Critica que los políticos intenten devolver a estos menores a sitios donde no hay nada para ellos
El presidente de Prodein, José Palazón, asegura que la labor que hacen las religiosas de Divina Infantita “deja en evidencia” al resto de entidades de acogida de menores extranjeros no acompañados (menas). Palazón explica que “algo falla” en La Purísima cuando los niños no quieren ir al centro o se escapan de esta institución para vivir en la calle. Asegura que “el fallo” de La Purísima es que hay trabajadores que están más centrados “en controlar” a los menores que en “educar”.
Palazón indica que los menas que llegan a este centro de acogida tienen los mismos problemas que las niñas que van a Divina Infantita. Proceden de familias que les han maltratado o directamente, llevan años en la calle y por lo tanto están acostumbrados a responder con violencia.
El presidente de Prodein resalta que hay un grupo de educadores en La Purísima que trabajan “muy bien” con los niños y consiguen que “salgan adelante”. Sin embargo, señala que hay otro colectivo de empleados que está allí por el sueldo.
Palazón asegura que no tiene comparación que en La Purísima los niños sean recibidos de mala manera, con caras de indiferencia y sin importar el estado en el que llegan, a cómo reciben las religiosas de Divina Infantita a las niñas que van a su hogar, donde encuentran cariño y respeto.
El representante de Prodein explica que es muy importante dar “dignidad” a los niños porque ellos no son culpables de su situación. Afirma que los menores no son malos porque estén en la calle, que hay que educarlos, como lo hacen las religiosas de Divina Infantita para que entiendan las normas. Asevera que un niño cumple con las reglas si alguien le explica por qué están puestas y para qué le sirven. Sin embargo, añade que hay educadores y trabajadores en La Purísima que no educan a los menores.
También denuncia que los políticos de la ciudad digan que no merece la pena luchar por los menores. Además, Palazón critica que el objetivo de los políticos sea devolver a los niños a sus lugares de origen, de donde se marcharon porque no tenían nada.
El pegamento, una forma de olvidar y no sentir vergüenza
El presidente de Prodein explica que hay muchos menas enganchados a esnifar pegamento porque esta sustancia les hace olvidarse de la situación que viven. Afirma que muchos niños sienten vergüenza y culpa cuando tienen que robar algún alimento o un objeto para venderlo y así poder sobrevivir en la calle. Por ello, huelen el pegamento y dejan de ser ellos mismos. Para muchos es como si otra persona fuera la que roba. Es la mejor manera de no ser conscientes de lo que están haciendo, apunta Palazón. Es su forma de justificar por qué están haciendo algo malo, añade.
El representante de Prodein asegura que los menores viven un auténtico drama en la calle y mientras, la sociedad los ve como “cosas raras”, pero siguen siendo niños, concluye.
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