercado de Trabajo Estatal correspondiente a 2019, que ha publicado el Observatorio de las Ocupaciones del Servicio Público de Empleo, nos ha dejado en un mal lugar. Somos la segunda autonomía española con mayor tasa de paro de todo el país (23,85%). Sólo nos supera Ceuta (24,02%). Vamos, que no somos la peor por cuestión de décimas, pero estamos a años luz de la media nacional (14,45%). Seguimos abonados al furgón de cola del empleo y lo peor es que pintan bastos. Vamos mal y si Marruecos corta el comercio atípico estaremos peor.
Sería injusto achacar los 9.300 parados de 2019 al Gobierno tripartito. Con Imbroda llegamos a sobrepasar la barrera psicológica de los 13.000 desempleados, pero también es verdad que con el PP empezamos a recortar lentamente esa cifra. La economía se ralentizó en 2018 cuando El Barkani inició la famosa remodelación de la frontera. Tanto la remodeló que nos dejó irreconocibles. Ese podría identificarse como el principio del fin.
Los datos que ahora nos aporta el Observatorio de las Ocupaciones del Servicio de Empleo Público arrojan luz sobre uno de nuestros puntos débiles: el sector Servicios, que acumula ya 3.000 parados (600 más que en Ceuta). Eso es algo que venimos denunciando desde El Faro de Melilla desde hace tiempo. La mortandad y el cierre de comercios se han adueñado de la Avenida y las persianas han bajado en un amplio radio a su alrededor.
Da muchísima pena hablar, por ejemplo, del cierre de Bodegas Madrid, uno de los bares más emblemáticos del centro de nuestra ciudad. Aguantó la crisis de 2013, pero no ha sobrevivido a la crisis de la frontera. Los que amamos esta tierra sentimos un pesar profundo. Qué pena que se nos muera el centro de Melilla y no hagamos nada por salvarlo. ¿Así queremos traernos cruceristas a mansalva? ¿Para qué? ¿Para que hagan un dossier de fotos de comercios cerrados?
Me gustaría saber qué iniciativas tenemos a corto plazo para generar empleo en este territorio. Las condiciones externas no acompañan. Esa es una verdad como un templo. La economía en la península se está ralentizando y no hay que ser un lince para intuir que también se empezará a notar aquí, como ya se nota en el resto de Europa. Si a eso le añadimos el coronavirus y la expansión del miedo, la cosa se pone más difícil aún.
Sumémosle que la construcción no arranca. De hecho el año pasado el ladrillo dejó más parados en Melilla que en Ceuta, donde el sector parece estar un poco más dinámico. Yo apostaría por poner terreno a disposición de los promotores para construir no sólo VPO sino también viviendas libres. Respetando, como es natural, nunca mejor dicho, las zonas protegidas. Hay que facilitar a los empresarios que puedan edificar con más alturas para cubrir la demanda, de lo contrario nos estaremos condenando a nosotros mismos a no sobrepasar los 85.000 habitantes. No podemos crecer más allá de la valla, pero en estos casi 13 km2 tenemos el cielo por frontera. Hay que subir los edificios, especialmente en la periferia, y que se empiece a mover dinero y a bajar el precio de la vivienda, que en Melilla es francamente prohibitivo.
Partimos de que la oferta de viviendas es mala. Hay casas viejas, feas, pequeñas y húmedas, que no ven el sol ni por casualidad, que se cotizan como si fueran chalets en urbanizaciones con campos de golf. A eso hay que darle la vuelta, pero siempre desde el aumento de la demanda, nunca intentando poner topes a los precios. Al mercado hay que dejarlo que siga su ritmo. Intervenir lo menos posible y si lo hacemos, que sea para acelerar el crecimiento, no para limitarlo.
Estoy convencida de que hay margen de maniobra. Pero también lo estoy de que un cierre al paso de pescado y frutas desde Marruecos pondrá al sector Servicios entre la espada y la pared. Esto es mucho más serio de lo que piensan en la Delegación del Gobierno. En un principio creyeron que el cierre de la Aduana de Beni Enzar era algo anecdótico que sólo afectaba a cuatro empresarios de Melilla.
Rabat señaló hacia el sol y se marearon mirando el dedo. Pues ahora a ver cómo arreglan este entuerto. Por no saber, no sabemos ni cómo marchan las negociaciones entre funcionarios de la Aduana española y la marroquí pero lo que sí sabemos es que esto no tiene pinta de que va a dar marcha atrás. Aquí van a ir a saco y hasta que no nos asfixien, no pararán. Mira, por dónde, no se trataba de un problema que afectaba sólo a cuatro empresas de la ciudad. Ha sido un error de cálculo brutal. Nos afecta a todos. Así que dejad de hacer la vista gorda y moved contactos para que en Madrid sepan que estamos en terapia intermedia y que en poco tiempo estaremos en la UCI.
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