La Audiencia Nacional condenó ayer a ocho años de cárcel a Mustafa Maya Amaya, líder de una red yihadista, radicada en Melilla y desarticulada en 2014, tras haber llegado a un acuerdo de conformidad con la Fiscalía por el que confesó que ayudó a enviar combatientes a Siria, Libia o Mali para “hacer la yihad”.
El tribunal de la sección tercera de la Sala de lo Penal ha tenido en cuenta en su sentencia la atenuante de confesión y le ha condenado a la misma pena que solicitó el ministerio público por un delito de pertenencia a organización terrorista en calidad de promotor.
Los otros condenados
A seis años de prisión fueron condenados los otros cuatro integrantes de la red yihadista en virtud del mismo acuerdo con el fiscal Marcelo Azcárraga, mientras que el único acusado que no reconoció los hechos ha sido condenado a cinco años y medio de cárcel por un delito de colaboración con organización terrorista.
En su sentencia, los jueces califican a Maya Amaya de “promotor, director y coordinador” de “una de las mayores redes de captación y envío de radicales para su incorporación a organizaciones terroristas de corte yihadista” que realizó “una incesante labor” desde 2012 “nutriendo a otras organizaciones” como el Estado Islámico o Jabhat Al Nusra.
El acusado, un melillense de mediana edad con una discapacidad que le obliga a ir en silla de ruedas, estaba en “permanente comunicación” con otros musulmanes europeos “a los que captaba por Internet para su desplazamiento” a países como Siria, Libia o Mali y actuaba “de forma concertada con otros individuos” para conseguir su objetivo.
“Actividad de propaganda”
Además, también hacia labores de asesoramiento de los captados y “desplegaba una permanente actividad de propaganda para la causa yihadista por internet”.
Para su labor, Maya Amaya contó con la ayuda de los cuatro integrantes de la red (de nacionalidad belga, tunecina y francesa), quienes reconocieron en el juicio que contactaron con el líder de la célula porque tenían interés en viajar a Siria “para luchar contra el régimen de Bashar Al Asad y hacer la yihad” y que llegaron a residir unos días en su casa de Melilla.
En relación al único acusado que no confesó, llamado Chafik J.B.A., el tribunal señala que ha quedado acreditado que Maya Amaya, acudía a él para que les proporcionase documentación falsa que permitiese a las personas captadas cruzar las fronteras hacia zonas de conflicto.
Sin embargo, no se ha podido demostrar que "participase de forma estable con la organización" ni que la documentación falsa “fuera materialmente falsificada por él”.
En el juicio Chafik fue el único que no reconoció los hechos de los que le acusaba la Fiscalía y negó tajantemente ser “traficante de documentación”.
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