Ali El Bounani Bumedien y su mujer, Triana Córdoba Borja, tienen que abandonar este martes el albergue San Vicente de Paúl, de Melilla. Él está en silla de ruedas y ella, embarazada de cinco meses.
El Bounani es de Melilla, a su madre la mató su padrastro y su hermana se quitó la vida. Su historia es muy dura. Él vivía con su esposa Triana, en Sevilla y quiso viajar con ella a Melilla buscando que su hijo nazca aquí. Pero las cosas no han ido bien y terminaron durmiendo en la calle en el Barrio del Real.
Ahora los obligan a abandonar el albergue. la Consejería de Servicios Sociales dio la orden, pero ellos no tienen a dónde ir.
“Entramos en el albergue porque llevábamos dos meses durmiendo en la calle, en el El Real, en la puerta de los bares”, explica El Bounani a El Faro.
Él no lo tiene fácil para encontrar un trabajo. A la falta de oportunidades, hay que sumar que está en silla de ruedas y que ha sufrido una trombosis, tiene depresión y le resulta muy difícil coordinar sus movimientos.
Por eso pide ayuda a la Ciudad. Él cree que tener un techo donde dormir le puede ayudar a rehacer su vida en la tierra que le vio nacer y donde él quiere que nazca su hijo.
Apenas puede hablar. Se le quiebra la voz y rompe a llorar cuando intenta explicar que no tiene adónde ir. Incluso amenaza con cometer una locura.
En todo el tiempo que lleva malviviendo en Melilla, El Bounani dice que no ha pedido una ayuda social. Tampoco nadie le ha ofrecido nada más allá de alojamiento, desayuno, almuerzo y comida en el albergue.
Desde el Albergue San Vicente de Paúl, ubicado en el número 89 de García Cabrelles, explican a El Faro que no son ellos los que lo desalojan. La orden sale de la Consejería de Bienestar Social.
Este periódico pidió a la consejera socialista Francisca García Maeso su versión sobre el desalojo de una persona con diversidad funcional y su mujer, embarazada de cinco meses, pero no recibió respuesta.
Quienes sí reaccionaron ante el desalojo fueron los miembros de la Plataforma Stop Desahucios convocando una protesta en la puerta del albergue, al grito de ¡Aberchán, ayúdanos!
“Yo sólo pido un hogar digno para formar un hogar; un sitio donde dormir. No pido otra cosa. No pido dinero, ni riquezas ni nada del otro mundo. Sólo una vivienda digna, donde cobijarnos y formar una familia. Ella está embarazada. Es lo único que pido”, comentó El Bounani a El Faro.
Cuando le han dicho que se tiene que ir del albergue este martes, él sólo ha pensado en suicidarse, “en echarme gasolina y prenderme”.
Si Servicios Sociales no le ayuda, no sabe lo que va a hacer. “Dejar a mi mujer en la calle, no lo voy a hacer, pero si te digo la verdad, no lo sé".
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