Carlos Sánchez Tárrago es un melillense, licenciado en Geografía e Historia, aunque tiene más estudios, que un día ‘tropezó’ con el Padre Revilla. Quería escribir algo de Annual y leyó sin más ese nombre en una entrevista a Abdelkrim. Lo buscó y ya no se pudo librar de la curiosidad de seguir investigando, a lo que dedica ahora mucho de su tiempo. Pero, ¿quién era el Padre Revilla? Lo define como un personaje frontera. El Padre Revilla era Eloy Gallego Escribano. Fue oficial a los 17 años e ingresó en la orden capuchina a los 26. Además de sus estudios en el Ejército y la Iglesia, fue maestro, piloto, observador de aeroplano, abogado y licenciado en Filosofía y Letras. Ejerció también como capellán castrense y catedrático de Historia en el Instituto de Trujillo durante la República. Además fue el primer profesor de la provincia de Cáceres en ser depurado y separado de su profesión a inicios de la Guerra Civil.
Sánchez Tárrago se dedica ahora a la investigación, sobre todo, de temas relacionados con el Protectorado. Y es que trabajó en el Aaiún, Sáhara español hasta que tuvo que abandonar el territorio después de la marcha verde y en Marruecos estuvo otros 25 años, además de 4 en Mauritania donde hizo funciones de cónsul. Aún tiene muchos vínculos y amistades con el país vecino y escritores marroquíes.
–¿Por qué ha decidido escribir sobre el Padre Revilla? ¿Cómo conoció a este personaje?
–Pues lo cuento en el libro y es que es un tema entre la curiosidad y la casualidad. Con esto de la pandemia y pensando en el primer centenario del Desastre de Annual, pensé en escribir algo. Empecé a documentarme y comencé con los periódicos de la época. En uno de ellos me encontré con una biografía que había realizado el director de ‘La Libertad’ a Abdelkrim. Le hizo una entrevista y ahí se citaba al Padre Revilla.
Tras leerlo en varias ocasiones, me fui a Google a ver qué encontraba sobre él. Me llamó la atención y solo por curiosidad quería saber quién era. Y lo primero que encontré fue la foto de unos huesos y un crucifijo. Era una noticia de 2011 en la que se indicaba que se había descubierto su cuerpo. Fue fusilado y enterrado en una fosa. Y seguí buscando más de él.
Encontré una entrevista en ‘Mundo gráfico’ y ahí contaba casi todo. ¡Y me llamó tanto la atención! Llegué a pensar que ese hombre era un peliculero y pensé en ir más allá para ver qué había de verdad en su historia.
La curiosidad me fue llevando a investigar. Busqué en ‘El telegrama del Rif’ y encontré muchas cosas de él. Seguí buscando en archivos y a llamar por teléfono. Me he movido en muchos de ellos y luego ya, en Madrid, con datos más concretos, seguí buscando. Y al final me ha salido una biografía totalmente documentada desde su padre hasta el fallecimiento de él.
Me salió un libro muy grande. Y es que, la verdad, el personaje es para novelarlo, pero no soy escritor. Solo soy investigador. Y luego hice un libro más reducido de su vida.
Me ha servido de vehículo para contar un poco la historia de España desde mediados del siglo XIX, pues su padre interviene en las guerras Carlistas hasta mediados del siglo XX.
El Padre Revilla es un personaje protagonista esencial de esta época. Fue muy conocido a nivel mediático, y es que encontré más de 200 referencias en la prensa de la época. Fue un personaje muy interesante que seducía a todo el mundo. A mí lo que me interesaba era, sobre todo, el tema del Protectorado, Annual y Melilla. Y curiosamente, encontré que el Padre Revilla estuvo en 1915, antes de Annual, y Cándido Lobera lo recogió en el periódico porque una de las noticias que recogía ‘El telegrama del Rif’ era la gente que llegaba y que se iba de la ciudad.
Así que toda esta historia también me ha servido para describir Melilla. Él está allí en ese año y yo entiendo que se quedó en hogar de los capuchinos. Pero me da pie para escribir de la ciudad, de la Melilla modernista...
–Pero, ¿qué es lo que le atrae de este personaje?
–Me empieza a interesar más después de ver que su vida transcurre por lugares que para mí son queridos y conocidos. Él estuvo en Melilla, el padre era de Valdeobispo, un pueblo de Extremadura, que dicta del de mi padre 15 kilómetros y, luego yo viví en Plasencia.
Por eso digo que la curiosidad me llevó a él y me ha pasado con otras cosas.
Cuando leo un libro me gusta tener la tablet al lado por tengo que buscar algo. Y cuando leí la entrevista de Abdelkrim, que iba sobre el cautiverio de los prisioneros, porque era en agosto y aún tenía a los de Annual... Me llamó la atención ese nombre.
Además, he vivido en Tánger. Allí hay una comunidad de franciscanos porque se instalaron allí. Y al buscar su nombre fui descubriendo más de él y eso me llevó al libro. No había otra motivación que la curiosidad.
–Y es que sí que es casualidad que tengan en común Extremadura.
