El 14 de diciembre de 2011, una mujer falleció tras haber recibido el alta en Urgencias del Comarcal el día anterior. Ayer quedó visto para sentencia el juicio al médico que la atendió, para quien el Ministerio Fiscal reclama una pena de tres años de prisión. La acusación pública le imputa un delito de homicidio “por imprudencia profesional”.
La mujer, de 28 años, había sido llevada por su marido y otro familiar al hospital al sufrir un fuerte dolor de cabeza. Se le diagnosticó una cefalea, pero, tras su fallecimiento al día siguiente, se determino que lo que realmente padecía era una hidrocefalia obstructiva. Así lo declaró una médico forense que testificó en la primera sesión del juicio, celebrada el pasado día 9.
Declaración del viudo
La vista de ayer se inició con la declaración del viudo, quien recordó que el 13 de diciembre de 2011 acudió con su esposa al ambulatorio de Cabrerizas sobre las 11:30 horas por el dolor de cabeza que padecía ella. “Decía que le iba a explotar”, afirmó.
La médico de cabecera que la atendió “le dio una pastilla” pero, según el declarante, no dio resultado. “Al volver a casa, vomitó después de tomarla”.
De esta forma, la pareja regresó al centro de salud, donde esta vez la atendió una médico de Urgencias. Sin embargo, al no mejorar el estado de la mujer, el marido llamó a un primo suyo para que los trasladara en coche al Comarcal, lo que ocurrió a las 16:00 horas.
Según la versión del viudo, en Urgencias del hospital a él no le permitieron la entrada a las estancias donde la mujer fue atendida (sólo se permite acompañar a menores de edad) y en ningún momento llegó a hablar con el médico acusado.
Vigilante jurado
“El vigilante jurado me dijo que me la podía llevar”, aseguró el marido. Esta persona subrayó que su mujer “no se podía ni sostener en pie. Estaba peor”. Con este testimonio, contradijo lo declarado por el doctor en la primera vista, quien había asegurado que la paciente le referió “en las tres o cuatro últimas horas” en las que estuvo tratándola que “se quería ir a su casa porque se encontraba bien”.
El viudo dijo que la enferma “se levantó tres veces de noche y vomitó”. Fue entonces cuando la fiscal le preguntó por qué no regresaron a Urgencias. “Porque me dijeron que la llevara al centro de salud”, replicó, aunque aseguró que no fue el acusado, sino otra persona de la plantilla del hospital quien se lo dijo.
A la mañana siguiente
Sobre las 6:45 horas del día siguiente, el hombre preguntó a su esposa si se sentía mejor, a lo que ella respondió que sí. Tras ello, él se fue a orar a la mezquita. Al volver, él fue a la cocina para su mujer pero, al entrar en la habitación, se la encontró muerta.
Uno de los abogados de la defensa le preguntó al marido si su cónyuge “no podía sostenerse” en pie ya en el ambulatorio. El viudo replicó que sí. Respondió lo mismo cuando el letrado le preguntó si ella estaba igual al recibir el alta en el Comarcal. “¿No se le ocurrió decir ‘no salimos de Urgencias’?”, quiso saber el abogado. “Yo no voy a llevarle la contraria a un médico”, contestó.
Después declaró por videoconferencia un perito llevado por la defensa, quien señaló que el médico acusado le prescribió “antiinflamatorios y analgésicos” así como el “control por el médico de cabecera”. A su juicio, ese tratamiento fue “correcto”. Asimismo, señaló que “los cuadros de hipertensión intracraneal se manifiestan cuando están muy avanzados”.
Peritos del Comarcal
Finalmente declararon tres doctores que trabajan en el Comarcal. Uno de ellos, neurólogo, subrayó que el caso “es de una terrible complejidad clínica”. Otro médico, que ejerce como neurocirujano, analizó el informe de la médico forense, en el que se refería que el estado de “las tres arterias coronarias del corazón era normal”.
La fiscal mantuvo su petición de condena, considerando que hubo “mala praxis” por parte del inculpado. “Había síntomas de alarma evidentes” y “pudo derivarla a un especialista (neurólogo)”.
La defensa, en cambio, proclamó que “siempre se sospechó de una cefalea primaria” a la que se respondía “con analgésicos”. “El resultado fue imprevisible, inevitable y sorprendente”, destacó, y solicitó la libre absolución.
La defensa habla de contradicciones en la acusación
La defensa participó con cuatro letrados. Uno de ellos se ocupó de la defensa del doctor acusado; otro hizo lo propio con el Ingesa y otros dos representaban a las compañías aseguradoras. Uno de los abogados observó “contradicciones” en los testigos de la acusación. Así, señaló que el viudo afirmó que su mujer era capaz de “hablar” al salir de Urgencias, cuando la médico forense que declaró había negado esto. Otro de los letrados afirmó que la forense no actuó con la “diligencia debida”.
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