La página web de la Embajada de Marruecos en Madrid publicó hace unos días un mapa de Marruecos que no diferencia las ciudades autónomas de Melilla y Ceuta de lo que es su territorio.
No es la primera vez que sucede algo así. En varias ocasiones más –por ejemplo, en febrero de este año-, el Reino alauita ha dibujado, por medio de una u otra institución, mapas que incluyen a las ciudades autónomas en su territorio.
El viernes por la noche, el presidente de la Ciudad Autónoma reaccionó en redes sociales raudo y veloz ante lo que considera “otra agresión hostil” de Marruecos a España y exigió al Gobierno que, aunque esté actualmente en funciones, dé un toque al Ejecutivo del país vecino.
Es curioso que, en este mapa, también se incluye el Sáhara Occidental –cuya autonomía dentro de Marruecos ha sido reconocida por el Gobierno, pero que la oposición e incluso partidos dentro del Ejecutivo, como Sumar, no admiten-, pero no contiene las islas Canarias.
El caso es que Imbroda recuerda, con razón, que Melilla tiene una historia española que dentro de un mes, el 17 de septiembre, sumará 526 años ininterrumpidos, o, lo que es lo mismo, 459 años antes de que existiera Marruecos.
En principio, ese sería motivo suficiente para que no hubiera de temerse por la españolidad de Melilla. Otra razón es que casi todos quienes conviven en la ciudad se sienten españoles y piensan y actúan como tales.
Además, el actual Gobierno central ha repetido por activa y por pasiva que las dos ciudades autónomas son tan españolas como cualquier otro territorio y que no piensa abandonarlas. Pero es que, además, aunque a algún Gobierno se le ocurriera por casualidad plantearse la idea, no parece muy plausible que la mayoría de españoles estuviera de acuerdo con ella.
En cualquier caso, no estaría de más que la burocracia hiciera su papel y desde España se trasladara a Marruecos el disgusto que causa este tipo de acciones. Ya se le regaló hace poco tiempo el Sáhara a cambio de un botín desconocido, pero que todos intuíamos que podía ser el control de la inmigración y el respeto a la integridad territorial de España.
Hasta el momento, Marruecos está cumpliendo el primer punto, pero acciones como esta ponen en duda el segundo.
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