–Y aprovecho para incorporar unas crónicas sobre Las Hurdes. Este personaje estuvo allí. En un periódico de Cáceres se publicaron y no he encontrado nada parecido, es decir, que se publicaran esas crónicas durante siete días.
–La realidad es la definición que hace el Padre Revilla de sí mismo es muy llamativa: “Capuchino, militar y anarquista”. Y parece una contradicción.
–En realidad no. Yo lo definiría como un personaje frontera, ya que no pertenece a ninguno de los dos sitios. Pero también es que los valores que él defendía estaba en todas esas facetas. Libertad, justicia y solidaridad eran esos valores y son principios cristianos y anarquistas también, solo que cada un lo ejecuta de una forma.
Él era defensor de la cultura y de que la educación llegara a todo el mundo, luchaba contra las injusticias... Y por eso yo creo que fue olvidado por la memoria histórica. Y es que para la Iglesia y el Ejército no merecía la pena para ellos como persona a la que proteger. Y para los otros tampoco porque era cura. Él iba a caballo entre todo.
En las elecciones de 1932 participó con el Partido Republicano Radical Socialista como candidato. Iba penúltimo en la lista y fue algo simbólico.
Pero no he querido hacer valoración de nada. Siempre tiene que ser el lector el que haga su juicio. Yo todo lo que pongo está documentado y no he hecho ningún juicio de valor. Además, el personaje es interesante en sí por todo lo que representa y por una época muy desconocida como es la etapa del Protectorado.
–¿Y cómo acaba el Padre Revilla en los periódicos? ¿Cómo pasa a ser famoso, si es que se le puede decir así?
–Bueno pues empieza a ser conocido en Melilla cuando interviene en uno de los conflictos en los que interviene La Legión. Le hieren y además, acompañó a la La Legión como capellán castrense. Iba con el crucifijo en alto y su vestimenta de capuchino. Le hacen una foto y los periódicos recogen que participó. ¿Por qué? Pues seguro que la prensa necesitaba de un personaje y que atrajera la atención con algo nuevo cuando solo se hablaba de conflictos. Usan a este personaje.
Pero eso fue en Melilla porque antes ya se dio a conocer. En Burgos, en julio de 1921, se encontraba en el séptimo centenario de la ciudad y era un evento muy importante. Allí se entera del Desastre de Annual. Y él, que había estado en Melilla y tiene compañeros destinados en la ciudad en el Ejército, quiere venir. Es una especie de Quijote también.
Como estaba haciendo cursos de piloto y observador de vuelo, coge el aeroplano y se planta en Cuatrovientos. El hombre era un avanzado para su época en todos los conceptos y es conocedor de la influencia de la prensa como medio para conseguir sus objetivos.
Y efectivamente llamó la atención. Llega un fraile que se baja de un aeroplano y la prensa ya empieza a hablar de él. ‘Un fraile aviador se ofrece al Gobierno’, titulaba la prensa. Y ya lo recibe el Gobierno y el Rey.
Además, fíjese que él en ese momento era capuchino y sacerdote castrense que depende del vicario castrense. Pero claro, que un capuchino fuera a su aire, no debió sentar muy bien. Pero claro al vicario no le queda otra cuando cuenta con el apoyo del Gobierno y del Rey. Aunque esas cosas, cuando ante un autoridad no se hace lo que espera, le esperan a la vuelta.
–Son muchas las cosas que llaman la atención de él, pero ¿hay algo que le haya sorprendido?
–En realidad, me llama la atención todo de él. No es un personaje que pudiera dar. Era una época con un alto nivel de analfabetismo y él tenía estudios y estaba interesado en facilitarlos también. Aunque hay muchos personajes curiosos en el siglo XX. Es muy denostado por todos, pero es muy interesante. Y leer la prensa de aquella época era curiosa.
Me ha sorprendido el personaje porque me ha conducido a cosas que me han interesado. Ha sido un guía. Y eso también lo traslado al libro. El personaje, por encima de la clasificación, que hoy en día tendemos a hacerlo, es de su tiempo. Con sus luces y sombras como todo el mundo. Pero interesante por todo lo que representa. Fue muy adelantado a su época. El hecho de que se interese por aviación siendo cura, en unos momentos en los que se está desarrollando los aeroplanos.
¡Bueno! Conseguí hablar con un familiar suyo.
–¿Con quién?
–Pues con una familiar que era la nieta de un primo del Padre Revilla. Pero no conservaban nada de él. Lo que sí me contó cosas que recordaba, porque tiene unos 85 años y ella era una niña cuando le conoció. Recordaba que llegara a un pueblo de la Extremadura de aquel siglo un fraile de África contando sus historias...
–¿Y cree que no estudiamos el Protectorado por vergüenza? A lo mejor no es esa la palabra...
