También roban el cañón de Melilla la Vieja, sito en el pasadizo donde anteriormente se encontraba la asociación de vecinos del mismo barrio. Los robos de arquetas se han multiplicado en las últimas semanas y se contabilizan en más de medio centenar las que han sido sustraídas, según confirmó ayer a 'El Faro' el viceconsejero de Servicios Operativos, Francisco Villena.
Lo inédito de los últimos robos es que ya no se centran en lugares más alejados o faltos de tránsito como solía ser el Polígono Industrial, prácticamente sin movimiento durante los fines de semana.
Las últimas sustracciones de arquetas se han registrado en lugares tan céntricos como la Plaza de la Aviación Civil, sita junto al antiguo edificio de Correos en la calle Pablo Vallescá, o en Melilla la Vieja, junto a la sede del Club Scorpio.
En el recinto , coloquialmente denominado 'El Pueblo', los ladrones también se llevaron el pasado viernes un cañón, de los que se usaron en la defensa de Melilla durante el asedio del siglo XVIII y que en muchos casos fueron reutilizados inicialmente como refuerzos o pequeños pilares de las casas del casco histórico de la ciudad para después, el en marco de las más recientes labores de rehabilitación en la zona, reubicarlos en muchos casos como detalles ornamentales. Es el caso del cañón que se situó en el pasadizo cercano al parking público, donde anteriormente se encontraba la entrada a la antigua sede de la asociación de vecinos del barrio. Según confirmó a este Diario el presidente de la Fundación 'Melilla Ciudad Monumental', José Vallés, para robarlo se ha realizado un visible destrozo en el pilar que le servía de base. La Fundación espera poder localizar a los ladrones mediante el registro grabado por las cámaras de seguridad existentes en el lugar, teniendo en cuenta que quizás sea posible acceder a la matrícula de la furgoneta que tuvieron que utilizar para transportarlo.
Vallés no escondía ayer su disgusto por la sustracción y confiaba en que finalmente se pueda localizar a los 'chatarreros', en referencia al uso final que se da a todo el material de metal que se roba en Melilla y que no es otro que su fundición y venta en el Marruecos cercano.
Los destrozos también son cada vez más visibles en torno al cerramiento de las arquetas, que siguen reforzándose, aún a riesgo de obstaculizar actuaciones urgentes en caso de inundación, a fin de evitar su sustracción. “Los ladrones rompen el refuerzo de cemento incluso”, aseguró Villena, quien señaló que al daño material se une el gran peligro que supone el robo de una arqueta, puesto que cualquier ciudadano, acostumbrado a encontrarla tapada,puede acabar atrapado en ella y fracturarse gravemente alguna extremidad inferior.
Otro problema es la dificultad para reponerlas, puesto que igual se roban las domiciliarias, las de rejilla de alcantarilla que las de registros. “Tenemos un stock de usadas pero el stock cada es más pequeño”.
Muchas de las arquetas las repone la empresa concesionaria del servicio de alcantarillado y otras, de propiedad particular, acaban siendo repuestas por los Servicios Operativos porque los propietarios no quieren hacerse cargo “y, claro, no podemos dejarlas así, al descubierto con el peligro que encierran”, comentó a 'El Faro' Francisco Villena, quien no obstante subrayó la labor de los bomberos, que actúan siempre en primer término para acotar los huecos que quedan en señal de aviso a los transeúntes.
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