–Entiendo lo que dice. Y es que hay un desconocimiento muy grande sobre el Protectorado porque tuvo una connotación totalmente militar. Pero es muy interesante porque las relaciones entre España y Marruecos siempre han sido muy tumultuosas. Y es una pena porque yo que he vivido muchos años en Marruecos y tengo muchos amigos rifeños, curiosamente ellos siguen teniendo cariño a España. De hecho, creo que España podría ver en este centenario de Annual una ocasión para dar a conocer el Protectorado, con sus muchos errores, que los hubo, y muchas cosas malas. Pero también lo vemos de una forma parcial. Un observador objetivo diría que los rifeños, que eran vistos como asesinos por España, solo estaban protegiendo su territorio porque nosotros entramos allí sin permiso a conquistar un territorio por un compromiso internacional.
En el libro lo cuento y el Padre Revilla tenía claro este asunto. Había dos formas de hacer un Protectorado. Uno era civil, enfocado a la educación y a la ayuda y el otro a la conquista. Pero claro analizado en aquel momento, en Melilla hay una gran fuerza militar y, para los militares, el enfoque que hacen es recuperar el territorio.
En aquella época faltaron personajes frontera y, creo que aún hacen falta hoy en día, en las relaciones entre España y Marruecos. Y hay porque he conocido a muchos en Marruecos. He conocido a personas muy importante que se encuentran entre los dos países y son ciudadanos que ayudan al entendimiento que debe haber entre ambos desde el respeto al otro.
En Melilla hay uno, el coronel Morales, que fue un personaje conocido. Era un arabista y en Melilla en aquellos años hubo una escuela de árabe, pero no estudia mucha gente ni se le dio difusión. Yo también estudié en Melilla y no se impartía árabe para ayudar en ese entendimiento.
En el Protectorado se cometieron muchos errores, pero también las circunstancias eran muy distintas a todos los niveles. Y el Desastre de Annual considero que no fue del Ejército, sino de toda la sociedad española en general. La gente lo debería conocer como lección, para no volver a repetirlo.
Incluso diría que Abdelkrim fue un personaje frontera. Él estuvo en Melilla trabajando. Fue otra oportunidad perdida también. Pero hay que tener en cuenta que una vez que pasan las cosas es muy fácil decir que se podrían haber hecho de otra manera.
‘El Padre Revilla’, libro de Carlos Sánchez Tárrago, es un ensayo biográfico inspirado en la figura de Eloy Gallego Escribano, que se haría famoso con el nombre de ‘El Padre Revilla’. Oficial a los 17 años, ingresó en la orden capuchina a los 26. Con una gran formación, además de los estudios realizados en la Academia Militar y en la Iglesia, estaba en posesión de los títulos de maestro, piloto, observador de aeroplano, licenciado en Filosofía y Letras, abogado. Ejerció, también, como capellán castrense (sometido a unas duras oposiciones) y como catedrático de Historia en el Instituto de Trujillo, durante la República. Sería el primer profesor de la provincia de Cáceres en ser depurado y separado del servicio al inicio de la guerra civil. En las elecciones de 1932 fue candidato a Cortes por el Partido Republicano Radical Socialista) y fue un miembro destacado de la Liga Nacional de Campesinos, impartiendo charlas formativas por numerosos pueblos de la España agraria. Se hizo muy famoso tras el desastre de Annual, julio de 1921, al presentarse pilotando un aeroplano, con su sayal de capuchino, para ofrecerse al Gobierno, siendo destinado como capellán de la Legión (entonces Tercio de Extranjeros). Llegó a negociar con el líder rifeño Abdelkrim la liberación de los cautivos españoles tras dicho desastre. Participó, también, en el entierro de los cadáveres insepultos de Monte Arruit (tras Annual, los que lograron sobrevivir se refugiaron en dicha posición, a 30 kms de Melilla, sufriendo un durísimo asedio de 12 días donde la falta de agua y de víveres daría lugar a una rendición pactada, que no fue cumplida: asesinaron a unos 2.500 y los cadáveres quedaron insepultos durante unos 3 meses, al sol y al alcance de animales carroñeros). Era recibido por el Rey, Presidente del Gobierno, Ministros, y altas autoridades y la prensa le dedicó muchas entrevistas y reseñas de sus actividades y movimiento. Fue el primer profesor de Bachillerato depurado en la provincia de Cáceres al inicio de la guerra civil. Murió fusilado por ser considerado “un cura rojo que denunciaba el hambre y la miseria de los campesinos”, al poco de iniciarse la guerra civil. Su biografía nos permite acercarnos a hechos y personalidades relevantes de un período importante desde mitad del siglo XIX hasta los inicios la guerra civil; de manera muy especial al Protectorado de España en Marruecos, cuya influencia en la política española fue trascendental. El desastre de Annual traería como consecuencia, entre otras, la llegada de la dictadura de Primo de Rivera y más adelante la caída de la Monarquía.
El libro, también, recoge, como interesante, una visita que el Padre Revilla hizo a la comarca de las Hurdes, a finales de 1926, recorrido que fue recogido en unas crónicas que reflejan la miseria existente en los pueblos de la misma y la paradoja que suponía intentar la civilización de unos pueblos al otro lado del estrecho cuando en nuestro propio País teníamos, aún, pueblos sin civilizar.
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